Una nueva generación de forjadores para recuperar las herramientas de los antiguos oficios
Nace la Forja del Terri, una cooperativa formada por tres jóvenes que reivindica la ruralidad y la artesanía


Sordos (Pla de l'Estany)El repicar de los mazos de La Forja del Terri se mezcla con el del campanario de Sords, como el compás de dos mundos que languidecen, pero que los tres jóvenes que rodean el yunque centenario están empeñados en recuperar y modernizar. Son, con poco más de treinta años, Iu Gironès, Llorenç Rodríguez Astor y Jordi Roura Jou, forjadores de nueva generación, sin ningún antepasado a sus espaldas. Y desde principios de año también socios de una cooperativa ubicada en una masía del Pla de l'Estany que tiene como denominador común el fuego y el hierro, pero que busca ir más allá: reivindicar la ruralidad y la artesanía como forma de vida, así como recuperar y hacer a mano las herramientas de los oficios antiguos que poco a poco están reavivando.
"Con el tiempo nos hemos dado cuenta de que el hierro es el gran vértice que une toda la artesanía –reflexiona Llorenç Rodríguez, que trabaja en dos oficios en peligro de extinción: el de quitador de corcho y el de forjador de herramientas tradicionales y sus mangos–, para trabajar también. hay pocos quitales [de corcho] aún hay menos herreros que hacen hachas. ¡Ahora resulta que llegan de Cerdeña!".
Viendo esta necesidad –también ocurre con la piedra seca, que los mazos vienen de Mallorca–, los tres jóvenes socios de La Forja del Terri decidieron unirse y "dar soluciones a gente que no tiene alternativa", como sería el caso de los primeros cesteros que ya les han picado en la puerta buscando herramientas. En poco tiempo han construido un taller con martillos y pinzas hechos por ellos y herramientas recuperadas de forjadores que se jubilan o ven obligados a cerrar el negocio porque ya no los aceptan en entornos urbanos.
Para Iu Gironès, que también tiene una empresa dedicada a la producción de ferias medievales y creación de vestuario para cine (Sordibus), la creación de la cooperativa también tiene una parte "política". "Estamos yendo completamente a contracorriente: como autónomos, desde la ruralidad y renunciando al beneficio personal en pro del beneficio colectivo –señala–. Porque no me sirve de nada estar bien si el resto de compañeros no lo están". A todo ello, Gironès suma la importancia de la reparación en su trabajo. "Los artesanos aprendemos el oficio reparando objetos", detalla, frente al consumismo desechable.
Tejer comunidad
Pero el proyecto, más allá del mantenimiento de la forja como oficio, tiene todavía otra intencionalidad: la voluntad de crear alianzas con una nueva generación de forjadores de las comarcas gerundenses que han reavivado la alquimia entre el hierro y el fuego. Son, a modo de ejemplo, Ferro Calent en Sant Aniol de Finestres, en el Valle de la Llémena, que sin provenir de familias del sector han innovado en la forma de tratar la forja. O Roger Vilanova, más conocido como Roger Ferralla, cerca de Besalú, que cultiva la forja artística. También Christof Leber, un alemán afincado desde hace dos décadas en Vilaür que reivindica que hay que trabajar sólo con carbón, según Jordi Roura, conocido por su segundo apellido, Jou.
Hoy en día ya no existe un gremio como tal de forjadores, sí una asociación, pero ante la carencia de un sector fuerte, desde la Forja del Terri reivindican la importancia de tejer una comunidad para aprender. Los tres son autodidactas. Iu Gironès empezó a forjar espadas, lanzas y cascos porque era un enamorado del mundo medieval –de ahí también le viene el vínculo con el cine, donde hizo de propmaster a Juego de Tronos–. Jordi Roura, hijo de carpintero, estudió electromecánica y es donde descubrió que le gustaba el fuego. Se conocieron en rodajes y unieron intereses. Y en el caso de Llorenç Rodríguez, fue haciendo gestión forestal que descubrió el amor por la madera y el corcho: "En verano levanto corcho y en invierno hago hachas y herramientas".
En este proceso el boca a boca, a partir de conocer a gente mayor dedicada al oficio, les ha ayudado a aprender. Pero como explica Jou, internet es donde han encontrado una mayor comunidad. Especializado en estufas, está fabricando prototipos a partir de diseños chilenos y australianos. Y creen en la importancia de también difundir su trabajo a través de su cuenta de Instagram, para enseñar a otros el día a día de un trabajo antiguo pero poco conocido.
Maquinaria al servicio del artesano
Una de las novedades que han empezado a mostrar son las dos máquinas que tienen en el taller de cara al campanario de Sords y el encinar que rodea el Terri. Son un martinete y una prensa de la marca ampurdanesa Prada Nargesa, situada en Garrigàs, con quien han comenzado una colaboración para demostrar que es posible combinar la forja con maquinaria semiindustrial al servicio del artesano. "Creemos que la artesanía también debe ir por esta vía de la innovación", explica Iu Gironès. Comparan el trabajo que pueden hacer los tres picando con el mazo el hierro al que puede hacer el martinete eléctrico en cuestión de segundos.
Pero igualmente, el trabajo manual es en el que se basa su oficio. Gironès detalla la importancia de la "memoria muscular": un herrero con décadas de experiencia puede en cinco veces realizar tu trabajo de una hora. "La artesanía es como un lenguaje", añade, pero mientras el barro se trabaja de forma delicada, incluso silenciosa, para La Forja del Terri su oficio es como "la cerámica a golpe de mazo".