ANIVERSARIO

90 años (con interrupciones) del altavoz de la Generalitat

El primero DOGC data de la proclamación de la República del 1931 y establece la restauración del Govern

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NÚRIA ORRIOLS GUIU
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01. El actual director del DOGC con la primera edición.  02. Captura  De la primera edición.
Captura de la primera edición.

Durante los años de Jordi Pujol había un mito que corría entre el personal del Palau de la Generalitat. Cuando el president espetaba su característico “¿Dónde va usted?” si veía a alguien rondando por el Pati dels Tarongers ya entrado el anochecer, había un salvoconducto que no fallaba nunca para poder continuar: “Soy del DOGC”.

El Diari Oficial de la Generalitat ha sido el altavoz oficial de todas las acciones del gobierno de Catalunya desde hace noventa años, cuando se produjo -el aniversario fue la semana pasada- la primera publicación en 1931, que dejaba constancia de la restauración de la Generalitat. “Con la proclamación de la República ha sido restablecida, como expresión de la unidad tradicional de nuestro territorio, la Generalitat de Catalunya”, dijo el primer decreto de la Generalitat republicana el 3 de mayo del 1931. La República apenas se había proclamado el 14 de abril -en Catalunya la catalana y después se aceptó la española por la autonomía- y se ponían las primeras piedras de la nueva institucionalidad.

A partir de entonces, el DOGC, imprescindible para reconocer todas las decisiones del Govern, recoge los hechos más convulsos de la Generalitat republicana, como la aprobación de la ley de contratos de cultivo o la sustitución del president Lluís Companys después del 6 de octubre del 1934, cuando proclama “el estado catalán dentro de la República Federal Española” -como en 2017, esta declaración tampoco se publicó en el DOGC-. “Sírvase del cargo de la Generalitat [...] asumiendo todas las funciones que correspondían al president de la Generalitat”, cita el DOGC del 8 de octubre que nombra a Francisco Giménez Arenas como presidente accidental. El 6 de enero del 1935 el DOGC publica el fin de la autonomía: la ley promulgada por las Cortes de la República que suspende las facultades del Parlament. Su restablecimiento no llegará hasta el 5 de marzo del 1936, una vez el frente de izquierda ha ganado las elecciones españolas. Pero la estabilidad dura poco, puesto que solo cuatro meses después se produce el golpe de estado del 18 de julio contra la República, que comienza la guerra civil. El DOGC del 21 de julio publicaba: “La rebelión fascista ha sido vencida por el heroísmo popular y el de las fuerzas leales. Hace falta, sin embargo, acabar de anihilar en toda Catalunya los últimos núcleos fascistas existentes [...]. Por lo tanto, decreto: las Milicias Ciudadanas de Catalunya para la defensa de la República y para la lucha contra el fascismo”.

El diario oficial siguió publicando con periodicidad hasta el 26 de enero del 1939, el día que cayó Barcelona. Durante la dictadura de Franco, solo hubo dos publicaciones desde el exilio. El 1 de junio del 1956 el DOGC publicitaba un mensaje del presidente Josep Tarradellas: “No olvidemos nunca que todos unidos llegaremos a obtener aquello que durante tantos de años hemos deseado. Para esta obra indispensable, Catalunya necesita de todos sus hijos: es demasiado pequeña para dejar perder a alguno, es lo suficientemente grande como para que quepamos todos”. Y otra edición en 1977, ya hechas las primeras elecciones democráticas después del franquismo, en la que se oficializa la comisión negociadora por el regreso de Tarradellas.

Fue él como president quién encargó a Ricard Lobo, amigo personal y miembro del grupo no alineado de la Assemblea de Catalunya, que recuperara la publicación del DOGC. “Entonces no había nada, ni lápiz ni bolígrafo”, relata Lobo en una conversación con el ARA.

Reconstrucción y Proceso

Después de las elecciones del 1980, Pujol ratifica a Lobo al frente del diario. Nada estaba informatizado: las resoluciones se firmaban y se corregían en el Palau y un motorista las llevaba hasta la Casa de la Caritat, donde se imprimían las ediciones. Con Lobo al frente, el DOGC y la dirección de las publicaciones oficiales crecieron hasta casi el centenar de trabajadores, e impulsaron también las colecciones de la Generalitat con la apertura de la antigua librería en la rambla de Catalunya. Después de Pujol, Pasqual Maragall en 2003 también renueva la confianza en Lobo, hasta que se marcha después de treinta años de experiencia.

La mecánica del DOGC coge otra dinámica con el tripartito, puesto que el papel pasa a ser historia. Raimon Alamany, subdirector general de Publicaciones, lo explica: “Solo valía lo que era electrónico”. Con el cambio, enumera anécdotas: “Un subscriptor nos llamó para decir que cada día desayunaba con el DOGC y lo echaría de menos” o, a raíz del aumento de la letra, otro les escribió contento: “Ahora ya lo puedo leer sin gafas”.

Pero los años de la pax autonómica acabaron con el Procés. El Tribunal Constitucional los advirtió en 2017 por el referéndum y Jaume Domingo, actual director general de la Entidad Autónoma del Diario Oficial y de Publicaciones, admite que fue una “época dura” en el organismo. El DOGC publicó la ley de referéndum y la de transitoriedad, pero no la proclamación de la República. Durante el 155, todo tenía que pasar por el filtro de la Moncloa y es por eso que el decreto 2/2018 no existe: el president, Quim Torra, nombró a los consellers presos y exiliados, pero el gobierno español nunca dio luz verde y no se publicó. Con el nombramiento de los nuevos consellers (decreto 3/2018), se puso fin al 155 y el DOGC, como la Generalitat, recuperó su autonomía.

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