DEMOSCOPIA

¿Un referéndum con tres opciones en Catalunya?

Vuelve el debate sobre este tipo de consultas, a pesar de que son muy poco habituales internacionalmente

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JORDI MUÑOZ
4 min
Una fotografía de un punto de votación en Sants durante la consulta del 9-N

BarcelonaEsta semana la coordinadora de Catalunya en Comú, Jéssica Albiach, ha vuelto a poner encima de la mesa una vieja propuesta de su espacio político: un referéndum con tres opciones en que la ciudadanía pudiera escoger entre la situación actual, más autogobierno y la independencia. De hecho, en la consulta del 9-N de 2014 se empleó una pregunta un poco barroca pero que en esencia daba estas tres opciones. En Escocia antes de 2014 esta opción también se planteó, pero se descartó.

A pesar de que tienen ventajas, porque facilitan que todo el mundo tenga una opción más próxima a sus preferencias, el hecho es que los referéndums con tres opciones o más son muy poco habituales. Aun así, internacionalmente se pueden contar más de cien. No hay que ir mucho lejos: Andorra celebró en 1977 un referéndum con siete alternativas sobre la reforma política. No hubo ninguna mayoría y en 1978 se hizo una segunda vuelta entre las tres opciones más votadas. Tampoco resultó concluyente. En 1982 la ciudadanía andorrana pudo votar para elegir entre un sistema electoral mayoritario, proporcional o mixto, y tampoco hubo ninguna opción claramente mayoritaria.

¿Cómo se determina?

De hecho, la experiencia andorrana ilustra el principal problema de este tipo de referéndums: a menudo no producen un ganador claro. Si se pide que haya una opción con mayoría absoluta, entonces es muy probable que no haya ninguna. Por el contrario, si se proclama ganadora la opción que tenga más votos que las otras, sin requerir mayoría absoluta, es probable que se acabe eligiendo una opción con un apoyo social bajo y que, en el fondo, no sea la preferida.

Por eso hay alternativas para hacer el recuento que tienen en cuenta no solo la primera preferencia, sino también la orden de preferencias entre el resto de alternativas. La más famosa es el conocido como método Condorcet. Gana aquella opción que, sumando primeras y segundas preferencias, se impone a las otras dos. El problema es que hay casos, poco habituales, en que se producen situaciones que no generan ningún ganador: es la famosa paradoja definida por el marqués de Condorcet en el siglo XVIII, a pesar de que ahora sabemos que cinco siglos antes Ramon Llull ya la había descubierto y hablaba de ello en sus manuscritos perdidos Ars notandi, Ars electionis y Alia ars electionis.

Una alternativa para evitar la paradoja es el método Borda, en que los electores asignan puntuaciones (0, 1 y 2 puntos) a las diferentes opciones en función de sus preferencias, y gana la que tiene más puntos acumulados. Otro sistema que se utiliza a menudo es el llamado voto alternativo, que consiste en una especie de segunda vuelta instantánea: la opción menos votada se elimina y sus votos se reparten entre las otras dos en función de las segundas preferencias expresadas por los votantes.

Visualización de los datos

¿Qué resultado habría?

Para estudiar esta cuestión podemos utilizar datos del Centro de Estudios de Opinión de 2020, que en una encuesta pidió a los encuestados que expresaran su primera y segunda preferencia entre tres alternativas: la comunidad autónoma, el federalismo y la independencia.

Con el investigador Raül Tormos hemos analizado estos datos para entender cómo funcionaría un referéndum con estas tres opciones en Catalunya. Ponderando los datos, en la encuesta había un 36% de partidarios de la independencia, un 30% de partidarios del federalismo y un 33% de partidarios de la comunidad autónoma. Aun así, entre los federalistas había más que preferían una comunidad autónoma antes de la independencia que no al revés. En el gráfico se puede ver la distribución de primeras y segundas preferencias.

Si se decidiera el resultado por mayoría simple ganaría la independencia. A pesar de que no se puede descartar que, anticipando el resultado, una parte de los federalistas o de los autonomistas eligieran la otra opción para impedir una victoria independentista: en estos referéndums el voto estratégico es habitual. En cambio, si se pidiera mayoría absoluta, el referéndum no sería concluyente: ninguna de las tres opciones se le acerca.

Por el contrario, con los métodos Condorcet y Borda se impondría claramente el federalismo. Porque a pesar de ser la opción con menos apoyo en primera preferencia, es la segunda opción de la mayoría de independentistas y de autonomistas. En cambio, si se optara por el voto alternativo, o segunda vuelta instantánea, la opción federalista quedaría anulada de entrada, porque es la que tiene menos votos, y después se impondría la autonomía, porque entre los federalistas hay más que prefieren esta opción que no la independencia.

Por lo tanto, de los cinco métodos que se podrían emplear para determinar el resultado en un referéndum con tres opciones, hay uno en que se impondría la independencia, uno en que no produciría ningún resultado concluyente, dos que favorecerían el federalismo y otro en que ganaría la autonomía. No es difícil anticipar las dificultades para acordar la pregunta, las opciones y el método de recuento. Eso sí, los politólogos disfrutaríamos de lo lindo.

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