Una lectora en una librería de segunda mano de barcelona
03/11/2023
3 min

Esto no es propiamente un artículo. Es un panfleto. No seas burros, no seamos perezosos. Lea! Busque el tiempo, siéntese cómodamente, encuentre un rincón tranquilo –en casa, en una biblioteca, en un parque y tome un libro. Aleje el móvil y el estrés. Desconecte de las urgencias. ¿Verdad que no dude en encontrar tiempo para hacer ejercicio? ¿Verdad que se preocupa por comer bien? ¿Verdad que cuida el cuerpo? Pues también es necesario ejercitar y alimentar a la mente. Mens sana in corpore sano, proclamaban los clásicos.

Lea! La mejor manera de hacerlo es con la lectura reposada, dejando que un río de palabras escritas le penetre suavemente, dotando así a su mente de unos potentísimos ojos interiores. Erasmo de Rotterdam lo llamaba "la lectura lenta". Hágalo con música de fondo o envueltos de silencio. (Escuchar música es otra actividad fabulosa. Te hace cosquillas, te eriza la piel y los sentidos. Emociona y serena. Puede acompañar, preceder o epilogar una lectura.) Un buen rato de lectura es música celestial.

Lea! Pero no se engañen: dedicar tiempo a la lectura significa renunciar a otras cosas. Y hay que tener claro que si alcanza su hábito ya no podrá dejarlo. Leer es tan adictivo como el deporte o el buen vino. Como en estos casos, si se hace con medida –volvamos a los clásicos: "De nada, demasiado"– se convierte en un placer irrenunciable. A leer se aprende leyendo. Es una actividad mecánica hasta que se convierte en un arte. Como explica Gregorio Luri, hay un momento en que los niños pasan de aprender a leer a aprender leyendo. ¡Magia! ¿Y cómo se habitúa alguien a leer regularmente? Aquí no hay magia ni secretos: leyendo regularmente.

Lea! Los beneficios de la lectura son muchos y diversos, pero lo mejor es que de entrada nunca sabes de qué te servirá cada lectura. Quizá, como nos recuerda Nuccio Ordine, sólo sea una misteriosa cosa hermosa e inútil. Y sin embargo leer es siempre un suplemento de vida, una especie de vitamina que te asea la cabeza y los sentimientos, te hace más consciente de quién eres y del mundo en el que vives. ¿No es mucho esto? También te hace más tolerante, con los demás y contigo mismo. Rebaja el egocentrismo narcisista que, en mayor o menor medida, a todos nos envuelve. Hace que relativizamos y nos relativizamos. Tiene aún otra virtud espectacular: te conecta con todo el bagaje de quienes nos han precedido. Te permite viajar atrás (y adelante) en el tiempo. Recordar el pasado e imaginar el futuro. Como decía Emili Teixidor, los libros "son la memoria del mundo". Y son a la vez la imaginación del mundo. Teixidor también insistía en que "cuantas más palabras tenemos, más humanos somos", y las palabras se adquieren en serio con la lectura. Leer es "empalabrar" el mundo, decía el filósofo montserratino Lluís Duch.

Lea! Leer es tan infinito como soñar, te abre las puertas a realidades impensadas, te ayuda a imaginar, a fabular. Está a caballo entre soñar dormido y soñar despierto. Alguien te da permiso para entrar en una existencia paralela y, sin darnos cuentate, te la haces tuya. El cine también lo tiene, pero la lectura exige mayor esfuerzo y, como consecuencia, se te mete sutilmente adentro, arraiga en tu cabeza y tu corazón. En el cine eres espectador, delante de uno libro actúes. La diferencia entre la imagen en movimiento y la lectura sería equivalente a viajar en avión oa pie. Desde las alturas ya gran velocidad todo es bonito y fascinante, desde el suelo y poco a poco se ven los defectos pero al mismo tiempo tocas y sientes las minúsculas maravillas: el vuelo de una mariposa, el olor de suelo mojado, la mirada de uno corzo solitario. Una buena película (o serie) va precedida de uno buen libro que le ha inspirado o de un buen guión, es decir, de un texto escrito, palabra a palabra.

Ahora que el planeta Tierra apenas tiene secretos geográficos, en los libros podemos seguir haciendo grandes descubrimientos, como si fueran islas mágicas. Cada libro "un sitio nuevo", escribe Gustavo Martín Garzo. Y en esa época acelerada, Irene Vallejo nos recuerda que cada libro es un aliado "para recuperar el placer de la concentración, la intimidad y la calma".

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