Vuelve la guerra a Europa

3 min
Vehicles militares del ejército ruso al este de Ucrania, en la ciudad de Armyansk, Crimea

Vuelve la guerra al corazón de Europa. Ucrania es el escenario y la víctima, y Vladímir Putin, el responsable. Era una guerra evitable, pero no se ha dado margen a la diplomacia. Todo hace pensar que el presidente ruso ya tenía la decisión tomada y que solo ha ido jugando con los tempos. La suya es una respuesta meditada, con delay histórico, esperando un momento propicio para reescribir un pasado –el de la caída de la Unión Soviética y la pérdida de la zona de influencia rusa en Europa del Este– que considera humillante para su idea imperial de Rusia. El nacionalista Putin ha querido volver a lanzar a Ucrania un mensaje contundente en Occidente y en el mundo. Si esta vez, como ya pasó con la península de Crimea, lo consigue con un coste mínimo, habrá ganado otra partida intimidatoria. Y con él el mundo será más inseguro, más peligroso, más militarizado. Ahora mismo ya lo es, con Europa como escenario. Hemos vuelto de golpe a la dialéctica bélica, con una triple guerra: militar, cibernética y económica (con el gas como protagonista y muchos actores secundarios).

Superado el desconcierto que provocó Donald Trump desde la Casa Blanca, y cuando parecía que el mundo de nuevo avanzaba –no sin dificultades ni contradicciones– hacia una multilateralidad diplomática para dirimir las pugnas nacionales y regionales, Putin nos aboca bruscamente al fantasma del pasado más negro. Y lo hace con toda crudeza: esgrimiendo su potencia nuclear, entrando a sangre y fuego para chafar a un enemigo que se ha hecho a medida. El pretexto ruso de una OTAN expansiva es débil y muy discutible: si la OTAN ha ido sumando miembros ha sido precisamente por el miedo y la inseguridad que la Rusia de Putin ha generado a sus vecinos. La invasión de Ucrania no hace más que corroborarlo.

Es una guerra sin justificación. Las guerras que tendría que estar entregando el mundo son contra el cambio climático, el covid, las desigualdades y la misma amenaza nuclear. El ataque de Putin estropea todo esto. Cuando apenas empezábamos a salir de la pandemia, de un día para otro se alteran otra vez los equilibrios geopolíticos y se abre un nuevo periodo de inestabilidad que tendrá un coste en vidas y una segura afectación económica. La secuencia de este siglo XXI es esta: el atentado de las Torres Gemelas abrió una época de terrorismo global, seguida de una dura crisis financiera a partir de 2008, que cuando todavía no estaba superada del todo tuvo un trágico relevo con la sacudida del covid. Y ahora Putin irrumpe con tanques y misiles y hace añicos la vía de la cooperación y la diplomacia.

Ante su agresividad, y ante la inhibición de China, la reacción de las principales potencias del mundo democrático (los EE.UU. y Canadá, la UE y el Reino Unido, el Japón y Australia) no puede ser tibia. El aislamiento económico de Rusia es ahora mismo imprescindible, es una respuesta necesaria que se tiene que ejecutar coordinadamente y con contundencia sostenida en el tiempo, a la vez que se deje claro a Putin el apoyo militar exterior a Ucrania con el refuerzo de la unidad estratégica y disuasoria de la OTAN. Las próximas horas y días serán decisivos para ver hasta qué punto esta doble apuesta sirve para parar la barbarie rusa sobre Ucrania.

stats