Mecánica

¿Qué función tiene el líquido refrigerante de un coche y por qué es tan importante?

Te explicamos todos los detalles de un líquido fundamental para el motor, así como los distintos tipos que podemos encontrar en el mercado

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¿Qué función tiene el líquido refrigerante de un coche y por qué es tan importante?

Cuando se habla del mantenimiento de un vehículo, y más concretamente del estado de los líquidos, habitualmente nos viene a la cabeza el aceite (que es como la sangre del motor y resulta fundamental para su buen funcionamiento) e incluso de otros como el del limpiaparabrisas, ya que lo utilizamos habitualmente y lo tenemos que ir llenando. Pero existen otros líquidos que no por ser menos conocidos dejan de ser importantes, como el de frenos, el de la dirección, el de la caja de cambios o el refrigerante.

Hoy hablaremos de este último elemento, que es casi tan vital para el vehículo como el aceite pero que habitualmente genera muchas confusiones a los conductores: hay de varios tipos e incluso de varios colores, también se le conoce como líquido anticongelante y además tiene fama de ser bastante peligroso, ya que si se abre el tapón para rellenarlo con el motor caliente casi seguro nos llevaremos una buena quemadura.

¿Qué es el líquido refrigerante?

Si el líquido refrigerante también se puede llamar anticongelante es porque se encarga de dos funciones a la vez: por un lado, evita la corrosión y la congelación de los elementos mecánicos del coche y, por otro, disipa el calor que generan los motores de combustión. Para ello sencillamente va recorriendo un circuito cerrado y absorbe el calor que proviene del motor, manteniendo la temperatura óptima de funcionamiento (unos 90 °C) y evitando problemas como autodetonaciones del combustible o la rotura de piezas.

El líquido refrigerante puede ser de muchos colores: verde, rosa, naranja, azul o amarillo

Antes de elegir qué tipo de líquido refrigerante nos conviene es importante repasar qué diferencias presentan los distintos tipos de líquidos refrigerantes del mercado. De entrada lo primero que llama la atención es que no estamos frente a un fluido transparente, sino que suelen ser de color verde, rosa, naranja, azul o amarillo.

Esto responde a dos funciones: por un lado, poder identificar rápidamente cualquier escape a través del circuito cerrado que citábamos anteriormente y, por otro, indicar qué porcentaje de anticongelante y agua destilada tiene cada líquido. Eso sí, el color no se basa en un consenso general para todas las marcas, sino que cada fabricante establece su criterio. Así pues, debe fijarse en las características de cada líquido y de cada fabricante.

Es muy importante abrir el tapón siempre que el motor esté frío para evitar quemaduras

Para saber qué características tienen los anticongelantes del coche también deberemos fijarnos en las etiquetas. Allí leeremos las inscripciones G11, G12, G12+, G12++ y G13, que hacen referencia a las diversas evoluciones que han ido experimentando los líquidos a lo largo de los años. El G11 empezó a utilizarse en 1994, G12 y G12+ alrededor de 1996, G12++ en 2005 y G13 en 2008. Y para saber qué líquido debemos utilizar nos centraremos en el manual de nuestro vehículo, donde se especifica exactamente qué tipo necesita.

¿Qué tipos de líquidos refrigerantes hay?

Más allá de los colores y nomenclaturas, la composición química de los líquidos refrigerantes hace que se puedan dividir en tres grandes grupos: orgánicos, inorgánicos e híbridos. Éstas son las características principales de cada uno de ellos:

  • Líquidos refrigerantes orgánicos: Su composición se basa en etilenglicol (que hace de anticongelante) y agua destilada para evitar la corrosión. Son los únicos líquidos refrigerantes biodegradables, destacando entre sus propiedades una elevada durabilidad y un punto de ebullición muy alto.
  • Líquidos refrigerantes inorgánicos: Tal vez son los menos recomendables, ya que aunque su composición general sea similar a la de los orgánicos, éstos utilizan silicatos que restan durabilidad, contaminan más y pierden poder anticorrosivo, de modo que pueden generar a la larga más residuos sólidos en circuito anticongelante y, eventualmente, algunas averías.
  • Líquidos refrigerantes híbridos: son una mezcla de los dos anteriores, y en su composición química también se encuentran etilenglicol, glicerina y otros aditivos. Sus propiedades son similares a las de los líquidos refrigerantes orgánicos.

¿Qué líquido refrigerante necesito?

De entrada, conviene recordar que nunca debemos mezclar líquidos anticongelantes orgánicos e inorgánicos. Y es que, aunque hayamos dicho que comparten elementos como el etilenglicol, sus componentes anticorrosivos son distintos e incompatibles. Mezclarlos puede generar averías graves, ya que las reacciones químicas que se derivan de ellas anulan las capacidades anticorrosivas.

Así pues, para saber qué tipo de líquido refrigerante necesitamos lo mejor que podemos hacer es fijarnos en lo que recomiende el fabricante. No necesariamente en lo que a marca se refiere, sino a propiedades generales. Dicho de otro modo, si un fabricante recomienda utilizar un anticongelante con una concentración del 50% y resistencia a las temperaturas de entre -35° y 145°, lo que deberemos hacer es comprar un líquido refrigerante del fabricante que queramos , pero exactamente con estas propiedades.

Hay que seguir siempre las recomendaciones del fabricante y evitar mezclar líquidos refrigerantes

Como es evidente, se puede utilizar un líquido con características diferentes (consultando el manual del propietario y las compatibilidades) e incluso se pueden mezclar anticongelantes compatibles entre sí con diferentes concentraciones, pero hay que tener presente que el resultado no será el recomendado por el fabricante. Sea como fuere, lo mejor que podemos hacer es utilizar siempre el mismo líquido, del mismo fabricante y con las mismas propiedades. Ah, y un último detalle: aunque el circuito por donde pasa el anticongelante está cerrado y nunca debería escapar, conviene sustituirlo periódicamente para garantizar que siempre ofrezca las mejores propiedades. ¿Cada cuánto? Pues lo que recomiende cada fabricante, pero habitualmente cada 40.000 kilómetros.

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