'Alcarràs', luz entre los melocotones

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Por una vez, “hacer historia” era la expresión adecuada. El triunfo obtenido por la cineasta Carla Simón y su película Alcarràs al ganar el Oso de Oro en la Berlinale –uno de los festivales de cine más importantes, y uno de los galardones más preciados y más prestigiosos del mundo del cine– marca literalmente un antes y un después no solo para esta directora y el equipo que trabaja con ella, sino también para el cine catalán y en catalán. Y, por extensión, para la cultura catalana.

Simón tuvoun debut fulgurante con Estiu 93, una bella reflexión sobre la infancia, la memoria y la familia. Precisamente parece que la familia vuelve a ser uno de los temas presentes en Alcarràs, y por eso al recoger el Oso de Oro lo dedicó a los protagonistas del film: “Las pequeñas familias de labradores que trabajan cada día la tierra para traernos la fruta al plato”. Simón hace bueno el axioma “nulla aesthetica sine ethica” (que muchos vinculamos todavía al poeta José María Valverde). No hay estética sin ética, o, dicho de otro modo: la obra de arte, sin ética, no es arte. En los valores artísticos, la obra de arte entrelaza unos valores morales que también son, inevitablemente, morales y políticos. “Cultivar la tierra es hoy en día, también, una forma de resistencia”. Podremos ver Alcarràs en los cines a finales de abril, y ya lo esperamos impacientes.

No hace mucho, asistimos a una de estas habituales y desagradables polémicas que ponen la lengua catalana en medio del tiroteo político, en esta ocasión por la presencia que, según nuestros gobernantes y los dirigentes de ciertas plataformas, esta lengua merece tener en las plataformas digitales de contenidos audiovisuales. El respeto a una lengua (en este caso el catalán) no es una cuestión patriótica, y no tendría que formar parte del regateo de los políticos, porque es una cuestión de derechos fundamentales, de sentido común y (si me dejan decirlo) de decencia. Es indecente la pretensión que una lengua sea más o menos apta para hacer cine según la mayor o menor cantidad de hablantes que tiene. Naturalmente que filmando en catalán se puede ganar el Oso de Oro, y se puede hacer cualquier cosa, porque es una lengua usada por diez millones de personas, con una potencia cultural equiparable a la de cualquier lengua europea. Es un buen momento para recordar que normalmente nadie nunca, en ninguna parte, pregunta a un cineasta, a un escritor o a un músico por qué filma, escribe libros o compone canciones en catalán. En ninguna parte preguntan esto, salvo en España y en la propia Catalunya. Es tan obvio que la gente canta, escribe o hace películas en su idioma por la sencilla razón que es su idioma, que ponerlo en cuestión da vergüenza.

Tendrían que sentir también vergüenza los que informan del triunfo de Carla Simón intentando tapar el hecho de que sea una película hablada en catalán, o destacando sin venir a cuento que es una película “española”, cuando habitualmente no consideran como “español” nada que esté hecho en ningún idioma que no sea el castellano (solo cuando ganan algún premio). Contra esta oscuridad, Alcarràs es luz dentro de un campo de árboles frutales.

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