Ahora toca acelerar para formar gobierno

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Borràs, Torrente y Juvillà, durante el acto de Òmnium al Colegio de Periodistas

Finalmente se ha resuelto una de las incógnitas de la nueva legislatura y Laura Borràs ha optado por ser presidenta del Parlament en lugar de vicepresidenta del Govern. El acuerdo, sin embargo, no se cerró hasta el jueves por la tarde, a pocas horas del inicio de la sesión constitutiva del nuevo Parlament. Es el primer acuerdo importante entre las tres fuerzas independentistas -o al menos entre las dos principales, porque no está claro que la CUP vote por Borràs- desde las elecciones del 14 de febrero. Ha pasado, pues, un mes, y en cuanto al pacto importante, el del nuevo Govern, está todo por hacer. De hecho, durante estas semanas se han vuelto a repetir episodios de tensión y reproches mutuos entre los tres partidos, cuando ellos mismos se habían comprometido a cambiar las dinámicas para asegurar un buen funcionamiento del nuevo ejecutivo.

Y no, el precedente de cómo ha ido la negociación por la mesa del Parlament no invita al optimismo, con la CUP y Junts disputándose la presidencia del Parlament y estos últimos esperando hasta el último momento para hacer pública su candidata. La negociación tiene que ser más ágil, porque el país necesita con urgencia un ejecutivo fuerte y cohesionado. Y se tiene que encontrar la manera de vencer las desconfianzas que lastraron la legislatura pasada. Este jueves, por ejemplo, se ha producido la buena noticia del regreso de Meritxell Serret a Catalunya, pero una vez más parece que en Junts no sabían nada. Sería bueno que en cuestiones tan estratégicas como esta el grado de coordinación entre los dos partidos fuera más elevado.

En todo caso, ahora toca acelerar para pactar el programa y la composición del nuevo Govern entre ERC y Junts. Se tiene que acordar la estrategia respecto al Procés, sí, pero también la estructura del ejecutivo, que tiene que adaptarse al nuevo contexto de emergencia sanitaria y reconstrucción económica, y un programa de gobierno sectorial ambicioso pero realista. El objetivo tendría que ser tener una investidura en el plazo de dos semanas y el Govern funcionando para Semana Santa. Por eso habría que negociar en paralelo todos los aspectos y no encallarse en los puntos más conflictivos.

En cuanto al Parlament, es una buena noticia el acuerdo para minimizar el papel de Vox en la cámara firmado por el PSC, ERC, Junts, la CUP y los comunes. Este será, a buen seguro, uno de los retos de la nueva presidenta, que ya tiene la experiencia del Congreso y conoce perfectamente cuáles son los métodos de la extrema derecha. Borràs tendrá que defender el derecho de la cámara a plantear todos los debates políticos, en virtud del derecho a la libertad de expresión y a la participación política, y a la vez asegurar que las iniciativas legales que el Govern apruebe para mejorar la vida de la gente lleguen a buen puerto. El Parlament tiene que ser el reflejo del pluralismo ideológico del país, y a la vez un instrumento que los ciudadanos, todos, tienen que percibir como útil para sus intereses. En este sentido, la presidencia del Parlament comparte una cosa con la de la Generalitat: como principales instituciones del país, las personas que las encarnan tienen que representar también al conjunto de los ciudadanos.

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