Ahorro energético: improvisación del gobierno español y populismo del PP

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La ministra Teresa Ribera con su homóloga austríaca,  Leonore Gewessler.

BarcelonaLa aplicación en España del plan de ahorro energético impulsado por la Comisión Europea, que ya está en vigor al resto de países desde el 1 de agosto, está resultando un espectáculo lamentable y una ceremonia de la confusión de cara al ciudadano. De alguna manera, recuerda la gestión de la pandemia, en la que el gobierno español tomaba unas decisiones sin diálogo con las comunidades autónomas (Pedro Sánchez se limitaba a comunicarlas a los presidentes autonómicos en unas reuniones telemáticas de puro trámite) que después se veía obligado a rectificar o matizar. Ahora ha pasado lo mismo con el decreto de ahorro energético, que fija unas medidas que entran en vigor a partir del miércoles y que todavía presenta muchas incertidumbres, la principal de las cuales afecta a la temperatura de los centros de trabajo.

Es evidente que en el contexto actual es imprescindible tomar medidas de este estilo, y que esto puede suponer sacrificios para la ciudadanía, pero el mínimo que se puede pedir es que las medidas sean claras y que estén consignadas tanto las excepciones como el régimen de sanciones. Y sobre todo hacen falta muchas dosis de pedagogía para explicar a la población las consecuencias que está teniendo la guerra en Ucrania en el mercado energético mundial. Lo que resulta del todo impresentable, sin embargo, es el populismo del Partido Popular en esta cuestión. El nuevo presidente de la formación, Alberto Núñez Feijóo, ha perdido una oportunidad de oro para marcar diferencias con su antecesor y desautorizar el posicionamiento de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que amenazó con desobedecer el decreto y este lunes ha anunciado que lo llevará al TC.

Ayuso, además, usa argumentos falaces, como por ejemplo que España es el único país que impondrá el apagón de los escaparates a partir de las 10 de la noche, cuando es una medida adoptada por la gran mayoría de estados europeos. Este populismo libertario de Ayuso ha conseguido arrastrar al resto del PP a un terreno que no es precisamente el que tendría que pisar un partido responsable y alternativa de gobierno. Si no están de acuerdo con las medidas concretas, que digan cuáles aplicarían ellos para cumplir con el 7% de ahorro comprometido con Bruselas. Porque una cosa es no estar de acuerdo con la manera en la que el gobierno español ha gestionado el decreto, y en esto habría bastante consenso, y otra negarse a reducir el consumo con la bandera de la libertad individual. Porque precisamente lo que demuestra tanto la lucha contra el cambio climático como la guerra de Ucrania es que el ahorro energético colectivo es la manera más eficaz de asegurar la autonomía energética europea en el futuro próximo. Y en esta lucha Madrid no puede ser una excepción, una isla energética, como tampoco era una isla vírica en plena pandemia. Si se tienen que apagar las luces de los escaparates de París, Roma o Berlín, también los de Madrid, y por supuesto los de Barcelona.

Ahora bien, empezaría a ser hora de que el gobierno español aprendiera de una vez qué quiere decir esto de la cogobernanza.

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