Literatura

"Si blandes un libro delante de un tanque no lo detendrás"

Abdulrazak Gurnah, premio Nobel de literatura, presenta la novela 'A orillas del mar'

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Abdularazak Gurnah , premio Nobel de literatura

Barcelona"Soy un refugiado, un solicitante de asilo. No son palabras sencillas, por mucho que el hábito de oírlas haga pensarlo". Habla Saleh Omar, protagonista de A orillas del mar, primera novela del premio Nobel de literatura Abdulrazak Gurnah disponible en castellano a partir de este jueves: lo ha traducido Patricia Antón para Salamandra. El personaje llega al aeropuerto de Gatwick, en Londres, desde Zanzíbar. Es el mismo archipiélago donde nació el autor en 1948, y donde vivió hasta que en 1966 también marchó: la minoría árabe a la que pertenece había sido echada del poder y era perseguida por el nuevo régimen.

"Cuando salí de mi país tenía 18 años, y lo hice sin la familia –ha recordado este martes el escritor desde Inglaterra por Zoom–. Había vivido toda una vida. Era muy difícil olvidar el pasado, hacer como si nunca hubiera existido". A pesar de que había sido un gran lector desde pequeño, la vocación literaria de Gurnah le llegó tarde, cuando ya era profesor en la Universidad de Kent, especializado en literaturas poscoloniales. La experiencia de la migración, la reconstrucción identitaria y las tensiones vividas en el país de llegada atraviesan buena parte de sus diez novelas, que arrancan con Memory of a departure [Recuerdo de una salida, 1987] y acaban, de momento, con Afterlives [El más allá, 2020]. "Te puedes sentir desarraigado a pocos kilómetros de casa, no hace falta que te marches necesariamente al otro lado del mundo –explica–. Pero hay razones poderosas, como la violencia y la guerra, que hacen que tener que dejar tu país sea traumático. Las migraciones son un fenómeno global, no son solo el resultado de una experiencia específica y concreta. Afectan a millones de personas".

La experiencia del colonialismo

Igual que al personaje principal de A orillas del mar, al escritor y profesor universitario le ha costado adaptarse a la nueva realidad donde vivía, aunque no tanto como le ha costado ser aceptado. "Durante muchos años se me ha visto como un extranjero, en el país donde vivía", afirma. A pesar de que novelas como Paraíso –que ha recuperado recientemente Salamandra– fueron muy bien recibidas a mediados de la década de los 90, el anuncio del premio Nobel el octubre pasado consiguió sorprender y descolocar a buena parte de la comunidad literaria internacional. "¿Cuántos autores indios, chinos o japoneses tienen el Nobel? –se pregunta–. ¿Por qué la mayoría de autores del palmarés son europeos o de gente con antepasados europeos? Todavía se valora poco la literatura escrita desde otras tradiciones. Esto irá cambiando, espero". El deseo de Gurnah es que esto pase gracias a la calidad literaria de los autores.

El caso de Gurnah es el de otros muchos escritores de orígenes africanos: su lengua materna fue autóctona –el suajili–, pero estudió en inglés. "Cuando se empezó a usar la etiqueta de literatura poscolonial se quería mostrar la producción literaria de algunos países: se hablaba de literatura africana o caribeña –hace memoria–. Ahora creo que es más importante, cuando hablamos de literatura poscolonial, que esta refleje la experiencia del colonialismo más que del país desde donde se escribe. Y me parece perfectamente válido expresarla en lenguas como el francés, el portugués o el inglés".

"Los migrantes y los refugiados no son criminales"

En Paraíso (1994) propone un viaje a principios del siglo XX, donde un niño tiene que servir a un mercader a quien su padre debe dinero. "Tuve la idea de esta novela cuando volví a viajar a Zanzíbar en la década de los 80 –dice–. Mi padre era bastante mayor, entonces, y lo veía salir de casa e ir, a duras penas, hasta la mezquita. Empecé a imaginar cómo debía de ser su mundo cuando él era un niño y su país fue ocupado". A orillas del mar nació a finales de los 90. "Poco antes de la guerra de Bush con Afganistán se produjo el secuestro de un avión en Kabul –explica–. Los secuestradores hicieron aterrizar el avión en Stansted, cerca de Londres, y cuando salieron los rehenes, la mayoría pidieron asilo político. Me llamó la atención un hombre mayor, de barba larga, que casi le llegaba al ombligo. Empecé a pensar qué te puede llevar a dejar tu tierra y la vida anterior a aquella edad. ¿Es por voluntad propia? ¿Es quizás señal de resignación o derrota?" Así nació el protagonista de la novela, que lo ha perdido todo: la mujer, la hija, la casa y el próspero negocio que tenía en Zanzíbar.

"Cuando escribía A orillas del mar no se tenían tan presentes las migraciones como ahora –dice–. Desde hace unos años somos testigos de cómo millones de personas se marchan desde países del sur del mundo hacia países del norte. En Europa hay más conciencia de sus circunstancias, pero también hay una parte de la población que se lo mira con más recelo". Gurnah recuerda que todavía hay países europeos "donde se habla de los migrantes y refugiados como si fueran criminales". "No han venido a robar la prosperidad de nadie", añade. Califica la reciente invasión rusa en Ucrania como "un gran desastre" que le provoca "tristeza y solidaridad". "Si blandes un libro delante de un tanque no lo detendrás–continúa–. En este sentido, la literatura no tiene ningún papel. Pero ayuda a aclarar las cosas y a cambiar mentalidades. Podemos pensar que una mente autoritaria no se parará a leer una novela... Aun así, pienso que no tenemos que perder la esperanza".

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