Hombre, de 43 años y extranjero: el perfil del sinhogar en Barcelona
Más de 1.300 personas viven al raso, la cifra más alta desde que se realizan recuentos
BarcelonaHombre, de unos 43 años, nacido en el extranjero y venido a Barcelona con el objetivo de encontrar trabajo. Éste es el perfil mayoritario de las personas que viven en la calle en la capital catalana, que según el último recuento se elevan a las 1.384, la cifra más alta hasta la fecha. Son datos del informe Vivir en la calle en Barcelona. Radiografía de una ciudad sin hogar, elaborado por la Fundación Arrels a partir de la encuesta realizada a 685 personas que vivían en la calle en Barcelona en junio de 2023.
Más concretamente, el 87% de las personas sin hogar son hombres, el 9% son mujeres, el 1,3% son mujeres trans (en los dos últimos casos ha aumentado un punto porcentual respecto al año anterior) y el 1,2% son de género no binario. Tienen una media de edad de 43 años (uno menos que en el 2022) y se concentran en las calles de los distritos de Ciutat Vella (24%), el Eixample (22%), Sants-Montjuïc (15%) y Sant Martí ( 14%). Las personas inmigradas siguen sobrerrepresentadas (74%) –en el padrón municipal son el 29% del vecindario– y, de media, las encuestadas llevan cuatro años y cinco meses al raso, lo que representa un repunte respecto al último informe, que era de cuatro años y cuatro meses.
"Estamos muy lejos de la estancia media que había antes de la pandemia, cuando era de tres años y cinco meses. Cuanto más tiempo callejero más difícil es que una persona por sus propios medios pueda revertir la situación", ha advertido este miércoles a la directora de la entidad, Beatriz Fernández, en la presentación del informe. En cuanto a las necesidades básicas, como la alimentación o la higiene, una de cada cuatro personas (concretamente el 26%) considera que no puede cubrirlas.
Una vivienda de alquiler, último lugar donde han dormido a cubierto
Las más de mil personas que viven al raso han vivido historias de subsistencia y vulnerabilidad diversas, pero una problemática que afecta a muchas es la crisis de la vivienda: alquilar un piso en la capital catalana ya vale de media 1.193,4 euros al mes, un 1,3% más que hace tres meses. El último alojamiento de un 36% de las personas encuestadas fue una vivienda de propiedad (8%) o –sobre todo– de alquiler (28%). Es decir, se trata de personas que tenían un lugar relativamente seguro en el que vivir y pasaron a dormir al raso. Los principales motivos que explican la pérdida de la vivienda (más allá de haberse quedado sin trabajo) son porque ya no podían seguir pagándola y porque fueron desahuciados. "Si una persona está en la calle es porque el derecho a la vivienda no se está haciendo efectivo. Se necesitan políticas de vivienda y se necesitan políticas laborales", ha reivindicado la responsable de la entidad.
De forma paralela, para dos de cada diez personas entrevistadas (18%), el último alojamiento ha sido un servicio institucionalizado, como albergues, prisiones, viviendas con el apoyo de entidades sociales, centros sociosanitarios o centros para niños y jóvenes. "Nos plantea el reto que encuentran las personas desinstitucionalizadas para conseguir un alojamiento estable", ha valorado Fernández. "La Generalitat y el Estado están hablando de políticas de desinstitucionalización, pero la realidad que nos muestra esta encuesta es que estos individuos encuentran como única salida vivir en la calle", ha insistido. La responsable de la entidad también se ha referido a la necesidad de limitar la temporalidad de los recursos habitacionales, algo que el Ayuntamiento de Barcelona puso sobre la mesa en el mes de mayo, cuando explicó que estaba trabajando en un nuevo sistema de gestión de los alojamientos temporales de urgencia (ATU) que preveía limitar su estancia a seis meses. "Estas duraciones no pueden ser limitadas porque para salir adelante es necesario revertir una situación que necesita mucho tiempo", ha manifestado, y ha pedido "espacios de baja exigencia" que ofrezcan "seguridad" a las personas sin hogar.
Sin atención social durante el primer mes
Los datos del informe también alertan de otra realidad "punzante": sólo dos de cada diez (19%) de las personas que viven en la calle en la ciudad de Barcelona reciben algún tipo de atención social –pública o privada– durante el primer mes que viven al raso. Así, las personas más desatendidas son las que llevan menos tiempo en la calle y las más jóvenes. Esto se ve agravado por el hecho de que sólo la mitad de los que llevan menos de un mes duermen a la intemperie consideran que pueden cubrir sus necesidades básicas, como son la alimentación y la higiene.
"Durante el primer mes estamos llegando tarde. La atención social se va incrementando a medida que hace más tiempo que vives en la calle –ha lamentado la responsable de Arrels–. No sólo hace falta prevención para que las personas no acaben en una situación de sinhogarismo, sino también una intervención rápida. Es más fácil revertir la situación cuando hace menos tiempo que se vive en la calle", ha añadido. En cuanto a la atención social, las cifras son especialmente graves en el caso de los jóvenes, que representan al 28% de las personas encuestadas: más de la mitad (56%) de los menores de 25 años y de los menores de 35 años ( 51%) manifiesta no haber recibido atención social pública o privada en los últimos seis meses.