Elecciones europeas

Dolors Montserrat, la candidata que no bebe café y sólo duerme tres horas (en campaña)

Hija de una histórica del PP, ha protagonizado la ofensiva en Europa contra la inmersión lingüística

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La candidata del PP en las elecciones europeas, Dolors Montserrat.

BarcelonaMamar la política en casa, con una política influyente del PP catalán, influye. Como también el hecho de vivir rodeada de viñedos –por donde le gusta andar– en una villa como Sant Sadurní d'Anoia, donde se ve imponente la montaña de Montserrat. La candidata del PP a las elecciones europeas, Dolors Montserrat y Montserrat, nacida en 1973, cogió la conciencia política sobre todo "para defender la libertad" cuando le molestaba que "la señalaran por ser catalana y no independentista", según explica en una conversación con el ARA. Precisamente, la bandera de la catalanidad hispana o la españolidad catalana ha sido una constante en su trayectoria y en los últimos cinco años ha sido de las que han puesto en marcha una cruzada contra el independentismo y la inmersión lingüística desde el Parlamento Europeo. Asimismo, subraya que de su madre, Dolors Montserrat i Culleré, sacó "una referente política", que fue diputada 27 años por el PP y la primera portavoz en el Parlament mujer. También los valores y el talante "de respeto y diálogo" y la clara separación de la vida privada. De hecho, es "muy reservada" y no le gusta hablar demasiado de su vida personal.

Montserrat es abogada de profesión, licenciada en derecho en la Universidad Abat Oliba, y ejerció de letrada desde 1997 hasta 2011, especializada en derecho civil, inmobiliario y de familia. Empezó su aventura política en el 2003 como concejala en su municipio y pronto escaló como promesa popular hasta ser diputada en el Congreso en el 2008, para pasar a la mesa en el 2011, ministra de Sanidad en el 2016 con el gobierno de Mariano Rajoy y portavoz popular en el Congreso en el 2018. La apadrinó María Dolores de Cospedal: siempre se han manifestado admiración mutua. Como ministra lideró el pacto de estado contra la violencia de género, un hito del que siente "orgullo": "Otros cogen la bandera del feminismo y se ponen detrás de la pancarta, pero en los hechos hay un retroceso como el ley del sólo sí es sí, con rebajas de penas a 1.200 depredadores sexuales", lamenta. Así, añade que ella no coge "ninguna bandera": "Yo ejerzo el feminismo, la igualdad real", reivindica, en lugar de poner etiquetas. Ahora bien, también vivió momentos complicados como en 2017, cuando se convirtió en consejera de Salud interina con el artículo 155 aplicado: una iniciativa de la CUP en su municipio planteaba declararla persona non grata, aunque no fructificó.

La eurodiputada se define como una persona muy familiar, con su hijo Gonçal y sus padres y tres hermanos como pilar de su vida. "Inquieta y muy positiva", ve la vida desde un prisma optimista, "pese a que a veces tengas fuertes golpes". Coge de referente los libros del psicólogo Rafael Santandreu, que pregona una forma de ver la vida feliz. "Vida solo hay una, es un regalo", relata la ferviente lectora, quien también asegura que es propensa a aceptar buenos consejos de su entorno. Fuentes de su núcleo cercano afirman que "la cabeza le va muy rápida, y por eso habla deprisa", y añaden que en este sentido no bebe nunca café, sino que opta por el agua con limón o el té verde. Añaden que es leal, empática y trabajadora "eficaz" –no duerme mucho, sobre todo en campaña: unas tres horas– y prefiere currar desde un segundo plano, ya que ser candidata tiene implicaciones: si le piden una foto por la calle pasa bastante vergüenza.

Referentes y emoción

Además de su madre, tiene otra referente política: Loyola de Palacio, ministra de Agricultura y la primera vicepresidenta española de la Comisión Europea. Se refleja, entre otras cosas, por su "defensa del campo". Un sector que también tiene entre ceja y ceja desde joven, consciente de que en su pueblo viven del campesinado y que Sant Sadurní "está agujereada toda por las cavas". Por eso destaca la enmienda que presentó ella misma en la Eurocámara y que en el 2022 evitó que se introdujera en las botellas de vino una advertencia similar a la del tabaco: "Evitamos criminalizar el mundo del vino, aunque no contáramos ni con [buena parte de] la izquierda ni con Carles Puigdemont". Las otras dos iniciativas que remarca su trayectoria son el plan europeo contra el cáncer y su ponencia en el Congreso para aprobar la prisión permanente revisable para asesinos y violadores.

Por otro lado, un recuerdo que la marcó políticamente fue la llegada del enfermo de ELA bilbaíno Jaime Lafita desde la capital de Vizcaya hasta Bruselas, en un trayecto en tándem con su hijo. Relata que fue "emocionante" cuando le recibió, en la cara más humana de la política.

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