Entrevista

Leticia Sala: "Cuando me dieron a mi hija en brazos yo tenía el mayor dolor que he sentido en mi vida"

Escritora, autora de 'Los cisnes de Macy's'

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Leticia Sala

BarcelonaNos conocimos en un curso de escritura. Yo aprovechaba para hacer catarsis después de un embarazo complicado y ella hacía poco que había dejado su trabajo de abogada para dar un "salto al vacío". Un año después Leticia Sala (Barcelona, 1989) ya había publicado su primer libro. Empezó publicando sus escritos en su cuenta de Instagram, que entonces sólo seguían a sus amigos y, al cabo de unos meses, un editor le propuso transformar sus textos fragmentados en un libro. Hoy tiene más de 100.000 seguidores en Instagram, es autora de poemas y relatos, escribe letras de canciones para músicos y ha publicado tres libros: Scrolling after sex, In real life y el último, Los cisnes de Macy's (Reservoir Books, 2023), una recopilación de relatos autobiográficos y de ficción donde la maternidad –fue madre de una niña hace dos años– se cuela de una u otra forma en algunos de los textos. Conversamos sobre el posparto una tarde de verano, cuando aún no había estallado el caso Pedroche en las redes.

Ha llovido mucho desde ese curso. He puesto tu nombre en Google y en todas partes te describen como "escritora milenial". ¿Te identificas con esta etiqueta?

— No, yo soy escritora y ya está. El periodismo busca catalogar para que la gente compre libros. Una gran mayoría de mis lectores son mujeres que estarían en la franja milenial, pero también las hay de la generación Z o mayores, de la edad de mi madre... Intento abogar por una literatura más universal, más allá de una generación.

¿Que en algunos de los relatos de tu último libro se haya colado la maternidad ha sido premeditado o era inevitable?

— Me ha salido de forma natural. Quise que en estas historias se plasmara la emoción que más imperaba en mí en cada momento y los últimos relatos me engancharon en pleno posparto e, inevitablemente, mi cabeza y mis inquietudes estaban allí y, por eso, en algunos relatos hay mucha presencia de la maternidad y en otros no.

A menudo, la literatura que habla de maternidad se considera menor, como algo que sólo interesa a mujeres. ¿Por qué?

— Me da mucha pena, porque por mucho que se diga que no lo es, de menor, yo he experimentado que se le considera: que es sólo sobre nosotras y para nosotras, que no interesa al hombre, por supuesto, pero tampoco al adolescente ni al anciano. Que es para un colectivo muy reducido, cuando es un tema que debería estar en todas partes. Todos venimos de allí y toca todos los temas transversalmente: desde el trabajo hasta la relación de pareja, la educación, temas emocionales...

Desde que son las mujeres quienes escriben el relato de la maternidad, las sombras de la maternidad también están más presentes.

— Hay tendencia a considerar a las madres que presentan ambivalencias en cuanto a la maternidad como locas o como si tuvieran problemas: "Pobres, no están pasando por un buen momento". Y es cierto que en las redes ha habido gente famosa explicando las sombras de la maternidad y han tenido eco, no es invisible, pero en el imaginario común todavía está muy presente el otro discurso, la imagen de la madre beata y entregada, y cuando nos alejamos de eso todavía provoca impacto. Y tiene que ver con el patriarcado: hasta ahora interesaba más que trajéramos hijos al mundo y que no nos planteáramos nada más. Y las madres que presentamos un discurso ambivalente creo que es más sincero con lo que realmente es traer a una persona a este mundo. Que una madre exprese algún sufrimiento o inquietud no quiere decir que no ame a sus criaturas o no le guste ser madre. Pero la sociedad tiende a la polarización, vivimos en un mundo de redes sociales en el que imperan los discursos de blanco o negro, y la maternidad te obliga continuamente a transitar por el gris, en una ambivalencia constante.

Hablemos del postparto, el gran olvidado.

— Recuerdo cuando anuncié que estaba embarazada. Sólo una conocida me dijo que se hablaba mucho del parto pero no del postparto y que no me sorprendiera si tenía pensamientos que no esperaba. No tuve un posparto especialmente fácil, pero no pensé que estuviera loca por sentir determinadas cosas. Y esto es fundamental para maternar, es la lección número 1. Las madres que maternaron hace 50 años probablemente se sintieron incomprendidas si no podían compartir sus pensamientos.

Dices que no tuviste un posparto fácil. ¿Por qué?

— No he escrito todavía al respecto. En mi parto viví violencia obstétrica y, además, aunque no tuvo que ver una cosa con la otra, tuvieron que operar a mi hija en su primer día de vida. Esto sí sale en uno de los relatos del libro. Ahora ya se habla de la depresión postparto, que es algo clínico, diagnosticado y medicado, y hay madres que la padecen. Pero en medio hay otros muchos grises. Hay cambios a nivel psicológico y cerebral y estudios recientes dicen que el cerebro de la mujer embarazada cambia literalmente. Y me da rabia que se ponga todo en el saco de la depresión posparto, porque eso también puede dejarte con una sensación de incomprensión. Yo leía lo que era la depresión posparto y no me sentía identificada con ella, pero sí fue un momento difícil, viví sensaciones de duelo.

¿Por qué se habla poco?

— Hace 50 años se hablaba aún menos, las generaciones de ahora están intentando normalizarlo. Creo que tiene que ver con que se ha querido vender la maternidad como una etapa en la que todo es pura felicidad y facilidad, todo es maravilloso y la mujer está en estado de gracia y desprende luz, y todo lo que contradiga este discurso lo tendemos a obviar. No conviene pensar que un embarazo puede acabar antes de tiempo, que pasarás un duelo triste o que la maternidad es muy dura al inicio.

Tú sentiste la necesidad de hablar de la pérdida. Antes del nacimiento de tu hija perdiste un primer embarazo. Escribes: "Todos los embarazos fallidos son invisibles. Y, sin embargo, ocurre todos los días en barrigas de mujeres vivas y sanas. Poco se habla de lo invisible".

— Yo, por lo general, no sé desde dónde escribo, pero este relato en concreto surge de la necesidad. Me pasó un 4 de julio y lo escribí el 10 de julio. Surge de un momento en que todo era tan inesperado, me cogía tanto por sorpresa, que era una necesidad escribir al respecto. Con la semilla de todas estamos haciendo mucho para que nuestros hijos no se sientan tan raros como nos hemos sentido nosotras.

También escribiste en un post en Instagram que el vínculo con tu hija no fue inmediato.

— Yo habría deseado –y pagaría por volver al minuto cero– vivir ese inicio del que te hablan, pero en mi caso, después de 24 horas de parto, cesárea de urgencia, negligencias y violencia obstétrica, que todavía hoy no he puesto por escrito, cuando me dieron a mi hija en brazos me impresionó mucho, pero es verdad que yo tenía el mayor dolor que he sentido en mi vida. Y el psicólogo me dijo que esto es una reacción humana, que el cerebro humano está hecho para que cuando sientas dolor te protejas tú, por supervivencia. Y que me dijera esto me descargó de mucha de la culpa que sentía, que estuviera presente en mi dolor y no en su bienvenida es cerebral y completamente normal.

El vínculo puede construirse.

— No pude llegar a sentir ese enamoramiento hasta al cabo de unos meses, y desde entonces ha ido en incremento. El amor que se siente con un bebé es como un amor adolescente, pero no fue inmediato.

¿Cuándo te conviertes en madre te haces también invisible como persona?

— Completamente. Otra de las cosas que empieza a cambiar es preguntar a la madre cómo está. En los meses oscuros de mi posparto fue una sorpresa estar yo un poco en el olvido. La pediatra me dijo: "La niña come cada tres horas y tú estás en un segundo lugar, ¿lo sabes, verdad?" Y sí, probablemente lo esté, pero no me lo digas así porque no me sirve de nada y no es lo que estamos intentando hacer: que el padre se involucre más y que la madre pueda dormir o hacer otras cosas. Me pareció un consejo muy anacrónico para alguien recién parido y que ha tenido un bebé en la UCI.

¿Cómo impacta en la relación de pareja?

La llegada de un hijo une a la pareja, pero también la separa, porque la vivencia no es la misma, porque los pensamientos y sentimientos irracionales –que no sé cómo objetivar– que te remueven en la maternidad no son iguales que en la paternidad. Se produce una separación al principio, pero después un reencuentro.

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