Déjame decirte

La apuesta por los presupuestos y el fiscal

El presidente español, Pedro Sánchez, en el Palacio de Marivent de Palma después de despachar con el rey antes de las vacaciones.
02/08/2025
4 min

MadridEste año el mes de agosto será un espejismo. Nos lo debe parecer a todos, porque quien más quien menos querría desconectar y salir del ruido permanente. Pero no va a ser fácil. Los tiempos que corren tienen mayores aires preelectorales que nunca. El PP viene pidiendo elecciones desde el inicio de la legislatura. Esto no es novedad. La novedad es que ahora sí parece que podemos empezar una etapa algo más rápida con final en las urnas. No resulta baladí, en este sentido, que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, se haya comprometido a presentar un proyecto de presupuestos para 2026Los populares no creen que llegue a hacerlo, dicen que ha demostrado ser un mentiroso compulsivo y que no tendrá los apoyos suficientes, razón por la que en el último momento se echará atrás y acabará por no hacer ninguna propuesta presupuestaria Yo no estoy tan seguro, Sin embargo, las previsiones demoscópicas no lo justifican ni lo explican todo. Creo que esta vez el líder socialista tiene ganas de jugar fuerte en la partida de los presupuestos.

Sánchez es consciente de que la legislatura ha entrado en fase de lo que en el mundo del tenis se llama el tie break. Faltará un año o faltarán dos por ir a votar, pero a partir de ahora el juego se acelera y ya no es prudente dedicarse a alargar los puntos. A Sánchez le interesa y le conviene medir bien los tiempos, trabajar a fondo con el calendario, y poner a todo el mundo delante de un espejo. Éste es el sentido del anuncio que este año presentará un proyecto de cuentas del Estado para 2026, es decir, una propuesta presupuestaria cerrada y coherente con el perfil social de una etapa de aprovechamiento de los buenos datos macroeconómicos. Se trata de emplazar al resto de fuerzas parlamentarias y ajustar cuentas, nunca mejor dicho. Es una especie de moción de confianza inversa. En este caso, no la pide la oposición para intentar demostrar la debilidad del gobierno. Ahora la presenta el presidente del ejecutivo para que tengan que mojarse todos, sobre todo los que han sido hasta ahora sus aliados. La jugada tiene riesgo, sin duda alguna. Pero para todos.

El papel de los socios

Si el gobierno no logra la aprobación de unos presupuestos eventuales, muchos titulares dirán que ha quedado demostrada una vez más su debilidad parlamentaria. Y no les faltará razón en esto. Pero habrán quedado demostradas más cosas, como la preferencia mayoritaria por el tacticismo, en lugar de la apuesta por el interés general. Negar un fin de legislatura con presupuestos sólo se explica como opción de supuesta eficacia electoral. Se entiende en el caso del PP, cuyo único objetivo es el primer partido de la oposición. Sin embargo, sería un papel más difícil de asumir en el caso de los socios de investidura. Incluso Junts, que insistió meses atrás en la conveniencia de una moción de confianza, debería pensárselo a fondo. Cabe recordar que la efectividad de la amnistía depende en parte de la justicia europea, pero sobre todo del Constitucional, que debe resolver los recursos de amparo de Puigdemont y otros.

Hemos venido a este mundo a sufrir, pero no a sufrir inútilmente a la gente. Nadie sacará provecho de una legislatura sin cuentas renovadas. Si el PP gana las próximas elecciones, no será por haber obtenido ese éxito, sino por un conjunto de factores relacionados con el desgaste general del gobierno y su pérdida de credibilidad, en parte a manos de los jueces. Ahora bien, es comprensible que juegue fuerte en este tiempo de tie break y apueste por la derrota parlamentaria de Sánchez por las mismas razones que intentó tumbar la reforma laboral que está siendo los fondos de escena de los 22 millones de ocupados en el conjunto del país. En cambio, quienes hasta ahora han estado apoyando suficiente al gobierno como para impedir su caída, ¿qué beneficio obtendrían de una derrota del PSOE en una de las que pueden ser las principales iniciativas de toda la legislatura?

Por eso, si Sánchez juega realmente fuerte con esta propuesta y no se echa atrás, su juego se habrá convertido en la mencionada moción de confianza inversa, porque los que resultarán desafiados serán los que han estado jugando últimamente con el tira y afloja. Esto es como lo que hizo el líder socialista de retirarse cinco días para reflexionar si se marchaba de la política. En ningún momento pensó dejarlo. Pero estuvo más que nunca en el centro de la atención general, aprovechando la adopción de un perfil de víctima de una ofensa para intentar volver con más brío. Ahora Sánchez, felino de siete vidas, utiliza ese otro punto de la partida de tenis político para lanzar fuerte la bola, a ver cómo se lo devuelven desde el fondo de la pista.

El fiscal ante el nuevo año judicial

Otro terreno en el que el gobierno juega fuerte es el de la causa contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. La izquierda judicial está muy preocupada por el precedente que representa este caso, con peticiones de 4 a 6 años de cárcel por la presunta filtración de datos secretos sobre los delitos fiscales de los que está acusado el empresario Alberto González Amador, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso no quiere entregar al jefe de García Ortiz. rey Felipe VI, en la apertura del año judicial. -BK_SLT_LNA~ Ciertamente, en este caso la imagen resultará insólita. estudiante suspender temporalmente a García Ortiz como medida cautelar. Para el gobierno y la izquierda judicial el problema es que se haya llevado a juicio a un fiscal general y que se le pueda llegar a condenar sin pruebas objetivas de su supuesto delito. Desde este ámbito se subraya el voto discrepante del magistrado Andrés Palomo, contrario a la decisión de sentar en el banquillo al fiscal del Estado. Sin duda, el caso es todo un test sobre el papel que pueda jugar el Supremo en relación al pulso por el poder entre gobierno y oposición.

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