Catalán

Adiós definitivo a los acentos diacríticos en catalán

Se acaba la prórroga del IEC para adaptarse a la modificación ortográfica, que deja el catalán con solo 15 diacríticos

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El IEC aprueba la reducción de los acentos diacríticos: adiós  a 'adiós'

BarcelonaCuando el Institut d'Estudis Catalans (IEC) anunció, en octubre del 2016, la reducción de los acentos diacríticos, muchos catalanoparlantes pusieron el grito en el cielo. Los diacríticos son acentos que sirven para diferenciar dos monosílabos y evitar confusión, como pasa en castellano con "té" (la bebida) o "te" (a ti), entre otros. La reforma de la normativa implicó pasar de 150 acentos diacríticos a 15 y eliminó algunos de más utilizados como dóna (da) / dona (mujer), nét (nieto) / net (limpio), adeu (adiós) y ós (oso) / os (hueso). Cuatro años y medio después, se acaba la prórroga que el IEC dio a los medios de comunicación, la administración pública y los centros educativos para adaptarse al cambio. A partir de este jueves cualquier institución o entidad con vocación de servicio público tendrá que aplicar la modificación.

¿Por qué se hizo el cambio?

La primera lista de palabras con diacrítico, elaborada por Pompeu Fabra en 1913, tenía 23 palabras. Más de un siglo después los acentos diacríticos superaban el centenar y los académicos consideraron que había que revisarlos. Estuvieron cerca de dos años y medio decidiendo qué palabras se eliminarían hasta dejar 15. "La lengua evoluciona. Había un decalaje entre las normas ortográficas y la práctica habitual", explica el catedrático de filología catalana y miembro numerario de la Sección Filológica del IEC, Nicolau Dols. Los argumentos para cambiar los diacríticos fueron, sobre todo, "per coherencia y para adaptar la normativa", añade.

La decisión ha implicado una simplificación de la lengua que muchos lingüistas defienden. "Facilita la vida a mucha gente. La escritura es un código, ¿te tiene que ayudar a la pronunciación? Depende del contexto. Muchas veces no pronuncias lo que lees", afirma el subjefe de Lengua del ARA, Pau Domènech. Para niños y jóvenes, que todavía no se los habían aprendido, la nueva norma les hace la lengua más fácil. "A muchos alumnos ya les cuesta poner cualquier acento, la gramática es una batalla muy dura. En bachillerato todavía cometen muchas faltas de ortografía. Ahora es más sencillo", dice el profesor de instituto de catalán Xavier Gual. Desde su punto de vista, sin embargo, esto no necesariamente es bueno. "Es verdad que la lengua es viva, evoluciona y se tiene que ir escribiendo diferente. Pero hay una lucha entre adaptarse a las nuevas demandas y que el catalán pierda matices", reflexiona Gual.

¿Ha sido fácil adaptarse?

Muchos medios de comunicación, escuelas, universidades y editoriales aplicaron desde el primer día el cambio de normativa. "Era evidente que no nos podíamos esperar los cuatro años de prórroga. Los profesores nos aprendimos los cambios inmediatamente y pedimos a los estudiantes que también lo hicieran", explica la profesora de filología catalana de la Universitat de Barcelona Neus Nogué, que considera que para los profesionales de la lengua no ha sido un proceso complicado. "Es cuestión de quitarse el hábito de poner un acento y memorizar la quincena de palabras que lo conservan", dice Nogué.

Para Gual, en cambio, ha resultado más difícil. "He tenido una sensación muy extraña de desaprender. Era como subir a una bicicleta y dar la sensación de que no sabía. Hemos usado bastante los diacríticos, y por eso nos cuesta tanto hacernos al cambio", subraya el profesor de catalán. En el ARA la adaptación de los lingüistas no fue problemática, pero sí que se encontraron situaciones peculiares en cuanto a los redactores. "Ha habido momentos divertidos. Han aparecido acentos nuevos donde no los había y han desaparecido donde que sí que tenían que estar", señala Domènech. En prensa escrita, una de los ex diacríticos más utilizados es soc (soy). "Nos hemos encontrado con gente que enseguida lo ha interiorizado y otras a quienes les ha costado más. También nos ha pasado que algunos le ponían el acento a són (son) cuando este sí que se mantiene", explica el lingüista.

El caso más debatido: ós (oso) / os (hueso)

Uno de los argumentos que más se ha utilizado para rechazar la nueva normativa es que la desaparición de los acentos de algunas palabras puede llevar a confusiones, sobre todo si no hay contexto. El caso de la palabra os , que sin más información ahora puede referirse tanto al animal como al cuerpo humano, es una de las que ha traído más cola. Al final, sin embargo, el IEC lo ha incluido entre los cambios y, por lo tanto, ha eliminado el acento. Para el lingüista de doblaje David Arnau, es la situación más flagrante de la nueva normativa. "A la hora de pasar el guion escrito a la lengua oral es donde más dificultades me he encontrado. Los actores trabajan solos y a veces graban las frases sueltas, sin todo el diálogo. En catalán estándar, el significado de la frase «Em vaig trobar un os al mig del camí [Me encontré un oso/hueso en el medio del camino]» varía en función de la pronunciación", explica Arnau.

Para evitar errores, él ha optado por mantener el diacrítico en situaciones como esta, en la que el intérprete necesita saber como tiene que decir una palabra concreta. En el ARA, en algún caso el acento de ós también se ha mantenido, según Domènech, "porque creíamos que daba pie a un equívoco, pero ha sido el único". El diacrítico de ós estuvo a punto de persistir en la nueva normativa como al final también lo ha hecho el de sòl (suelo) / sol (sol). "Hubo mucha presión por parte de los geólogos y del Incasòl. Argumentaban que en muchos contextos se podían producir confusiones como, por ejemplo, con la frase «El sol és essencial per al creixement del cultiu [El suelo/sol es esencial para el crecimiento del cultivo]». Sin el acento es imposible saber si nos referimos al astro o al terreno", señala Arnau.

En el caso de os, sin embargo, el IEC considera que no es problemático. "Es cierto que podría haber algunos casos descontextualizados en los que haya alguna confusión, pero pasa lo mismo con otras palabras como banc [banco]. Cuando va sola no sabemos si se refiere al asiento o a la oficina financiera", argumenta Dols, que añade: "El diminutivo de ós , ossets, nunca ha llevado acento y no ha habido confusiones. Todos los que se quejan que han perdido el elemento gráfico que permitía distinguir vénen [venden] y venen [vienen] no habían dicho nunca nada con venien [venían], que no lleva acento en ninguno de los dos significados. El contexto asegura que se puedan distinguir".

La opción del diacrítico comodín

A pesar de que la norma es firme, el IEC incorporó un recurso para casos excepcionales: el diacrítico de uso discrecional, que permite utilizarlo en expresiones puntuales o enunciados aislados –como por ejemplo en los titulares de los diarios o en las portadas de libros y a los carteles de películas– en las que es posible más de una interpretación de la palabra. "En el ARA lo aplicamos en títulos de piezas en los que el contexto es limitado. Por ejemplo, «Troben un os en un forat [Encuentran un hueso/oso en un agujero]» llevaría acento o no según el caso", explica Domènech.

El lingüista de doblaje David Arnau también se acoge, a veces, a esta opción. "Procuro evitarla, pero alguna vez me he encontrado con la necesidad de usar el comodín que el IEC ha dejado, el diacrítico optativo. La academia considera que los diacríticos son una convención gráfica y que no aportan información oral pero para nosotros, los lingüistas de doblaje, es una aportación de información a la hora de hacer nuestro trabajo que se nos ha eliminado", añade. 

¿Qué pasará con los disidentes?

Justo hace una semana, el ilustrador Oriol Malet tuiteaba: "La cagada que fue eliminar los diacríticos" y casi cuatro mil personas le respondieron con un me gusta. Él no es el único disidente: entre los contrarios a la nueva modificación está también la actriz Clara Moraleda, que hizo una canción con videoclip musical incluido.

Como ellos, algunos catalanoparlantes todavía se muestran reticentes a la nueva norma. "A partir del momento en que se aprobó, desde el IEC hemos hecho informes de seguimiento. Pronto vimos que una inmensa mayoría de medios de comunicación y la administración pública habían adaptado la ortografía nueva. En las redes veo personas que continúan quejándose pero al final los que tienen proyección, los que sacan libros o diarios, lo han adoptado con gran velocidad y sin muchos problemas", dice Dols, que descarta que "la intención conservadora sea general".

Desde la universidad, Nogué considera que la resistencia "es normal" y no le preocupa especialmente. "También en la época de la primera ortografía hubo disidencia. Entre los contrarios al cambio hay una actitud perezosa por tener que desaprender y a la vez pensar que los que vienen no tendrán que hacer este esfuerzo –apunta la profesora de filología catalana, que quita hierro a la situación–. Es cuestión de tiempo, al final todo el mundo se irá adaptando". 

Estos son los 15 acentos diacríticos que se mantienen

  • (bien) - Be (oveja)
  • Déu (Dios) - Deu (debe)
  • És (es) - es (se)
  • (mano) - Ma (mi)
  • Més (más) - Mes (mes)
  • Món (mundo) - Mon (mi)
  • Pèl (pelo) - Pel (por el)
  • Què (qué) - Que (que)
  • (sé) - Se (se)
  • (sí) - Si (si)
  • Sòl (suelo) - Sol (sol)
  • Són (son) - Son (sueño)
  • (té) - Te (te)
  • Ús (uso) - Us (os)
  • Vós (usted) - Vos (os)

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