

Una concejala del PP valenciano de Godella, municipio de l'Horta Nord, se desahogó durante el pleno consistorial del pasado jueves insultando la memoria del poeta Vicent Andrés Estellés. Fue como respuesta a una pregunta del grupo de Compromís, que se interesaba por saber qué se había hecho de un mural de cerámica del artista Cuca Balaguer en homenaje al poeta, instalado en el 2015 en un edificio municipal con motivo del XXVII Encuentro de Escuelas en Valenciano, que vale es la conciencia de no ser nada si no se es pueblo". Compromís se había ofrecido a custodiar los paneles cerámicos del mural. Pero la respuesta de la edil María Lurueña fue rabiosa: "Estellés es el poeta del odio, la ordinaria y el catalanismo". Y añadió: "Los paneles los trinchamos y los utilizamos para tapar hoyos, y ya está".
A Estellés sin duda le habría divertido que un personaje como esta concejala le calificara de ordinario. No le hubiera sabido mal tampoco que le tildara de catalanista, porque lo era, aunque, como sucede con los grandes poetas (Estellés lo es, uno de los grandes poetas del siglo XX, y no sólo en catalán), su obra es recomendable para cualquier lector que no sea un sectario o un ignorante contento de serlo, como la susodicha Lurueña. Ahora bien: poeta del odio, ciertamente no. Al contrario, dentro de su obra (pienso ahora en un libro extraordinario, El gran fuego de los garbones) son frecuentes las expresiones de solidaridad y aprecio por las víctimas del odio fascista, cuya memoria el partido de María Lurueña sí defiende y protege, como también hacen sus socios de Vox.
Godella rima con Morella, la monumental localidad de Els Ports, rica en historia y paisaje, que Estellés evoca escribiendo: "Un pectoral cotidiano de piedra, / la inscripción profunda del anillo". Son versos que causan la admiración de Joan Francesc Mira, otro de los grandes escritores valencianos de nuestro tiempo en catalán. Forman parte, los versos, del poema Documento de Morella, que a su vez es una pieza de lo enorme Mural del País Valenciano de Estellés, un mural hecho no con cerámica, sino con palabras. Son cosas que la concejala Lurueña no es capaz de entender, y con las que ella se limitaría, ufana, a tapar hoyos. De hecho, a la derecha nacionalista española, eso de echar gente dentro de hoyos, poetas y no poetas, les viene de atrás.
El exabrupto de la concejala godellense tuvo el acierto, tal vez inconsciente, de ser evacuado el 27 de marzo, cuando hacía años de la muerte de Estellés y se daban formalmente por cerrados los actos de conmemoración del centenario de su nacimiento. Es una anécdota más dentro del carnaval grotesco que vivimos cotidianamente, si se quiere, pero también es un recordatorio de la profunda aversión que sienten las extremas derechas por los escritores, pensadores y artistas que consideran contrarios a su visión patriotera y fanática de las cosas. Vienen tiempos oscuros, y los parásitos de la vida pública los anuncian.