Josep Gonzàlez-Cambray: “No todos los profesores imparten las clases en catalán”

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BarcelonaA las puertas del esperado inicio de curso de este lunes, el conseller de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray, explica cómo se afronta un retorno todavía marcado por la pandemia y responde sobre las necesidades y retos que tiene que encarar el sistema educativo catalán.

¿Ya está todo a punto para el inicio de curso?

— Tenemos el trabajo hecho, abrirán los cinco mil cuatrocientos setenta centros educativos del país. Hemos aprendido de lo que pasó el curso pasado y tenemos muchas ganas. Hemos trabajado con Salud para que todos los centros tengan planes de actuación preparados y, por lo tanto, mañana empezamos con máxima prudencia, máxima seguridad, pero también máxima presencialidad. 

Con las medidas sanitarias y la suma de la vacuna a los de más de 12 años, que ahorrará cuarentenas, ¿la presencialidad será todavía más alta que el curso pasado?

— Estamos convencidos. La escuela se tiene que hacer desde la escuela. La pandemia nos ha enseñado muchas cosas, y una es esta. Somos más conscientes de que la escuela se tiene que hacer presencial, con la comunidad educativa. Hemos adaptado las medidas sanitarias, no las hemos relajado. Por ejemplo, las familias ahora podrán entrar en los centros educativos, las actividades extraescolares también se tienen que poder hacer y en el patio, con mascarilla, se podrán mezclar grupos burbuja, que esto era una cosa que pedían mucho los niños y niñas, poder jugar en el patio con compañeros de la otra clase. Y, después, usted apuntaba a un tema que también es muy importante: cuando un alumno de un instituto, a partir de 12 años, tenga la pauta completa y hayan pasado catorce días después de la segunda dosis, no tendrá que hacer cuarentena.

¿Se plantean vacunar en los mismos centros justamente para estos alumnos que están en la edad en que se pueden vacunar?

— Hay un 63% del alumnado de 12 a 15 años que lleva la primera dosis, y un 73% inmunizados entre los 16 y los 19. Y estos van recibiendo la segunda dosis. Ya hace días que estamos vacunando. Si hay que reforzar algún ámbito, alguna zona, alguna zona educativa, algún barrio, porque vemos que en aquellos institutos tenemos tasas de vacunación algo más bajas, pues lo haremos.

Más allá del covid, han anunciado un plan de salud mental. ¿Qué han detectado entre los alumnos?

— El estado emocional de un niño está directamente relacionado con su aprendizaje. Nosotros teníamos el programa Salut i Escola desde hace años con Salud, pero la pandemia ha provocado situaciones que hemos vivido por primera vez, situaciones que incluso no nos habíamos imaginado que viviríamos, y esto ha generado un impacto en los alumnos. Tenemos claro que tenemos que reforzar este acompañamiento y necesitamos un termómetro que más allá de las impresiones nos diga con evidencias cuál es la situación emocional de nuestros jóvenes. Con el departamento de Salud pasaremos un cuestionario a todo el alumnado de quinto, sexto de primaria, ESO, bachillerato y formación profesional. Una vez dispongamos de esta información, actuaremos.

¿Qué les preguntarán?

— El cuestionario se está definiendo. Lo que queremos es ir más allá de la salud mental, acompañar al alumnado en cómo gestiona sus emociones.

¿Han detectado que hay señales de alarma?

— Cuando visito escuelas e institutos, este es un tema que sale siempre. Las diferentes direcciones y los claustros nos transmiten que el alumnado tiene situaciones en su entorno que requieren este acompañamiento emocional y que hay que dotarles de herramientas, de competencias. Hay un proyecto que ponemos en marcha también este curso: unos puntos de encuentro en los institutos donde los adolescentes puedan expresarse y puedan compartirlo entre ellos, y esto irá acompañado de una aplicación de inteligencia artificial que lo que hará es ir identificando palabras con unos algoritmos y después poder sacar suficiente información y poder adaptar las respuestas a lo que nos van diciendo estos alumnos. 

Hablando de salud mental, pero también de comportamientos y de situaciones que pasan los jóvenes, este verano hemos tenido la noticia de un fenómeno que no es nuevo, el de los botellones. En los botellones seguro que hay muchos estudiantes. ¿El departamento, la escuela, tienen que hacer algo para enderezar este problema o esto es responsabilidad de los padres?

— Tenemos responsabilidades compartidas. Hay responsabilidades de las familias y hay responsabilidades de los centros educativos. Ahora me ha venido a la cabeza aquella frase: “Para educar a un niño se necesita una tribu”. Por lo tanto, esto lo tenemos que hacer entre todos.

El Síndic de Greuges ha criticado que los gobiernos hayan dado falsas expectativas a los estudiantes con la formación profesional. Una madre me comentaba: “A mi hijo le han dicho que tiene el perfil para hacer una formación profesional y ahora no tiene plaza”. No sirve de nada orientar si la administración no hace los deberes. 

— La administración ha hecho los deberes, con la formación profesional también. Hemos tenido una situación excepcional con un 17% más solicitudes de preinscripciones a los ciclos formativos, y hemos aumentado la oferta de plazas, con 6.500. Hay dos ciclos concretos, que son los que tienen más demanda –cuidados auxiliares de enfermería y sistemas microinformáticos y redes–, que ya los ofertaba el Institut Obert de Catalunya (IOC) y lo que hacemos es ampliar toda la oferta a través de la IOC para que nadie se quede sin plaza para hacer estos cursos. 

Por lo tanto, ¿cuántos alumnos de FP cree que no tendrán plaza?

— De los alumnos que quieran hacer ciclos formativos de grado medio, estamos convencidos de que todos tendrán plaza presencial, y si alguno no tuviera en los dos ciclos más solicitados, tendrían la opción de hacerlo a distancia en la IOC.

Hace décadas que oímos que se tiene que prestigiar la FP, pero ha tenido que venir una pandemia para que el interés se dispare. Esto no lo han hecho las administraciones, sino el mercado, un poco el sentido común de la gente.

— En parte también lo han hecho las administraciones, si me lo permite. La calidad impartida en nuestros ciclos formativos cada vez es más alta y estamos ante un reto de modelo como es la FP dual. Pero hago una reflexión importante: tenemos que ser capaces de orientar, pero también de hacer una oferta que realmente responda a las necesidades del mercado laboral, hay que encontrar este equilibrio.

En el acuerdo de gobierno entre Esquerra y Junts decía que había que avanzar hacia la plena gratuidad de la educación y la igualdad de condiciones del profesorado. ¿Esto cómo lo concretarán? Porque ahora, por ejemplo, los profesores de la escuela concertada trabajan más y cobran menos y la concertada cobra cuotas y la pública tiene otro régimen.

— Le respondo cómo lo haremos después de explicarle un poco el sentido de por qué tenemos que hacer esto: porque no nos podemos permitir la segregación escolar. Es importante que todas las escuelas financiadas con fondo público reflejen el alumnado y las familias que viven en aquel entorno educativo. Las familias tienen que elegir un centro educativo en función del proyecto educativo y no en función de con quién estudian sus hijos. Todas las escuelas financiadas con fondos públicos tienen que reflejar de manera equilibrada alumnos vulnerables, alumnos con necesidades educativas específicas… En este camino, hace falta seguro incrementar la financiación, pero esto tiene que venir acompañado sí o sí de un cobro de cuotas que no sea el que es hoy y otros elementos.

¿La concertada hace lo suficiente para atacar la segregación?

— Muchos centros concertados, muchísimos, hacen una función social. Lo que hace falta es: mismas reglas de juego para el servicio educativo de Catalunya y, a partir de aquí, los que no lleven a cabo estas reglas, pues no tienen que recibir dinero público.

Como sabe, hay una preocupación muy extendida sobre el uso del catalán entre los jóvenes y, en muchos casos, la escuela es el único contacto con el catalán de muchos catalanes. ¿Este es un peso suplementario que tienen que llevar? ¿Y cómo lo piensan llevar?

— Es un ámbito que nos preocupa y nos ocupa. La escuela en Catalunya, en catalán. Es la única manera de igualarnos, nos da equidad y nos da igualdad de oportunidades. Esta escuela es un modelo de éxito, pero tiene razón que con el tema del uso social nos tenemos que poner. Tenemos que dotar nuestros profesionales de las herramientas para que también puedan hacer este acompañamiento, con unidades didácticas, con los profesionales de lengua y cohesión social bien orientados a este ámbito, a partir de este curso. 

¿La escuela en catalán es un éxito a todos los niveles? Quiero decir: ¿infantil y primaria es una cosa y los institutos son otra? ¿Está seguro de que todos los profesores de ESO y bachillerato imparten el 100% de las clases en catalán?

— No las hacen, no. Y, por lo tanto, lo que tenemos que hacer es actuar haciendo el acompañamiento para que nuestros profesionales impartan sus clases en la lengua vehicular del sistema educativo catalán, que es el catalán. Nos hace falta, antes, disponer de toda la información para tomar las mejores decisiones. Le decía que tenemos la impresión que no está pasando que todos nuestros profesionales impartan las clases en catalán y, por lo tanto, hay que ver qué está pasando, hacer un diagnóstico de la situación y, a partir de aquí, tomar decisiones. 

¿Por qué no pasa? ¿Porque los chicos no lo entienden, porque son institutos en barrios donde ha habido inmigración reciente?

— Precisamente este es el trabajo que tenemos que hacer ya, identificar cuáles son los elementos que hacen que tengamos margen de mejora y actuar. Estamos diseñando un proyecto para que este año podamos empezar a hacer este acompañamiento, disponer de toda la información y después estructurar y crear un método para llegar a los centros donde más se requiera.

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