Un cuarto de siglo

El Speakeasy del Dry Martini celebra 25 años de clandestinidad reivindicando la Barcelona "que goza"

El local refuerza la carta e incorpora platos de la gastronomía italiana

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El interior del Speakeasy.

BarcelonaCuántas cosas habrán pasado entre estas cuatro paredes bajo el precepto de "disfrutamos y no nos olvidemos de que debemos pecar también un poco". La persona que nos dio este consejo fue Javier de las Muelas, figura clave del sector de la restauración y propietario del Dry Martini, la coctelería que alberga este restaurante clandestino, ahora "abierto" a todo el mundo. Si haces silencio puedes tener oír la carcajada contagiosa de Teresa Gimpera o Ia Clua, que tantos ratos pasaron en este local que ahora celebra 25 años de existencia.

Nos encontramos en una comida para celebrar la efeméride y no cabe ni una aguja gracias al poder de convocatoria del carismático Javier de las Muelas. El espacio que ocupa el Speakeasy es el almacén del Dry Martini. Mientras comes, el personal va entrando a buscar botellas en las humildes estanterías de metalux, iluminadas por detrás para darle un aire muy característico. El local empezó como un espacio de encuentro privado, en homenaje a los escondrijos de la ley seca. Para llegar era necesario saber el camino, pasando por la cocina, conociendo sus pasillos, la puerta y la contraseña pertinente. Encontraban el miércoles gente de todo tipo. "Empecé a reunir a un grupo de personas. Algunos amigos y otros conocidos. Pero, como en el mejor de los cócteles, buscando ingredientes en su personalidad que nos permitieran debatir durante muchas horas en esta mesa", explica De las Muelas . Menos personas con cargo político, cualquiera podía recibir una invitación. La mesa a la que hace referencia es dónde nos encontramos. Es larga, de madera maciza y de una sola pieza, una auténtica joya. La hora de la convocatoria era las ocho de la tarde y no había hora de terminar. "Nos lo hemos pasado pipa", aunque reconoce que en sus martinis había agua, a diferencia de los de los demás participantes. Ahora ya puede decirlo.

Al principio se servían sólo huevos con patatas, pero ahora se encontrará una oferta gastronómica internacional y elegante que se ha reforzado especialmente con platos italianos. "Tengo debilidad por la cocina italiana. A veces comería de primer pasta y de segundo pasta, y lo remataría con unos ñoquis", lo justifica riendo Javier de las Muelas.

La puerta que conecta el Dry Martini y el Speakeasy

Que la fiesta no pare

La meta del cuarto de siglo tiene importancia en una ciudad tan cambiante. De las Muelas quiso recordar establecimientos que definieron el carácter de Barcelona y ya no están: "Ves viendo que la ciudad va perdiendo establecimientos tan sumamente identitarios ya mí me duele. Esto está pasando en las ciudades. Bienvenido sea cuidar a los locales, porque después lamentamos. Como con el emblemático Vinçon. Deberíamos recuperar la Luna, la Puñalada, el Bar Marfil... Debemos conservar los lugares y no entrar en este mundo de pérdidas".

En este sentido, hizo una gran defensa del patrimonio que representan a los bares, que define como "un plató". "Es tan importante el chiringuito de un barrio de pueblo como el American Bar del hotel The Savoy. ¿Por qué? Porque tienen una función de socialización. Y en estos espacios que son platós se ruedan muchas de las escenas de la vida de las personas. Y, entre ellas, los inicios de las historias de amor".

Seguro que tanto Dry Martini como Speakeasy han presenciado muchas historias de amor y de desamor. El local, distinguido y elegante, recibe ahora una mezcla de público de Barcelona y de extranjeros, que también lo han descubierto. Este aire “cosmopolita”, dice De las Muelas, "es una excusa para que los barceloneses también se arreglen, se pongan guapos. Necesitamos que, como decía el padre de mi mujer, 'hagan gozo'".

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