Un president zombi en medio de la batalla entre Sánchez y Feijóo
BarcelonaLas Corts Valencianes nunca habían vivido una sesión con tanta expectación mediática como la de este viernes. Desde primera hora de la mañana había cola de periodistas para entrar, muchos de ellos llegados de Madrid, prueba de que lo que tenía que ocurrir no era estricta política valenciana (que importa entre 0 y nada en la capital del Estado) sino española. Tanto es así que hay motivos para pensar que los discursos de Carlos Mazón, por un lado, y de José Muñoz, síndic del PSPV, por otro, han sido supervisados, o incluso íntegramente redactados, desde Génova 13 y la Moncloa. De hecho, la secretaria general del PSPV y ministra de Ciencia, Diana Morant, compareció antes que Muñoz haciendo un espólier de lo que sería su intervención.
Desde este punto de vista, las estrategias de unos y otros son diáfanas. Mazón ha intentado adoptar un tono parecido al de Pedro Sánchez durante la pandemia: ademán grave y llamamientos a la unidad. Pero aderezado con omisiones flagrantes sobre el día 29 y centrifugando las responsabilidades hacia arriba, hacia los organismos del Estado como la Aemet o la Confederación Hidrográfica del Júcar, y hacia abajo, hacia los ayuntamientos. Feijóo considera que con esta estrategia podrá mantener la hemorragia que le provoca Mazón en unos niveles aceptables mientras prepara su relevo (dentro de tres años o antes, si llega a un pacto con Vox sobre el candidato). Un buen termómetro serán las próximas visitas de Feijóo a Valencia: si le abuchean, Mazón ya puede preparar las maletas.
Cambio del PSPV
Sin embargo, el cambio de estrategia más vistoso ha sido el del PSPV. Pedir al PP, es decir, a Feijóo, que destituya a Mazón y a cambio ofrecer sus votos al PP para elegir a un president de perfil técnico es una oferta envenenada. En realidad, demuestra que a Pedro Sánchez ya le va bien que continúe Mazón, y ahora simplemente quiere que los populares vuelvan a abrazarse a Vox en el País Valenciano para poder acusar a Feijóo no sólo de mantener a un incompetente en el cargo de president, sino también pactar con los negacionistas del cambio climático.
Carlos Mazón, pues, es ahora mismo un presidente zombi en medio de la batalla entre PSOE y PP. Intervenido por su propio partido y con fecha de caducidad, a la espera de que Feijóo decida si le resulta más rentable quitárselo de encima o mantenerlo en el cargo. Hay que tener en cuenta que la prensa madrileña, tanto la progresista como la conservadora, se ha cebado con Mazón y la ha convertido en una suerte de caricatura de político incapaz. Cuando en la capital afilan los lápices, pueden llegar a ser muy crueles. Y el president valenciano no está acostumbrado a recibir esa presión mediática, al contrario. Sólo hace falta que algunos editoriales empiecen a cuestionar a Feijóo por no ser capaz de destituirle para que todo empiece a tambalearse.
Por otra parte, Mazón depende completamente de Sánchez para las tareas de reconstrucción, y el gobierno español difícilmente dejará que la Generalitat se cuelgue medallas en este ámbito. La maquinaria comunicativa de la Moncloa es muy superior a la de la Generalitat, que no puede contar ni siquiera con À Punt después de que sus periodistas hayan decidido ignorar las presiones políticas.
La bala de Bruselas
Por eso, la única bala que le queda a Feijóo para intentar empatar el partido es hacer descarrilar el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea. Aquí podemos estar frente a otro error de cálculo de Feijóo, ya que si fracasa sus electores lo leerán como una nueva victoria de Sánchez y un muestra más de impotencia del político gallego, que promete cosas que luego no puede cumplir.