Esperando el desenlace

Andreu Mas-colell
3 min
Acte de campanya del president Donald Trump, "Make America Great Again", en Opa-locka, localitat ubicada al comtat de Miami-Dade, Florida

UPF y Barcelona GSEEl martes, esperando el cierre de las urnas en los EE.UU., hilvané un primer borrador de este artículo. Decía: “Biden ha ganado. La pesadilla se empieza a desvanecer. La población del planeta lo celebrará, y también lo hará el propio planeta. No querría, sin embargo, continuar esta reflexión en un espíritu triunfalista, del estilo «ha ganado el bien sobre el mal porque el bien siempre acaba imponiéndose». Lo cierto es que Biden ha ganado por los pelos y Trump ha perdido porque ha tenido mala suerte. Sin el covid todo indica que habría ganado... Trump no será un paréntesis insustancial en la historia americana y del mundo, como muchos habíamos ingenuamente anticipado en 2016. Deja el lastre del Tribunal Supremo y de haber provocado una extremada polarización de la sociedad americana. Trump ha catalizado una corriente de fondo de la sociedad americana. Pero de estas hay varias. Cada cuatro años se confrontan en las circunstancias particulares del momento y mediante un procedimiento electoral muy imperfecto. El resultado ha sido Biden pero, dada la situación de la economía precovid y la inercia del efecto del segundo mandato, habría podido ser Trump”.

El miércoles por la mañana, mientras escribo, la situación es todavía incierta y lo que había escrito el día antes no lo puedo dar por bueno.

Otra vez las encuestas se han equivocado. Parece claro que la disponibilidad de muchos datos, característica de nuestro tiempo, no trivializa la tarea de prever el futuro. Los científicos sociales que las elaboran tendrán que hacer un trabajo profundo de revisión de hipótesis y metodologías.

Otra conclusión: el accidente del covid y de su gestión no ha tenido un efecto tan pronunciado como se había anticipado. Las formaciones políticas de todo el mundo tomarán nota de ello.

Tendremos que continuar esperando, pero podría ser que la confrontación decisiva quede aplazada cuatro años. Hay muchas razones para pensar que las corrientes de fondo, empezando por la demografía, señalan un futuro demócrata (Texas siguiendo el camino de California). Pero esto solo se convertirá en una realidad si el liderazgo político está a la altura. ¿Lo ha estado esta vez? Pienso que era mejorable. Biden es, para todo el mundo, un hombre decente, pero para unos debe de haber fallado su sustancia (demasiado moderado) y para otros su estilo (ausencia de carisma). Se tendrá que investigar (por ejemplo: ¿se ha movilizado lo suficiente al voto afroamericano?), pero yo daría peso a la segunda hipótesis. El carisma es difícil de definir pero existe. Kennedy, Clinton y Obama tenían. Biden, no. Y, mal que nos pese, también tiene Trump para un segmento no pequeño de la población americana.

Con unos EE.UU. liderados por Trump ahora, o posiblemente por otros Trumps en el futuro (lo que ha pasado una vez puede volver a pasar), la UE no puede ni delegar su política exterior ni dejar de dotarse de mecanismos de defensa frente a un trumpismo que puede venir de Washington pero también de dentro mismo de la Unión. Es indispensable y urgente que la UE disponga de estructuras de gobierno mucho más fuertes y, a la vez, que entre todos promovamos la vitalidad de su sociedad civil. Tenemos que aspirar a una UE donde los pequeños y grandes Trumps que puedan levantar la cabeza sean sumariamente y democráticamente derrotados por la acción combinada de la opinión pública y de la actuación de sus instituciones: ejecutivas, legislativas y judiciales. Todo en un marco de fomento de la democracia y del respeto a las libertades fundamentales y los derechos humanos, algo que en el mundo actual es cada vez más característico de Europa. Europa necesita ir más allá del compromiso con los ODS de las Naciones Unidas. Finalmente, una advertencia: la UE que avanza hacia el futuro tendrá que ser más autosuficiente, pero esto no tendría que significar una UE replegada dentro de sus fronteras. En particular, la UE no tiene que querer monopolizar el concepto de Europa. A corto plazo esto importa por el Brexit. Una reelección de Trump complicaría la negociación. En esta circunstancia, el Reino Unido se puede ver abocado a elegir entre una lealtad europea y una atlántica, que no han sido históricamente antagónicas pero que ahora lo pueden parecer. Desde la UE tendríamos que procurar no entrar en este juego. Necesitamos un Reino Unido cercano a la UE y un concepto de Europa que lo incluya. Sería más fácil con Biden en la Casa Blanca pero, en cualquier caso, fortalecer la UE y al mismo tiempo no cerrarla será un gran reto de los años que vienen.

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