PANDEMIA

Las incertidumbres de vacunarse durante el embarazo

No hay datos que indiquen que vacunar a embarazadas es peligroso, pero sí que hay sobre los riesgos de pasar el covid-19 en proceso de gestación.

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El 2014 un estudio exhaustivo de la OMS llegó a la conclusión que las vacunas eran seguras tanto para las embarazadas como para las mujeres que daban de mamar a sus hijos

Una de las dudas que preocupan desde que ha empezado la campaña de inmunización contra el covid-19 es si es peligroso dar alguna de las vacunas aprobadas hasta este momento a las embarazadas, por los posibles efectos que puedan tener sobre ellas mismas o sobre los fetos. Lo mismo pasa con las madres lactantes y sus criaturas. Como el diseño de los ensayos clínicos de cualquier producto hace que solo se tenga tiempo y recursos para probar una serie de condiciones, normalmente no se buscan voluntarios de edades extremas (muy jóvenes o muy mayores) ni que tengan enfermedades previas. Las embarazadas y las lactantes entran en este grupo que no suele incluirse en las pruebas iniciales, y esto es lo que ha pasado también en el caso del covid-19. Pero saber si una vacuna puede afectar de alguna manera en el desarrollo del embrión o del bebé es una información importante que hay que determinar cuando se hacen esfuerzos de vacunación masivos como este, y esto depende sobre todo de la naturaleza del fármaco.

La posición de la OMS

Para resolver esta cuestión espinosa, la OMS ya publicó en 2014 un estudio exhaustivo sobre la seguridad de vacunarse durante el embarazo, que recogía datos de estudios anteriores y también de las farmacéuticas que estaban haciendo un control de sus productos en aquellos momentos. Esto incluía las dos formas más frecuentes de vacunas que se estaban dando entonces: las de virus inactivados (como la de la gripe) y las de virus atenuados (como la de la rubeola o la poliomielitis). Mientras que las primeras no planteaban ningún problema teórico, las últimas podían ser más peligrosas, puesto que contienen virus en un formato que, en algunas ocasiones, pueden infectar y causar la enfermedad contra la que quieren proteger.

De hecho, hacía tiempo que se sabía que la vacuna de la rubeola, como otras atenuadas, puede llegar al feto, y no estaba claro si esto podría dar lugar a malformaciones (lo que se llama teratogenia). Ahora bien, el estudio de la OMS informa que ni en este caso ni en ningún otro estudiado se vio que las vacunas tuvieran efectos nocivos en el desarrollo del embrión ni en la salud de la embarazada.

La conclusión de la OMS, pues, fue que las vacunas habituales no representan un peligro en caso de embarazo y, a pesar de que las de virus atenuados no se recomendarían por defecto en mujeres en esta circunstancia, la medida es puramente de precaución para evitar el paso del virus al feto, puesto que en ninguno de los casos en los que se han vacunado por accidente se han detectado problemas.

¿Se pueden aplicar también estas conclusiones a las vacunas que están hechas con una tecnología diferente, por ejemplo, las de ARN de Pfizer o Moderna, o las de vectores de AstraZeneca o Janssen? A pesar de que el principio que hay detrás de estas vacunas es nuevo, sobre el papel tienen que ser todavía más seguras que las clásicas, porque no contienen virus enteros que puedan provocar una infección en el feto.

Entonces, ¿cuáles son las recomendaciones actuales para embarazadas? Varían según los países. A pesar de que se acepta que todavía no hay datos definitivos que garanticen que no hay ningún peligro, la OMS insiste que nada hace pensar que tenga que haber problemas potenciales para el embrión ni para la madre. Ante esta disyuntiva, una de las opciones más aceptadas es analizar los casos uno por uno y proponer que las embarazadas se vacunen solo si son población de riesgo de complicaciones por covid-19 (las que tienen enfermedades respiratorias o problemas cardíacos, que necesitan dialisis, etc.), o son personal sanitario con un peligro alto de contagio. Las mismas conclusiones servirían para las madres lactantes.

Covid en embarazadas

Se habla mucho de los riesgos potenciales de las vacunas en embarazadas, a pesar de que no haya pruebas que puedan llegar a ser graves. Pero no se habla tanto de los problemas que hay si una mujer gestante coge el covid-19. Y, en cambio, son muy conocidos. Para empezar, tiene un 62% más de riesgo de sufrir una forma grave de la enfermedad y tener que ser hospitalizada que las mujeres de la misma edad, y un 88% más de necesitar ventilación asistida. El SARS-CoV-2 no acostumbra a llegar al feto, pero sí que puede dañar la placenta, lo que hace que aumente tres veces la posibilidad de un parto prematuro. Los datos, pues, sugieren que es más peligroso para una embarazada pasar el covid-19 que vacunarse.

¿Y los niños?

Una duda similar surge cuando se habla de niños. ¿Puede ser que las vacunas del covid-19 no tengan el efecto deseado o que aparezcan complicaciones? No lo sabemos porque todavía no se ha probado, pero lo más probable es que no haya diferencias importantes con los adultos. Ya hay en marcha ensayos clínicos en estas franjas de edad, como los de la vacuna de Pfizer en niños de 12 a 15 años y la de Moderna entre los 12 y los 17. Sabremos la respuesta en los próximos meses, y se espera que antes de finales de año también haya información sobre niños de hasta cinco años. Mientras tanto, la vacuna de Pfizer se recomienda solo a mayores de 16 años y la de Moderna a mayores de 18, y la prioridad sigue siendo vacunar a los adultos de riesgo lo antes posible.

Salvador Macip es investigador de la Universidad de Leicester y la UOC

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