HACIA EL 4-M

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BarcelonaMadrid ha presumido de ser un oasis en medio de la pesadilla del covid: una ciudad abierta a Europa y protectora con la economía que, sorprendentemente, consigue mantener el virus a raya. Desde verano, la prensa europea empezó a hablar del milagro madrileño: en la capital española, decían, la gente hace vida prácticamente normal, mientras que en el resto de países -y otras zonas del Estado - luchan para contener el auge de contagios. “¿Cómo lo hacen?”, cuestionaban. Según los epidemiólogos, no lo hacen de ninguna manera. “Madrid no tiene motivos para presumir”, afirma el coportavoz de la asociación madrileña de salud pública, Fernando García. Todo ello es un espejismo, humo, mera propaganda difundida por su presidenta, Isabel Díaz Ayuso. Lo demuestran los datos epidemiológicos y asistenciales: una transmisión elevadísima durante meses, con hospitales y centros de atención primaria sobrepasados, y con una estela macabra de víctimas mortales.

Madrid es la comunidad que acumula más defunciones por covid según datos del ministerio de Sanidad, un total de 14.994, el 19,1% de las muertes verificadas en España. Los números reales, sin embargo, se estiman mucho más elevados: el mismo gobierno madrileño cifra en 23.781 las víctimas mortales del virus, si se incluyen las personas que no contaban con un diagnóstico en el momento de la muerte pero presentaban síntomas compatibles.

También el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), que radiografía el exceso de defunciones sin tener en cuenta la causa de la muerte, constata que Madrid ha perdido 18.720 personas más de las esperadas coincidiendo con la pandemia: 14.150 entre marzo y junio de 2020; 1.459 entre julio y septiembre; 1.253 entre octubre y diciembre, y 1.858 entre enero y abril de 2021.

Con 6,7 millones de habitantes, Madrid concentra 222 víctimas mortales por cada 100.000 habitantes, cifra que lo convierte en el quinto territorio más castigado por el covid. Ahora bien, y a pesar de que Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón y la Rioja tienen unas tasas brutas más elevadas, son territorios con una población más envejecida, lo que sobrestima su mortalidad porque el virus se ensaña con los más mayores de 60. Solo Castilla-La Mancha -considerada una conurbación de facto de Madrid- la supera en número de muertes.

Gente mayor excluida de los hospitales

La Comunidad de Madrid también es el territorio con más mortalidad por covid de las zonas con más población -Andalucía (114 casos por 100.000 habitantes) y Catalunya (185)- y, de hecho, el riesgo de morir en la capital española es cuatro veces superior al del resto del Estado. No obstante, la mayor parte de la mortalidad se concentró durante la primera oleada “a expensas de la población de las residencias, que fue abandonada, con la orden expresa de no derivarlos a los hospitales públicos”, explica el epidemiólogo del Centro Nacional de Epidemiología Javier del Águila.

Oficialmente, 6.243 personas han muerto en las residencias madrileñas entre marzo de 2020 y abril de 2021, pero se sospecha que hay muchas defunciones indocumentadas. Del Águila recuerda que Ayuso aprovó un protocolo que impedía trasladar a los hospitales a la gente mayor de geriátricos y que ni tan solo medicalizó los centros, aunque así lo había ordenado el Tribunal Superior de Justicia. En las residencias se han vivido escenas dramáticas: el ejército encontró a personas mayores conviviendo con muertos, y el Palacio de Hielo se tuvo que convertir en una morgue . "Todas las comunidades hicieron lo imposible por acceder a las residencias, aunque fuera tarde, pero Ayuso se ha negado en todo momento que fueran de su competencia –denuncia Del Águila–, su gestión es de la peor catadura social y ética".

Después de una horrorosa primera ola, Madrid no ha vuelto a sufrir picos de mortalidad repentinos. Ahora bien, la transmisión es siempre tan elevada que el goteo de víctimas es imparable, "comosi hubiera tres accidentes de autobús a la setmana", dice García. La curva de las defunciones se acelera o se contiene, pero nunca baja, y los epidemiólogos atribuyen esta dinámica al hecho que la presidenta madrileña no aplica restricciones que limiten la interacción social. Y las medidas que despliega, dicen, tienen un “efecto cuestionable”.

Como los confinamientos de las áreas básicas de salud, que afectan sobre todo a barrios desfavorecidos. “No hay ningún tipo de control para asegurarse de que la clausura se cumple", indica Del Águila. O la estrategia de hacer tests de antígenos masivos, defendida en Catalunya por el infectólogo Oriol Mitjà. Hasta ahora se han hecho un millón de estas pruebas y solo un 0,5% han dado positivo. “Son una herramienta para aparentar que se preocupa por la gente, queda muy bien decir que harás pruebas a un barrio entero, pero no ayudan a hacer aislamientos o a reducir la tasa de positividad ”, explica García.

Ayuso también se ha enorgullecido varias veces de controlar los contagios siempre que se disparan, a pesar de que a veces se tratara de una falsa sensación de control derivada de la decisión de no hacer PCR a los contactos. Los datos la refutan: la incidencia más baja que ha registrado Madrid desde el verano pasado ha sido de 191 casos por 100.000 habitantes en diciembre y ahora, en plena cuarta olea, la tasa acumulada es de 388 diagnósticos.

“Trumpismo sanitario”

Y mientras el virus circule libremente, las camas de cuidados intensivos (UCI) tendrán que asumir el aluvión de enfermos a cosa de desatender a otros. Madrid es la comunidad con más camas de UCI (45%) por covid y el Hospital Isabel Zendal, "monográfico para epidemias", no es de gran ayuda. Al contrario: se nutre de sanitarios trasladados forzosamente desde otros hospitales y como no está equipado adecuadamente, cuando los enfermos se complican deben derivarse. "El Zendal es injustificable desde una perspectiva de gestión sanitaria: supone un gasto económico innecesario que se podría haber destinado a contratar 9.000 profesionales sanitarios con una remuneración adecuada y mantener los ambulatorios abiertos", resume García.

“Ayuso hace trumpismo sanitario: gasta recursos ingentes al lucirse, construyendo el Zendal-, pero mantiene la hostelería abierta”, critica Del Águila. Los epidemiólogos subrayan que hay al menos veinte estudios revisados en todo el mundo que demuestran que el cierre de bares y restaurantes es una de las medidas más efectivas para disminuir la incidencia y la mortalidad. Pero Madrid se niega en rotundo. “Y ha subestimado tanto el riesgo que esta actitud ha acabado calando en el comportamiento de la población”, lamenta, en referencia a las imágenes de terrazas y locales atestados.

"Puede ser la envidia de los hoteleros de toda España, porque Madrid está haciendo creer que sale más beneficiada que el resto, pero no es así", afirma contundente García. El experto insiste que abrir bares y restaurantes es asumir muchos riesgos para la salud de la población. Además, aunque Ayuso haya hecho de la hotelería su bandera y haya clamado que Madrid prioriza la economía, es la única comunidad que no ha destinado ningún recurso económico al sector y el descenso del PIB madrileño en Madrid el 2020 fue del 10,3%, muy similar al 10,8% del conjunto estatal.

García califica de “desastrosa” la gestión de Ayuso porque, asegura, siempre se ha impuesto la confrontación política a los criterios científicos: “Si los epidemiólogos acabamos en el lado anti-Ayuso, no es porque todos seamos de izquierdas, sino porque no actúa basándose en la ciencia”.

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