Es cierto que Carlos Mazón lo tenía difícil después de todo lo que se ha ido conociendo sobre su comportamiento el día 29 de octubre, pero aún existía la posibilidad de que ante las Cortes Valencianas asumiera en primera persona la responsabilidad por el fiasco en la gestión de la alerta por la DANA. Sin embargo, finalmente no ha habido ninguna asunción de responsabilidad, más allá de una demanda de disculpas genérica, ni se han ofrecido las explicaciones sobre las grandes cuestiones que todavía quedan sin responder. ¿Por qué mantuvo su agenda con normalidad por la mañana mientras ciudades como Utiel o Chiva sufrían graves inundaciones? ¿Por qué no interrumpió su almuerzo con la periodista Maribel Vilaplana cuando se vio que la situación empeoraba? ¿Cómo se explica que estuviera incomunicado durante horas enteras en un día tan crítico? ¿Por qué tardó tanto en llegar al Cecopio? ¿Y por qué tardaron tanto en lanzar una alerta general a la población?
Las (pocas) respuestas que ha dado este viernes no convencen a nadie. Acusar a la Confederación Hidrográfica del Júcar de no enviar un correo alertando sobre la situación a las 18.43 cuando la información sobre los caudales de los barrancos se podía consultar en tiempo real en su web es una excusa de mal pagador. Afirmó que tardó tanto en llegar al Cecopio por los problemas de tráfico suena a broma cuando justamente por culpa de la DANA había en toda Valencia un caos circulatorio que se habría ahorrado si hubiera ido antes, y no cuando la situación ya estaba descontrolada . Y, finalmente, reconocer que la alarma en la población se lanzó no por los estragos de la rambla del Poio sino por el peligro de rotura de la presa de Forata (que afectaba a otro río) aún resulta más grave, porque demuestra que no van saber ver ni dónde estaba el peligro real. Además, en este último caso, los medios han demostrado que en el Cecopio los técnicos ya hablaban de lanzar la alarma desde mucho antes.
La estrategia de Mazón, que hizo un discurso larguísimo de dos horas y media, fue desviar toda la responsabilidad hacia organismos que dependen del Estado, como la Aemet o la Confederación Hidrográfica del Júcar. Sobre la actuación de la Generalitat, no admitió ningún error concreto, más allá de haber borrado un tuit donde él mismo decía a mediodía de ese día que la tormenta se marchaba hacia Cuenca. Ante este discurso, los socialistas han cambiado de posición y ahora sí piden no la dimisión en Mazón, sino su destitución al PP a cambio de ofrecer sus votos para elegir a un presidente de perfil técnico que convoque elecciones en el plazo de un año. Por su parte, Compromís no hizo ninguna concesión y pidió su dimisión a Mazón y le acusó de querer mantenerse en el cargo para borrar posibles pruebas incriminatorias contra él si el caso llega a juicio.
Mazón no dimitirá porque el PP no tiene votos suficientes para investir a un sustituto (necesita Vox), pero sí pasa a ser un presidente intervenido por Feijóo (que quiere a una persona de confianza al frente de la macroconsejería de reconstrucción) y con fecha de caducidad, puesto que difícilmente se presentará a la reelección.