Cinco claves para un envejecimiento saludable (y envidiable)
La alimentación, las actividades y las relaciones sociales son determinantes para mantenerse activo
GeronaHay personas de 90 años más activas que algunas de 30. Pero también hay otras que, con 80, apenas pueden realizar ninguna actividad sin el apoyo de alguien más. Por tanto, ¿cuáles son las claves para envejecer de manera saludable y envidiable? Lo responden la psicóloga e investigadora del Grupo de Investigación Envejecimiento, Cultura y Salud de la Universidad de Girona (UdG) Pilar Monreal; el médico geriatra y vicepresidente de la Sociedad Catalana de Geriatría y Gerontología, Jordi Amblàs, y la enfermera y directora de la residencia Les Vetes de Salt, Àngels Teixidor.
1- Hábitos saludables
Suena como una cantinela o un tópico, pero los expertos consideran que es fundamental mantener unos hábitos saludables a lo largo de toda la vida. “Debemos pensar que el envejecimiento comienza cuando nacemos”, recuerda Amblàs, que enumera las claves para hacerse mayor de forma más sana: “Evitar una vida sedentaria, tener una buena alimentación y hacer ejercicio”. Según el médico, hay estudios que han comprobado que la carga genética tiene un papel muy limitado respecto a cómo envejece cada persona: "No más del 10%". “El resto, más del 90%, depende de otros aspectos: algunos individuales (si la persona se cuida o tiene alguna enfermedad) y otros que dependen del entorno (la contaminación ambiental o los ambientes rurales)” . Para Teixidor, además de promover los hábitos saludables, la administración debería poner a disposición de la ciudadanía “actividades físicas como el yoga” para hacerse mayor de forma más sana “y retrasar al máximo el ingreso en una residencia ”. Y Amblàs añade que se ha comprobado que diseñar programas de ejercicio físico específico para cada persona "mejora la capacidad de autonomía y de supervivencia".
2- Actividades y motivaciones
"Para un envejecimiento activo es importante despertar la curiosidad y el interés de cada persona, para que busquen actividades que sean útiles para ellos: desde voluntariado hasta empezar unos nuevos estudios por el placer de aprender", propone Monreal, que subraya que sobre todo debe escucharse “qué es lo que les interesa”, porque no todo el mundo da el mismo significado a las mismas cosas: “A las personas les mueve lo que tiene sentido para ellas, y si es útil para d otros, mejor, porque a ellas les da más sentido”. El vicepresidente de la Sociedad Catalana de Geriatría apunta que está comprobado que si alguien mantiene una vida social "no sólo activa, sino activista", envejecerá mejor. “Son personas mayores pero tienen altas capacidades más allá de jugar a cartas. Pueden apuntarse a la universidad o liderar actividades sociales gracias a sus conocimientos y experiencia”, defiende Amblàs. Teixidor cree que deberían promoverse espacios como los centros cívicos donde hubiera personal que pudiera ayudar a alguien si llega en silla de ruedas o no sabe utilizar el ordenador. “Pero no hay que encasillarles con servicios ya destinados a las dependencias. Tienes que ofrecer actividades y servicios que tengan en cuenta el proyecto vital de cada persona”, dice la directora de la residencia. Además, para Monreal deben crearse lugares donde las diferentes generaciones compartan y se relacionen, no hacer “espacios sólo para las personas mayores”. "Las personas mayores también deben decir y pedir qué es lo que quieren", insiste.
3- Red de relaciones sociales
Hay mucha gente mayor que vive sola. Pero para la investigadora de la UdG deben diferenciarse dos tipos de soledades: la querida y la no querida: “Es diferente estar solo que sentirse solo”. Para quien no quiera estar tan solo, deberían promoverse acciones desde el punto de vista comunitario. “Voluntarios que van a ver a abuelos, vecinos que acompañan al médico oa comprar. Ya hay iniciativas que se hacen y podrían hacerse, pero eso también significa recursos. Si al mundo sanitario le faltan recursos, al ámbito social, que es la hermana pobre, ¡imagínate!”, lamenta Monreal. El médico recuerda que, precisamente durante la pandemia, se ha hecho evidente la necesidad y la importancia de la socialización: "Está estudiado que las personas con menor grado de socialización tienen una peor calidad de vida y un peor pronóstico vital". Además, Teixidor recalca que es importante tener relaciones más allá de la familia para tejer "una red de apoyo para que cuando te falte alguien, sea la pareja o los hijos, puedas tener ayuda de alguien".
4- Medir la fragilidad
Desde el punto de vista médico, Amblàs cree que debería revisarse la medicación que toma la gente mayor. “Existe un elemento paradójico: que, a medida que se hacen mayores y acumulan más enfermedades, tienden a tomar más medicación. Pero no sabemos a partir de qué punto tomar más medicamentos puede dañar más que bien”. Asimismo, cree que la medicina debería ajustarse a las necesidades de cada persona. “Más allá de saber técnicamente cómo se puede curar a alguien, debemos plantearnos qué es clínicamente deseable: quizás una persona prefiere vivir muchos años, o vivir menos pero manteniendo su autonomía funcional”. Por eso cree que sería muy útil introducir el concepto de fragilidad en el mundo sanitario, y utiliza una metáfora para contarlo. “Cuando nacemos tenemos el depósito de salud lleno. A medida que nos vamos haciendo mayores se va vaciando, pero cada persona lo vacía a velocidad distinta. Para saber cómo está el depósito deberíamos medir el grado de fragilidad antes de elegir un tratamiento”. Y pone un ejemplo que se ha puesto de manifiesto durante la crisis sanitaria: en el caso de alguien de 80 años con el “depósito vacío”, no tiene sentido plantear el ingreso en la UCI, porque sería más perjudicial. "Pero si tiene el depósito lleno, sí tendría sentido".
5- Transformar las residencias
“Las residencias como las entendemos actualmente deben tender a desaparecer”, dice contundente la directora de Les Vetes, que defiende que sería mejor dotar a un sistema de apoyo a domicilio: “Como en casa no se está a ninguna parte, y ahora las personas vienen en las residencias a regañadientes”. De hecho, Teixidor expone que, en los últimos años, ha cambiado el perfil de los usuarios: antes eran personas que se sentían solas o habían enviudado con autonomía, pero ahora la mayoría son personas con mayor o menor grado de dependencia. "Es un perfil que sería el de sociosanitario, no de residencia", puntualiza. La directora apuesta por un modelo de “minicasetas” con unidades de convivencia de máximo doce personas, donde cada uno tenga un espacio privado con habitación, aseo, algo de cocina e, incluso, una habitación extra por si viene algún familiar a visitar -lo.
Monreal también cree que debería atender a las personas de manera individualizada: “Nada de todo el mundo a las 9 en el desayuno ya las 10 en el lavabo”. “Atención centrada en las personas significa pensado en la persona, no sólo con sus necesidades, sino con lo que quiere”. Además, para la psicóloga deben situarse las residencias en el centro de los pueblos y abrirlas para que ofrezcan otros servicios que pueden ser útiles para la comunidad. "Por ejemplo, destinar una parte del edificio a una biblioteca para todos los vecinos, para que sean centros vividos por diferentes tipologías de personas y para diferentes usos". "No que estén apartadas para que no se vean", matiza Monreal. Pero, sobre todo, para Teixidor es básico dotar a los centros de trabajadores “calificados, formados y que se puedan ganar bien la vida, y no que sólo se solicite un certificado como se hace ahora”.