Medio ambiente

El atún rojo, el lobo del Mediterráneo

Los pequeños pescadores denuncian que la voracidad de este animal está dejando los mares sin otros peces

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A principios de los años 2000 los atunes estaban en grave peligro de extinción, pero la protección internacional ha aumentado mucho el número de ejemplares.

TarragonaA principios de este siglo la población de atún rojo era muy baja y se temía que pudiera incluso desaparecer. Su gran condena es el buen gusto de su carne, muy apreciada en todas partes y especialmente en países como Japón. Ante el riesgo de que este animal desapareciera –y con él, todo el negocio que se ha creado con su carne–, la comunidad internacional reaccionó y en 2006 aprobó un plan de recuperación que empezó a aplicarse en el 2007 y que ha sido un éxito incuestionable. La barra libre terminó: se limitó la pesca y se empezó a controlar el número de ejemplares. Quince años más tarde, ya no hay nadie que considere que el atún está en riesgo y, de hecho, empiezan a haber voces que denuncian que incluso hay demasiados y que su voracidad está dejando los mares sin peces.

"El atún se ha convertido en el lobo del Mediterráneo", dice Raül Garcia, coordinador de pesca de la ONG WWF en España. Este ecologista sigue los atunes desde hace más de veinte años y conoce muy bien al sector de la pesca. También sus inquietudes. Los pescadores, cada vez más, acusan a estos animales de ser el origen de buena parte de sus problemas.

Control internacional

El atún es un animal que hace largas migraciones. Atraviesa mares y océanos y fronteras políticas. Es por este motivo que la protección y pesca de este animal no depende de la Unión Europea, sino de un órgano que representa a países de todo el mundo: la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT, por sus siglas en inglés). El ICCAT fija cada año cuántas toneladas de atún se pueden pescar en el Atlántico este y en el Mediterráneo y reparte una cuota por diferentes países o comunidades. Según el último reparto, los pescadores de la Unión Europea pueden pescar cada año 40.000 toneladas de atún rojo. Después, la UE reparte esa cantidad entre los distintos estados. En España tocan 6.783 toneladas. A partir de ahí, es el turno del gobierno de España, que es quien determina cuántas toneladas de atún puede pescar cada pescador.

"El reparto es legal porque lo dice la ley, pero es totalmente injusto", denuncia Mari Carmen Díaz, presidenta de la Federación Nacional de Pesca Artesana (FENAPA). De todos los atunes rojos que se pueden pescar en el Estado, el 87% son para flotas industriales (que suelen exportar lo que pescan a otros países) y sólo un 11% son para los pescadores artesanos, es decir, pequeñas embarcaciones que, mayoritariamente, se encuentran en Canarias, Estrecho y Mediterráneo. Por último, existe un 0,7% reservado para las flotas de palangre en superficie. La distribución se decidió a partir de la historicidad: quien nunca había pescado atún no tiene derecho –por eso países como Alemania no pueden pescarla–, y entre los que sí se habían dedicado se hace un reparto en función de los kilos capturados en los últimos cinco años.

"Se hizo un traje a medida para los pescadores industriales", denuncia Díaz, quien recuerda que el artículo 17 de la ley de pesca de la UE fija que los estados miembros deben hacer un reparto utilizando "criterios objetivos y transparentes, incluidos los de carácter medioambiental, social y económico". La presidenta de FENAPA critica que "cuya política social tanto hablan no se genera con la flota industrial, sino con los pequeños pescadores", y denuncia que ahora que la población de atunes ha crecido tanto, los pelágicos "tienen muchos más depredadores ". "La presencia del atún está terminando con los bancos de pesca", concluye.

"Nadie nos ha regalado nada"

El gran pescador industrial de atún rojo en Cataluña es la empresa familiar Balfegó, de la Ametlla de Mar, a la que le correspondían este año 2.830 toneladas; es decir, el 41% del total de la cuota española. "A nosotros nadie nos ha regalado nada", defiende Juan José Navarro, el director adjunto del grupo. Navarro recuerda que esta empresa familiar lleva 25 años solo pescando atún, y destaca el riesgo que tuvieron que asumir. "Nosotros hicimos algo en un momento en que todo el mundo podía hacerlo. Y sufrimos el plan de recuperación, que supuso una protección muy fuerte. Hicimos la travesía por el desierto mientras otros seguían pescando pez espada u otros peces. Y ahora cada uno recoge el fruto de lo que hizo", dice. Navarro también defiende que, a nivel internacional, si su empresa no hubiera apostado por el atún "ahora España no tendría ninguna cuota", y considera que "es de justicia" que se dé más derecho a pesca a quien ha permitido estado español sea el país europeo con una mayor cuota.

El director general de Política Marítima y Pesca Sostenible, Sergi Tudela, reconoce que "la percepción de los pescadores es que hay muchos atunes en el mar y que nadie puede pescarlos", y muchos denuncian que la presencia de este animal tan voraz les está reduciendo la población de pelágicos. "Esto se ha evaluado científicamente y se ha visto que la falta de stock no es por culpa de la abundancia del atún", dice. La investigadora del CSIC Mercedes Blázquez coincide y concluye que "no se puede culpar a los atunes de la falta de pescado". La científica admite que "seguro que tienen algo que ver", pero asegura que uno de los principales factores de la falta de pez es "el incremento de la temperatura". Y recuerda: "Cualquier contaminación, todo lo que le hacemos en el planeta, provoca que tengamos menos de todo".

Liberar 1.400 ejemplares

Otro de los problemas que genera la pesca de los atunes entre los pescadores es la liberación de los ejemplares que superan la cuota permitida. Este año, por ejemplo, las embarcaciones del grupo Balfegó pescaron las 2.830 toneladas permitidas en tan sólo una semana. Fueron a buscar los atunes frente a la costa de Ibiza y los trasladaron vivos con unas jaulas bajo el agua. Sin embargo, cuando llegaron a L'Ametlla, los inspectores del ministerio de Agricultura y Pesca les estaban esperando y con unas videocámaras comprobaron el número de atunes y su peso medio y detectaron que se habían accedido en un 5% ( existe tolerancia hasta un 10%).

Las piscinas donde engordan los atunes capturados.

El grupo Balfegó trasladó los atunes autorizados hasta las piscinas que tienen para el engorde y posterior venta y tuvo que devolver los ejemplares que sobrepasaban la cuota mar adentro. Aquellos más de 1.400 ejemplares de atún de aproximadamente 150 kilos cada uno se liberaron en la costa catalana, lo que provocó aún más malestar entre los pescadores, que les acusan de soltarlos en medio del caladero donde ellos pescan. Tudela reconoce que, en algunas ocasiones, "los atunes abortan las operaciones de los pescadores porque asustan a los peces", y asegura que han pedido al ministerio que obligue a liberar a los ejemplares sobrantes más lejos de la costa. Por su parte, desde el grupo Balfegó defienden que actúan como establece la ley: "La normativa fija a qué distancia se debe soltar el pescado y se hace con presencia de los inspectores", explica Navarro.

Un animal voraz que puede alcanzar los 600 kg

Los atunes que se pescan suelen pesar unos 150 kilogramos, pero estos animales pueden alcanzar los 600 kg. Se trata de unos animales muy voraces y que necesitan mucha comida para aumentar de peso. Para ganar un solo kilogramo deben tragarse cerca de 15 kg de pescado. Otra gran característica de estos animales son sus habilidades bajo el agua: pueden llegar a los 75 km/hy tienen una gran resistencia que les permite realizar grandes migraciones. También tienen la capacidad de adaptarse a distintas temperaturas, lo que permite verlas nadar en aguas muy frías o tropicales. A principios de los años 2000 estaban en grave peligro, pero gracias a la protección internacional ha aumentado mucho su número de ejemplares.

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