Biomedicina

Miniórganos en los nódulos linfáticos: ¿la solución a los trasplantes?

Empiezan las pruebas para crear tejido de hígado inyectando células madre en el sistema linfático

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Imagen de archivo de una operación de trasplante.

El trasplante es el único tratamiento posible de enfermedades terminales en las que un órgano deja de funcionar. Se calcula que en el mundo se realizan más de 150.000 cada año, pero no son suficientes para cubrir las necesidades. Tres cuartas partes son de riñón, el órgano que más a menudo es necesario reemplazar. El segundo de la lista es el hígado y, a mayor distancia, se encuentran corazón y pulmones. La principal limitación de esta técnica, estrenada hace 70 años, es la falta de material, ya que no es fácil encontrar suficientes donantes, vivos o recién muertos, que puedan aportar un órgano en buenas condiciones. Por eso hace tiempo que se están buscando alternativas, como por ejemplo utilizar animales como fuente de material. El último avance es hacer crecer miniórganos en los nódulos linfáticos a partir de células madre.

Se sabe que siglos antes de la era moderna ya se hacían trasplantes de piel para curar quemaduras, pero no fue hasta el año 1954 cuando se demostró que el principio podía aplicarse a órganos enteros. El primer trasplantado con éxito recibió un riñón de su hermano gemelo, lo que permitió evitar el rechazo que se genera cuando un cuerpo detecta células con un material genético distinto al propio. En la década de los 60, se empezó a intentar reducir la potencia del sistema inmune para minimizar el rechazo de los órganos trasplantados, una estrategia que, perfeccionada, todavía se usa en la actualidad y que es la clave del éxito de los trasplantes.

El hígado es uno de los órganos con mayor demanda, porque hay una serie de enfermedades relativamente comunes que pueden llevarlo a la quiebra, como por ejemplo la hepatitis o el cáncer. A diferencia del riñón, que puede ser en parte reemplazado por una máquina de diálisis, no tenemos ningún sistema capaz de sustituirlo en su trabajo de filtrar las sustancias tóxicas que corren por la sangre, por eso el trasplante es muchas veces el único recurso posible. El problema de encontrar donantes para todos estos enfermos hace que, por ejemplo, cada año mueran en Estados Unidos mil personas que estaban en la lista de espera de un trasplante de hígado.

Últimamente, se han hecho avances importantes en el campo de los xenotrasplantes, que usa órganos de otras especies para sustituir a los nuestros que no funcionan correctamente. Por ejemplo, modificando genéticamente animales para minimizar el riesgo de infecciones y contagios por virus latentes escondidos en el genoma de los animales, hace unos meses que se anunció que se habían trasplantado por primera vez hígados y riñones de cerdo a humanos, aunque que en el caso del trasplante de riñón finalmente el paciente acabó muriendo el pasado mes. En el futuro, ésta podría ser una forma asequible de disponer de tantos órganos como hicieran falta.

Pero, mientras tanto, todavía se necesitan alternativas. LyGenesis, una empresa biotecnológica de Pennsylvania, ha anunciado recientemente otra forma de conseguir objetivos similares: crear miniórganos a partir de células madre trasplantadas a los nódulos linfáticos de los pacientes. Esta técnica ya se ha demostrado que funciona en ratones, perros y cerdos. El concepto se basa en inyectar directamente a un nódulo linfático una mezcla de células de un órgano de un donante, que incluye un porcentaje de células madre específicas del hígado. Estas células terminan colonizando el nódulo y creando pequeñas estructuras con una arquitectura similar a la de un hígado normal. Incluso se ha visto que son capaces de secretar ácidos biliares, una de las funciones del hígado, y parece que también podrían adquirir el resto de características.

El primer ensayo en humanos de los minihígados de LyGenesis comenzó el pasado mes de marzo. Aún no se conocen sus resultados, más allá de la noticia de hace unos días que el voluntario que recibió el tratamiento se ha recuperado y ya le han dado el alta. Si todo va bien, las células madre irán multiplicándose en el nódulo linfático del abdomen del paciente donde fueron inyectadas, y allí se espera que hagan su trabajo habitual de filtrar la sangre, aprovechando que los nódulos son tejidos que están muy bien irrigados. El estudio se expandirá el próximo año a otros doce voluntarios, y se espera tener los resultados en el 2026.

De momento, todavía quedan muchos interrogantes por resolver. Para empezar, no se sabe hasta cuándo seguirán creciendo los miniórganos. En animales paraban cuando la función hepática se recuperaba, seguramente porque desaparecían las señales de alerta que empujaban a las células a multiplicarse. Tampoco se sabe durante cuánto tiempo pueden funcionar, si se necesitarán inyecciones repetidas para mantenerlos durante un tiempo largo, o si se tendrán que inyectar a más de un nódulo para sustituir toda la función hepática.

La técnica de los minihígados no solucionará todos los problemas, pero permitiría a los pacientes aguantar hasta que llegara el hígado de un donante, y mejoraría su estado de salud, uno de los factores limitantes para poder acceder a una operación de trasplante. El siguiente paso podría ser tratar de usar células madre del propio paciente, lo que permitiría no tener que recibir inmunosupresores. LyGenesis está también estudiando modelos de riñón y de páncreas usando la misma técnica, esperando que tengan igual éxito.

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