El problema del agua todavía no está solucionado

El pantano de Sau este mediodía
23/03/2025
2 min
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Que el nivel de los embalses, por término medio, esté por encima del 50% es una buena noticia. Muy buena. De entrada, garantiza un verano sin sufrir tanto como el anterior en la mayoría del país. Hacía casi tres años, desde julio de 2022, que no había una cantidad similar de agua en los embalses. Las lluvias de marzo se han hecho notar. Pero además sabemos que existe un buen grosor de nieve acumulada en el Pirineo, que garantizará más agua cuando llegue el deshielo, y que las previsiones indican que esta primavera será lluviosa. Sí, podemos respirar un poco, pero lo que no podemos hacer es dormirnos, pensar que el problema ya está solucionado y hemos salido airosos.

El director de la Agencia Catalana del Agua, Josep Lluís Armenter, explica que, con la sequía, la ciudadanía ha sido ejemplar, y reconoce que en las últimas semanas la situación ha mejorado, pero también tiene un plan para preparar el país para el futuro. Sabemos que las lluvias generosas y los embalses con agua –tampoco podemos decir que la mayoría estén llenos– serán cada vez más una excepción. Y los episodios de sequía, en cambio, frecuentarán cada vez más. La crisis climática nos empuja hacia esta situación. Por eso no podemos permitirnos el lujo de dar el agua por supuesto. El Gobierno tiene la obligación de planificar y adelantarse a futuros episodios de carencia de agua.

Hay que reconocer que después de la sequía del 2008 se hizo mucho trabajo para preparar Catalunya para una situación de escasez. Trabajo sin el que en los últimos años lo habríamos pasado mucho peor. ¿Quién lo hubiera imaginado, no hace tantos años, que volveríamos a beber agua del Besòs? Pero la sequía actual nos ha demostrado que no fue suficiente. Debemos prepararnos para lo peor, que puede ir más allá de lo que somos capaces de prever.

Prepararnos para lo peor significa repensar todas las infraestructuras hídricas, evidentemente, y planificar y ejecutar las necesarias para asegurarnos el agua en un mundo en el que será una excusa para las guerras. Pero también significa encontrar maneras más eficientes de utilizarla y distribuirla, de hacer un uso racional. Debemos tener en cuenta que quizás no somos el país adecuado para eventos, actividades o infraestructuras que sólo tienen sentido cuando el acceso a abundantes reservas de agua se da por asegurado. Prepararnos, claro, también significa frenar el derroche por los escapes, que todavía existe. Y acostumbrarnos –como ya hemos hecho, de hecho– al agua regenerada, y revisar si es necesario todo el entramado de concesiones e infraestructuras relacionadas con todo el ciclo del agua.

Nos queda mucho trabajo por hacer. Y si bien es cierto que la responsabilidad principal para prepararnos la tienen los gobiernos catalán y español y las administraciones locales, el tejido económico y los ciudadanos también tenemos nuestra parte de trabajo por hacer. De momento, lo estamos haciendo, pero debemos seguir así. Que las últimas lluvias no nos hagan perder de vista la incertidumbre de estos últimos años, porque debería servirnos de lección.

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