Primer ministro a los 34
El presidente Macron ha nombrado a un primer ministro de 34 años y la edad del nuevo jefe de gobierno, Gabriel Attal, ha llenado titulares en todo el mundo. Y ha generado, también, reflexiones inapelables como las de un colega melancólico que ha sentenciado que “al principio eres más joven que los jugadores del Barça, un día compruebas que eres mayor que ellos, y al día siguiente resulta que ya eres mayor que el primer ministro de Francia”.
De todos modos, desde Jaime I hasta Mozart, pasando por Lennon y McCartney o Jesucristo mismo, y sin ánimo de comparar, la historia está llena de personajes que con 34 años ya han escrito la raya más importante de su biografía. Es la edad en la que se juntan muchos factores: la resistencia física, la fortaleza mental, la capacidad para sentirse una encarnación de los tiempos presentes y proclamar el cambio generacional y la recolección de los primeros réditos de la experiencia. Y curiosamente, también, en que se juntan los réditos de la inexperiencia, lo de “lo hicieron porque no sabían que era imposible”.
Attal ha tenido lo que se llama una carrera meteórica y él mismo pensará que el nombramiento podía verse venir. Asimismo, sabe perfectamente que le han ascendido a número dos para solucionar el problema de impopularidad y de desgaste del número uno: vamos, que es un fusible. De calidad pero un fusible. Bien lo sabe, que lo han utilizado para sacar las castañas del fuego de otro (esta lección se entiende del todo más adelante y de manera amarga), pero esto ahora le da igual, porque esta oportunidad no se puede dejar escapar y se ve en corazón. Y piensa que si las cosas le salen bien, haber sido primer ministro de Francia con 34 años quizá no sea la raya más importante de su biografía política.
