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Cómo detectar que un niño es torpe

Un 6% de los niños tienen problemas de coordinación importantes

Un niño haciendo ejercicios de coordinación
28/12/2024
3 min
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BarcelonaCuando Álex tenía casi cinco años (ahora tiene ocho), sus padres le llevaron al logopeda porque había algunos sonidos que no pronunciaba bien. Aparte de hacerle pruebas fonéticas, preguntaron a los padres si el niño tenía una buena coordinación de movimientos. "Habíamos visto que era un poco torpe, pero nada grave", explica Laura, la madre. En el mismo centro le realizaron un test de motricidad que concluyó "ciertas dificultades leves en coordinación" por su edad. "No es demasiado trazo con el fútbol, ​​también le costó aprender a ir en bici...", comenta la madre. Actualmente hace baloncesto, algo que le va muy bien para mejorar la coordinación de brazos y piernas, y música, en la que trabaja los sonidos también golpeando las manos y los pies. "Con los años ha mejorado", asegura Laura.

El Hospital Sant Joan de Déu deja claro que si un niño tiene poca destreza no debe ser un motivo de preocupación excepto si interfiere "de forma visible" en el desarrollo de sus tareas diarias. El propio hospital cifra en un 6% los menores que tienen problemas de "coordinación importantes" y que pueden llegar a afectar tanto en términos académicos como de integración social. De hecho, el trastorno se conoce como dispraxia o "síndrome del niño torpe" y, en caso de diagnosticarse, es necesario un tratamiento personalizado ya largo plazo. El trastorno, que afecta más a los niños que a las niñas, nada tiene que ver con la inteligencia. "La inteligencia de un niño que sufre este trastorno puede ser perfectamente normal, pero, por alguna razón todavía no identificada, tiene problemas motores o de coordinación", matiza el centro hospitalario.

¿Cuáles son los signos de la dispraxia hasta los cuatro años?

Algunos de los signos que pueden indicar que el niño tiene este síndrome son no subir escaleras correctamente, es decir, no alternar un pie y el otro, tener dificultades para chutar una pelota, no correr con normalidad o no pedalear bien sobre un triciclo . También es una señal no coger bien el lápiz y que le cueste dibujar figuras simples, como un círculo o una cruz.

¿Y a partir de los cuatro o cinco años?

A partir de los cuatro años los signos que pueden indicar que puede haber un problema de coordinación importante son que no mantenga el equilibrio sobre un solo pie por lo menos cinco segundos, que no tire bien hacia delante una pelota o no lo coja al vuelo si alguien se la lanza directamente, que no suba bien a los columpios del parque o que no recorte correctamente formas simples dibujadas sobre papel. También es un indicador si tiene que repetir muchas veces una habilidad manual para aprenderla, como abrocharse los zapatos. "Es importante tratar el problema si existe, porque la mayoría de estudios confirman quela tendencia es que los déficits motores persistan hasta llegar a la edad adulta", puntualiza el Hospital Sant Joan de Déu.

¿A qué edad se diagnostica la dispraxia?

Entre seis y doce años. El diagnóstico, apunta el hospital, se elabora básicamente observando la conducta del niño. El pediatra formula varias preguntas sobre sus hábitos y, en su caso, le pide que dibuje unas determinadas formas o que imite con los dedos una serie de movimientos. En las mismas pruebas también se descartan otros trastornos posibles como alguna afección del neurodesarrollo, de los músculos o del cerebro. "En algunas ocasiones,la dispraxia puede estar asociada a algún otro problema de neurodesarrollo,como TDAH, déficits en el aprendizaje de lectoescritura o problemas emocionales", añade el centro hospitalario.

¿Qué tratamiento se sigue?

Es un trastorno que no se trata con fármacos, sino que se elabora una estrategia a largo plazo para que el niño adquiera las habilidades que le falten. Como ocurre con la mayoría de tratamientos, es más eficaz cuanto antes se empiece y es básico que, además del médico, también se impliquen la familia y los profesores. "Esto no significa presionar al niño. Un niño con dispraxia nunca debe ser acusado de no esforzarse lo suficiente como para aprender una tarea, porque, de hecho, le cuesta un esfuerzo muy importante", deja claro el centro hospitalario. Las tareas que debe ir aprendiendo se planifican con antelación y no puede pasarse a la siguiente hasta que la anterior no esté bien interiorizada, lo que en muchas ocasiones supone una gran dosis de paciencia y muchas repeticiones.

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