Dennis Ritchie, el desconocido ídolo de millones de informáticos
El físico y matemático estadounidense creó el lenguaje de programación C y desarrolló el sistema operativo Unix
El 5 de octubre de 2011 murió Steve Jobs, el conocidísimo fundador de la compañía tecnológica Apple. En las semanas posteriores los medios se llenaron de obituarios, crónicas y homenajes dedicados al genio de San Francisco, un emprendedor que había hecho crecer a su empresa hasta convertirla en uno de los gigantes de la industria norteamericana y que también había logrado que sus productos ocuparan un lugar destacado en la cultura popular de todo Occidente. Que el mundo se detuviera para alabar a Jobs puede considerarse del todo razonable, pero lo que la mayoría de la gente no sabe es que, con tanto ruido, uno de los efectos colaterales fue que los medios apenas tuvieron ni tiempo ni espacio para tratar el fallecimiento, sólo una semana más tarde, de un genio de la informática con una trascendencia similar a la de Jobs; estamos hablando de Dennis Ritchie, el creador del lenguaje de programación C y desarrollador del sistema operativo Unix.
A diferencia de Jobs, Ritchie sí tenía titulación universitaria, porque a principios de los sesenta estudió física y matemática aplicada en la Universidad Harvard. Aquello le llevó a hacer un doctorado en el que la tesis llevaba por nombre Complejidad computacional y estructura de programas. A pesar de haber terminado con éxito la tesis, las biografías de Ritchie siempre destacan que no obtuvo el título de doctor porque no cumplió el último trámite del proceso: enviar una copia encuadernada de la tesis a la biblioteca de la universidad.
En 1967 entró en los laboratorios Bell, una entidad con larga tradición en Estados Unidos y que en última instancia procede de los centros de investigación de Alexander Graham Bell después de inventar el teléfono. Una compañía telefónica de la época, AT&T, se quedó con la propiedad de American Bell, y acabaría gestionando los laboratorios Bell. Por cierto, muchos años más tarde de la invención del teléfono, en el 2002, una resolución del Congreso estadounidense otorgó la titularidad del invento al italiano Antonio Meucci en detrimento de Bell. Por otro lado, y también como curiosidad, el padre de Ritchie, experto en circuitos de conmutación, había trabajado durante muchos años en los laboratorios Bell.
Volviendo al caso que nos ocupa, el ecosistema que Ritchie encontró en Can Bell fue el adecuado para que pudiera sacar adelante sus proyectos y acabara por crear el lenguaje C (1969-1972) y el famoso Unix (1969). Otra de las piezas clave en la creación de este sistema operativo fue el informático e ingeniero eléctrico Ken Thompson (1943). A ambos sus iniciativas les valieron la consecución del premio Turing en 1983, un galardón considerado el premio Nobel de la informática.
La importancia de Unix es haberse convertido en un estándar que ha tenido hijos aventajados, como Linux (el sistema operativo de software abierto creado por Linus Torvalds) y MacOS (el sistema operativo original de Apple). Por otro lado, el lenguaje C (que procedía de uno anterior llamado B que había creado Thompson) ha tenido evoluciones, como C++ y Java.
Estos logros transformaron a Ritchie en el ídolo de millones de informáticos de todo el mundo, un desenlace que él nunca había previsto, dado que su voluntad declarada era simplemente “construir algo útil”. Fuera del ámbito más comercial, Ritchie dedicó mucho tiempo, durante la década de los setenta, al mundo de la criptografía. De hecho, el fruto de la colaboración con sus socios James Reeds y Robert Morris (1932-2011) fue una máquina para descifrar códigos que funcionaba tan bien que la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA, quizá la agencia más poderosa de la comunidad de inteligencia del país) les prohibió hacerla pública.
Las últimas dos décadas de su vida estuvieron llenas de reconocimientos, como la medalla Richard W. Hamming en 1990, la incorporación al Museo de Historia de la Informática en 1997, la Medalla Nacional de Tecnología en 1999 y el galardón de el Industrial Research Institute en 2005.
El 12 de octubre del 2011 en Ritchie le encontraron muerto en su casa, donde vivía solo. Tenía sólo setenta años, pero llevaba tiempo arrastrando problemas cardíacos y de próstata. Sin embargo, nunca se supo a ciencia cierta la causa de la muerte.