Presión por un bachillerato flexible y menos angustioso

Educación prepara una modalidad general que mezcle materias y no solo prepare para la selectividad

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Estudiantes en un examen de la selectividad el julio pasado a la Facultad de Economía  y Empresa de la UB.

Barcelona"Un bachillerato que ilumine la cara de los chicos y chicas cuando hablen, que les oriente hacia puertos de futuro, que les permita escoger y profundizar. Que recoja el legado de un curriculum crítico y creativo de la ESO y eleve el deseo de seguir aprendiendo. #canviemelbatxillerat". El tuit de Susanna Soler, la directora del Institut Montgròs de Sant Pere de Ribes, escrito durante las vacaciones de Navidad, solo quería recoger una idea que le rondaba por la cabeza desde hace tiempo, después de ver cómo muchos de los alumnos de bachillerato "sufren, lloran y tienen ansiedad". Pero el tuit empezó a recibir apoyo y ha acabado siendo la chispa definitiva para impulsar Canviem el Batxillerat (Cambiemos el Bachillerato), una iniciativa a la que ya se han adherido 60 docentes a favor de reenfocar estos dos cursos para hacerlos más flexibles. Una muestra más del hervor que hace tiempo que se cuece y que pide cambios en la educación postobligatoria.

Al frente del proyecto están también dos profesoras que enseguida respondieron al tuit de Soler. "El bachillerato es una etapa muy intensa, que coge a los alumnos en una edad especial en que deben elegir qué quieren ser, y se añade la presión de las PAU y la mentalidad finalista de este examen", apunta Fanny Figueras, coordinadora pedagógica del Institut Moisès Broggi de Barcelona, que lamenta el "corsé" que suponen para los estudiantes y para los profesores estos dos cursos. "Se cambian cosas en primaria y en la ESO, pero cuando llega el bachillerato damos pasos atrás", afirma. Para evitar este retroceso en su centro, Maribel Tarrés, directora del Institut Jaume Cabré de Terrassa, hace tiempo que piensa cómo quiere que sea el bachillerato en este instituto de nueva creación. "Nuestros alumnos tienen margen porque no llegarán a bachillerato hasta dentro de dos cursos. Si nos pusiéramos a cambiar cosas enseguida, entrarían en un bachillerato diferente", augura.

Una propuesta abierta

El punto de partida de las tres profesoras está claro: "No puede ser que nuestros hijos estén haciendo el mismo bachillerato que hicimos nosotros hace 30 años", dice Tarrés. A partir de aquí, todas las propuestas pueden ser debatidas y todas las voces escuchadas. La suya es una propuesta abierta, no un manifiesto ni un decálogo con unos puntos prefijados. "No tenemos ninguna hoja de ruta ni un bachillerato definido. Tenemos solo ideas: que los alumnos no sufran tanto, que sea una etapa más abierta y más flexible", dice Soler. Lo primero que han hecho es dar voz a los chicos a través de un cuestionario para que expliquen cómo viven ahora esta etapa y qué cambios harían.

El objetivo general, explican, es dejar de ver el bachillerato como la antesala de la universidad. "Muchos profesores piensan que el bachillerato solo sirve para hacer la selectividad y no recuerdan que muchos alumnos hacen bachillerato para ir a un ciclo superior", dice Tarrés. "Es como si no hubiera ningún otro camino, cuando en realidad debería haber muchas bifurcaciones. Aún tenemos mucho trabajo como sociedad porque llevamos mochilas cargadas de prejuicios", añade Figueras. Las profesoras creen que el problema es del sistema educativo, que hace elegir (y encasilla) a los alumnos a los 16 años. "Si haces el científico no puedes hacer historia del arte. ¿Por qué si eligen algo, deben dejar todo lo demás? Nos gustaría un bachillerato más transversal, sin materias, en el que cada alumno pueda construir su itinerario personalizando su aprendizaje”. 

¿Es una idea inasumible? El departamento de Educació dice que trabaja desde hace unos meses en un nuevo decreto que tiene que introducir cambios sustanciales en el bachillerato "para que no se oriente exclusivamente a las PAU, sea competencial, más flexible y con itinerarios más personalizados", explica al ARA Maite Aymerich, directora general de Currículum i Personalització. "No queremos renunciar al conocimiento, pero tenemos que hacer que este conocimiento sea útil", dice. Los planes del departamento, que se han anunciado tras la aparición de Canviem el Batxillerat, son crear una nueva modalidad general en que los estudiantes tengan la posibilidad de "testar otras ramas del conocimiento" y elegir sobre la marcha, sin tener que especializarse de entrada en una de las tres opciones que ahora hay (científico / tecnológico, humanístico / social y artístico). Es lo que ya hacen en Nueva Zelanda o Escocia, y lo que ya recoge la ley Celaá.

Aymerich confía en aprobar el decreto en un año y que entre en vigor el curso 2022-23, por lo que al año siguiente la selectividad podría incorporar cambios para adaptarse al nuevo bachillerato. Una previsión optimista teniendo en cuenta que las conversaciones con las universidades acaban de empezar.

Nuevo modelo de las PAU

La selectividad es, de hecho, el gran corsé del bachillerato. Ya hace años que alumnos y docentes claman por un nuevo modelo de las PAU, y el curso pasado 31 escuelas e institutos levantaron la voz para denunciar que son "un freno para los procesos de transformación educativa". Como estos centros, para las impulsoras de Canviem el Batxillerat la propuesta máxima también es eliminar las PAU, pero saben que antes hay que dar pasos más pequeños. "Si hacemos cambios en el bachillerato, deberán hacer cambios en las PAU", expresa Figueras.

Sin esperar el impulso de la administración, las tres docentes han comenzado a trabajar en ello en sus centros. En el Institut Montgròs se esfuerzan por no romper las tareas globalizadas que hacen en la ESO haciendo ámbitos duales en el bachillerato, que les permiten trabajar por proyectos mezclando castellano y filosofía o historia del mundo contemporáneo e inglés. En el Broggi intentan exportar al resto de bachilleratos las particularidades del internacional, como el aprendizaje servicio, que promueve la responsabilidad social de los alumnos y la participación en entidades o asociaciones del barrio. Así, han impulsado la Brogginale, en la que alumnos de las diferentes modalidades de bachillerato se agrupan para responder a una pregunta con formato audiovisual. "No les ponemos nota y ningún alumno ha preguntado por ello. Es algo extraordinario que hacen ilusionados", dice Figueras.

¿Menos nivel?

Todo ello, sin embargo, levanta recelos en ciertos sectores educativos, que temen que estos cambios supongan una rebaja del nivel educativo. "¿Qué quiere decir nivel? ¿Nivel para responder a exámenes? Yo pregunto a los profes de mi instituto: «¿Cómo sabes que un alumno ha aprendido algo después de hacer un examen? ¿Tus alumnos tendrán ganas de seguir leyendo o leen solo para tener una nota? » Para mí es más importante que tengan ganas de seguir leyendo que no que saquen un 9 en el examen", dice Figueras.

Según las impulsoras, las cifras de abandono escolar en la postobligatoria evidencian la urgencia del cambio. Dos de cada diez alumnos que comienzan primero de bachillerato no pasan a segundo: cambian a la formación profesional, repiten curso o dejan de estudiar.

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