Preinscripción escolar

En qué debemos fijarnos a la hora de elegir escuela

El clima escolar, la forma en la que la dirección explica el proyecto educativo o el tamaño del centro son algunos de los criterios a tener en cuenta, según familias y expertos

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Una clase en un instituto de Barcelona en una imagen de archivo

El Kai Barril será uno de los miles de niños catalanes que en septiembre empezarán I3. Sin embargo, los meses previos a la preinscripción escolar no están siendo fáciles para sus padres, Iván y Cristina. Ambos confiesan tener “un montón de dudas” en torno a factores como “el tipo de educación; escuela pública o concertada; logística diaria; proximidad al domicilio y al trabajo; las futuras amistades del pequeño; horario escolar, alimentación con catering o cocina propia...”. Todo se ha agravado, subrayan, después de conocer el sistema de puntos que se utiliza para adjudicar las plazas “y que hace que quizás las escuelas a las que tendríamos más opciones de acceder para estar cerca de casa o el trabajo no sean las que más nos gustan”.

Éste es un tema que les angustia, ya que ninguna de las tres escuelas a las que les gustaría acceder se encuentra dentro del área de influencia ni de su domicilio ni de su trabajo. "Una de ellas ya hemos tenido la oportunidad de visitarla y nos ha gustado mucho, y las otras dos nos las han recomendado amigos que trabajan en el sector", explican. Sin embargo, ambos se temen que, si no obtienen puntos por criterios de proximidad, tendrán que escoger un centro en el que haya plazas una vez finalizado el proceso de adjudicación, “que quizá no reúna los criterios que buscamos en la futura escuela de nuestro hijo”.

Como ellos, muchos padres y madres se encuentran inmersos estos días en la elección de escuela antes de realizar la preinscripción escolar que este año será entre el 6 y el 20 de marzo para educación infantil y primaria y entre el 8 y el 20 de marzo, para la educación secundaria.

Captar el clima escolar en las puertas abiertas

Los criterios que encabezan la lista de Iván y Cristina son el modelo de enseñanza, el ambiente educativo y las instalaciones. Por su situación laboral, también valoran los horarios de acogida y que el comedor tenga cocina propia, “ya ​​que tendrá que comer allí a diario durante muchos años”. Finalmente, también tienen en cuenta "los espacios exteriores, los idiomas y las nuevas tecnologías", pero nada se equipara a que "el niño sea feliz y vaya contento a la escuela".

Priorizar las visitas a aquellas escuelas que realicen puertas abiertas durante la jornada escolar es algo que desde la asociación Rosa Sensat recomiendan encarecidamente. Tal y como apunta Mar Hurtado, presidenta de la asociación, "es la mejor manera de captar el clima de los niños". A su juicio, también sería necesario que el centro fuera de proximidad, ya que “la escuela socializa y vincula más allá de las paredes y lo que ocurre dentro”. La también maestra de infantil y primaria también sugiere comprobar cómo trabajan las especialidades –si lo hacen de forma transversal o no– o si utilizan los espacios exteriores “sólo para el recreo o para proponer retos motores”. Por último, Hurtado insta a los padres y madres a escuchar cómo explican el proyecto educativo: “si transmiten convicción, si parece un proyecto consensuado por todo un claustro y si es realista”, ya informarse sobre “qué representatividad tienen las familias”.

Las preguntas que debes hacer en la jornada de puertas abiertas

¿Es necesario que las familias vayan a las jornadas de puertas abiertas de los centros que consideren “finalistas”? La presidenta de Rosa Sensat, Mar Hurtado, les insta a visitar presencialmente tantas escuelas como sea posible. "Hay que hacer preguntas, así como una lista de prioridades antes de ir a visitarlas para no dejarse seducir por una arquitectura muy estética, pero sin un sentido de fondo", apunta. Un par de preguntas que Hurtado recomienda hacer es: "¿Por qué ha elegido este mobiliario?" o "¿Por qué estos materiales?". El objetivo, señala, "es saber si lo que se hace dentro del centro tiene sentido, está hablado, debatido y argumentado".

A su vez, antes de realizar las visitas, la jefa de proyectos de la Fundación Jaume Bofill, María Segurola, sugiere a las familias “hacer una reflexión sobre qué preguntas quieren formular en función de sus criterios y llevarlas apuntadas”. Segurola les insta a visitar tantas escuelas del entorno como puedan, sin exclusión, aunque no sean las que tuvieron en la cabeza a priori. "Les aportará información y tendrán más elementos para decidir", concluye.

El tamaño del centro

Mar Hurtado también apunta como primordial el tamaño de la escuela: “Intentamos priorizar escuelas pequeñas, abarcables, donde toda la comunidad educativa se conoce, más familiar y más cercana”, dice. ¿Qué piensa de los institutos escuela? Para la presidenta, la teoría "es buena y suele convencer, pero a menudo la realidad es otra". Por eso recomienda asegurarse de qué estrategia utilizan para seguir una sola línea de trabajo, ya que, a menudo, dice, son "dos direcciones independientes que trabajan con proyectos y metodologías sin ninguna coordinación entre ellos".

El tamaño del centro fue el que Ángela tuvo en cuenta hace ahora cuatro años a la hora de elegir escuela por Aritz Fernández, su hijo. “Queríamos una escuela pública donde conocieran al niño y la familia y no a un gran centro donde pasar desapercibidos”, afirma. Era "fundamental", sin embargo, que el modelo educativo y los valores "fueran de la mano" de los que siguen en casa, como por ejemplo: "experimentar, tocar, jugar con materiales naturales, aprender divirtiéndose y lejos de pantallas, igualdad y diversidad...” No priorizó, subraya, que desde pequeños tuvieran "una superaula de informática" o hicieran "muchas horas de inglés a la semana".

Fiarse o no de las opiniones de los demás

En el caso de Aritz, la campaña de preinscripción estuvo marcada por la pandemia del cóvid-19 y aunque la presencialidad se sustituyó por vídeos y powerpoints, Ángela reconoce que “no hay nada como ver cómo se expresa el equipo directivo o cómo se comporta el alumnado”. Esto hizo decantar la balanza hacia una de las tres escuelas que habían visitado previamente. "Fue la primera opción a pesar de que no fuera de nuestra zona y tuviéramos menos puntos", explica. Pero la suerte les apoyó y finalmente Aritz accedió para alegría de sus padres, que se sienten “plenamente satisfechos”. "Nunca nada, ni escuela ni personas, serán perfectas, pero para mí es clave la coherencia entre familia y escuela y sentir que mi hijo va feliz allí cada mañana", argumenta.

Otra opción para conocer cómo es una escuela es pedir información al entorno. "Pero siempre que no le haga perder de vista sus criterios de elección y las opiniones que le den no estén marcadas por los prejuicios”, apunta María Segurola, jefa de proyectos de la Fundación Jaume Bofill. Cuando se visiten las escuelas, Segurola insta a las familias a hablar con los padres y madres del centro para que les cuenten lo que más les gusta, así como con las maestras de la guardería y un par de consejos: “Pon en cuarentena los comentarios que le hagan sobre otras escuelas y trate de construir su opinión sólo con información fiable.” Para Segurola, es clave dejar de lado los estereotipos: “Todos tenemos creencias basadas en tópicos y ser conscientes de ello es el primer paso para tomar buenas decisiones”.

La voz de la experiencia

¿Qué consejo les daría a todas aquellas familias que este año se enfrentan al momento de elegir escuela para sus hijos?

“Recomendaría que hicieran caso de su instinto, que hablen con conocidos con experiencia previa y que piensen con calma y con una visión a largo plazo. Al final, en cada casa hay unos valores y es clave intentar que vayan de la mano de la escuela escogida, porque los niños pasarán muchas y muchas horas", dice Ángela, madre de Aritz Fernández.

“Las animaría a realizar trabajo de campo ya visitar muchas escuelas, que hablen con otros padres y con los maestros, que vean si los niños salen contentos. Hay muchos factores, pero al final creo que la decisión se basa mucho en la emoción, en lo que desprende la escuela. También diría que no tengan miedo a equivocarse: la vida es cambio y nada es tan trascendental, se pueden hacer cambios y los niños se adaptan", opina Marta, madre de Bruno y Blanca Llanos.

La diversidad como plus

Aunque la personalidad e intereses del niño y el talante de cada familia también son factores que determinarán la elección, María Segurola matiza que "todos los centros están capacitados para atender y aportar experiencias positivas al niño". No hay que olvidar, prosigue, que, aunque las familias busquen relacionarse con personas de un perfil sociocultural (e intereses) similar al suyo, "la diversidad es un elemento positivo para su educación".

La jefa de proyectos de la Fundación Jaume Bofill señala que es necesario ser conscientes de que una escuela “no debe ser la extensión de nuestra familia o de nuestra casa, sino un espacio donde los niños serán educados en un grupo heterogéneo, con profesionales que tendrán en cuenta sus particularidades y en las que sus intereses convivirán con los del resto”. Y éste, concluye, es precisamente "uno de los valores de la etapa vital y académica que empezarán a partir de ahora".

Conocimientos y calor, binomio ganador

Hace cinco años, eran los padres de Bruno Llanos quienes estaban inmersos en la búsqueda de una escuela para su hijo. Marta, mamá, apunta que deseaban una escuela que estuviera en el barrio. Vivían entonces en Granollers y pensaban –y lo mantienen– que si iban a una escuela cerca de casa, harían barrio y red con las familias del entorno. En el barrio había un par de escuelas y, después de visitarlas, se decantaron por una concertada y religiosa en la que podía cursar desde P3 hasta la ESO. “Buscábamos un binomio entre conocimientos y calidez, un lugar donde Bruno y después Blanca –su hermana, tres años menor– pudieran aprender ya la vez sentirse queridos”, recuerda. Cuando Bruno hacía I4, se trasladaron a una población cercana, con el consiguiente cambio de escuela. Antes, sin embargo, exploraron el panorama escolar a conciencia: “Antes de comprar la casa, visitamos la escuela del pueblo, esta vez pública, para asegurarnos de que el cambio no afectaría a la escolarización de los niños.”

Cuatro años después, el balance es inmejorable. “Me encanta la escuela y estoy muy contenta de haber venido a vivir a un pueblo. Hay muchas zonas verdes y se están criando en la naturaleza, pero no sólo eso, el nivel educativo es alto, pueden hacer extraescolares a la hora del comedor y el equipo de maestros es un manantial”, resume Marta. Los valores de la escuela, además, encajan con los de la familia y "juntos, hacemos una red muy bonita", subraya.

Teléfonos móviles en el instituto

Un elemento que puede ser central este año en la elección de instituto es el uso que hacen los centros del móvil. Desde que el pasado noviembre el movimiento Adolescencia libre de móvil tomara forma y se propagara por toda España desde Cataluña pidiendo aplazar la tenencia de móvil hasta los 16 años, se ha estado debatiendo qué pasaría con estos dispositivos en el seno de los centros educativos. Por último, el treinta de enero, desde Educación dictaron las consignas al respecto: en las escuelas de infantil y primaria la prohibición de móviles sería total, mientras que en ESO, bachillerato y ciclos formativos cada instituto podrá decidir si hace una prohibición total o lo acepta para usos educativos justificados. Por eso Xavier Casanovas, portavoz del movimiento Adolescencia libre de móvil, señala que como en los consejos escolares de los institutos se estará en pleno proceso de decisión de qué vía de regulación elegir, “las puertas abiertas pueden ser un buen momento para exigir en los centros que se declaren libres de móvil prohibiendo su acceso”.

El uso de móviles en la etapa preadolescente preocupa mucho a las familias, que instan a cambiar “la dinámica social enquistada que da por hecho que no hay problema en entregar un smartphone a un niño de 12 o 14 años”. En opinión de Casanovas, es "evidente que será una de las cuestiones más debatidas en las puertas abiertas". Por eso, desde la iniciativa, hacen “un llamamiento a las familias a hacer preguntas sobre las políticas de regulación de cada instituto en caso de que las direcciones no hagan mención de ello”. Al fin y al cabo, estas políticas pueden ser un hecho que las haga decantar a la hora de elegir un centro u otro, más teniendo en cuenta la encuesta que Adolescencia libre de móviles ha realizado en toda Cataluña y que revela que "una gran mayoría de las familias no quiere entregar el móvil a sus hijos hasta los dieciséis años, pero una gran parte lo acaba haciendo ya a los doce por presión social". Por tanto, dice Casanovas, “si el entorno acompaña, tomar la decisión es más fácil, por lo que las familias que tengan claro que quieren aplazar la llegada del móvil a la vida de sus hijos, claramente se decantarán por institutos que opten por una restricción total”.

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