Contaminación

El recipiente de plástico del yogur engorda

Un nuevo estudio señala que algunas sustancias químicas interfieren en la capacidad de nuestro cuerpo para regular el peso

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Alguns componentes químicos de los botes de yogures actúan como disruptors endocrinos

El plástico de los vasos de yogur, el de las bandejas de carne de espuma de poliestireno, los envoltorios de los quesos o las botellas de zumo se filtran en los alimentos. Como estos plásticos contienen disruptores metabólicos, concretamente el ftalat y el bisfenol, interfieren en el sistema endocrino y, entre otros muchos efectos preocupantes para la salud, podrían alterar también la capacidad de nuestro organismo para regular el peso. Lo asegura un estudio, publicado en 2022 por un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Noruega, que ha difundido también el diario inglés The Guardian. Aquí, el catedrático de salud pública de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) Miquel Porta asegura que el estudio se añade a muchas otras investigaciones que llegan a la misma conclusión. “Hay mucha evidencia científica de este hecho. Se ha demostrado muchas veces que el plástico del recipiente pasa al alimento, y del alimento va a nuestro cuerpo, pero no estamos actuando o, mejor dicho, estamos haciendo muy poco y con demasiada lentitud para cambiarlo”, afirma Porta.

Fresas envueltas con plástico

El catedrático de salud pública de la UAB afirma que, mediante estudios experimentales con personas de quienes se ha analizado la orina, se sabe que ingerimos plásticos de los envases. “En la orina encontramos plastificantes habitualmente, a pesar de que a menudo en concentraciones bajas”. Los ftalatos y fenoles son dos tipos de disruptores endocrinos que contribuyen al efecto rebote: ganar peso después de perderlo. De hecho, la ciencia hace tiempo que documenta que los plásticos explican una parte de los altos índices de obesidad y diabetes, junto con el sedentarismo y alimentaciones que no siguen una pauta saludable.

Con la evidencia científica acumulada, el catedrático Miquel Porta señala que habría que dar pasos adelante contra los plásticos. “Tampoco hay que echar toda la culpa a la industria alimentaria, porque es un tema global de nuestra economía”. También es cierto que se ha actuado, por ejemplo marcando un precio a las bolsas de plástico, y también hay más conciencia de ir al mercado o al supermercado con bolsas de tela e incluso con fiambreras de cristal para comprar pescado o carne. “Estamos haciendo acciones para hacer ver que hacemos algo”, opina Porta, que añade que entre los otros efectos nocivos de los plásticos (aparte de la obesidad) hay enfermedades cardiovasculares, renales, infertilidad o, incluso, cáncer.  

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