Europa olvida Europa

El presidente de EEUU, Donald Trump, junto al secretario general de la OTAN, Mark Rutte.
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La proclamación (creo que se puede llamar así) de la nueva estrategia de seguridad nacional de EEUU ha dejado en evidencia dos aspectos en los que existe consenso. Por un lado, la necesidad que tiene Europa de generar una hoja de ruta propia, lejos del atlantismo que tantas veces le ha servido de excusa. Por otro, lo lejos que está de tal cosa la Unión Europea actual.

El inmovilismo europeo –en las materias más decisivas, que van desde la autonomía energética y tecnológica hasta la inmigración– nace del miedo, el mismo miedo que ha acabado alimentando un repliegue ideológico que algunos confunden con rearme (literal y metafórico) y que no conduce a otra cosa que a la autodestrucción. ¿Puede la Unión Europea acabar deshaciéndose? Por el camino que lleva y por cómo lo ha recorrido en los últimos años, del Brexit hacia aquí, no es un horizonte inimaginable. Si esto llegara a suceder, aunque a algunos les parezca lo contrario, Catalunya saldría muy directamente y muy especialmente perjudicada. España también, por supuesto. Puesto que lo hemos mencionado, el Brexit ha sido un magnífico ejemplo de cómo una imbecilidad impulsada por unos pocos puede acabar siendo levantada como bandera por una mayoría. El resultado sólo puede ser calificado de calamitoso para todos. El combustible que dio fuerza al Brexit fue también el miedo: take back control, decía uno de sus eslóganes, como si la pertenencia a la Unión Europea les hubiera hecho perder la capacidad de autogobernarse. Consumado el despropósito, ahora sólo queda lamentarse (en sordina, porque hacerlo en alta voz comportaría tener que asumir los muchos y graves errores que se cometieron), tanto por el Reino Unido como por la Unión.

El momento por el que pasa el atlantismo queda bien expresado no sólo con la agresividad frontal de los MAGA, sino con una OTAN dirigida por un misus de Trump tan lamentable como Mark Rutte. En nuestros días de mandatarios narcisistas y de arribistas sin escrúpulos puede parecer que no, pero tiene todo el sentido volver a leer un texto como La idea de Europa de George Steiner, sobre la importancia que el pasado tiene para los europeos, frente al presentismo y el futurismo americanos. Escribe Steiner (en traducción de Víctor Cuenta en Arcadia): "Cuando Paul Celan llega al Sena para suicidarse, elige el lugar exacto celebrado en la gran balada de Apollinaire, un lugar situado debajo de la ventana de la habitación donde Tsvetàieva pasó su última noche antes de volver a la desolación y la muerte. telaraña de un in memoriam a la vez luminoso y sofocante. Es precisamente esa trama la que Estados Unidos rechaza. Su ideología ha sido la del amanecer y el futuro. Cuando Henry Ford declaró que "la historia es una tontería" estaba dando una contraseña a la amnesia creativa".

La amnesia creativa se ha impuesto; el amanecer y el futuro son centrales en la iconografía fascista. Otro gran europeo, Rimbaud, escribió en uno de los poemas visionarios (en catalán de la mano de Josep Palau i Fabre): "He aquí el tiempo de los asesinos".

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