Cine

Polémica en el Festival de Sitges: un miembro del jurado renuncia por la falta de cineastas mujeres y no binarias

El festival defiende su "compromiso con la promoción y la exposición" del talento femenino en el cine fantástico

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Susan Sarandon en el Festival de Sitges en 2017

BarcelonaMariona Borrull, que debía ser jurado del premio Brigadoon Paul Naschy de la sección Brigaddon del próximo Festival de Sitges, comunicó este lunes su renuncia por la "total ausencia" de películas dirigidas por mujeres o personas no binarias en la sección. "Me duele y me preocupa renunciar a este jurado, y también sé que los cambios no llegarán a corto plazo, pero nunca me consideraría feminista si con mi silencio fuera cómplice de un programa injusto", asegura Borrull, que se define como persona no binaria y colabora en el magacín cultural Nervi de TV3 y en varios medios como especialista en cine.

El Festival de Sitges, que comienza el 3 de octubre, no ha tardado en responder a Borrull con un comunicado publicado en X en el que defiende su "compromiso con la promoción y la exposición del talento femenino dentro de lo fantástico" y el "gran programa con acciones concretas desplegado en los últimos años". Sobre el apartado de Brigadoon en el que Borrull debía ser jurado –junto a la diseñadora de vestuario Nerea Torrijos y el director Ivan Villamel–, que programa nueve cortometrajes, el festival argumenta que, en cumplimiento de las directrices de la Federación Internacional de Productores de Cine (FIAPF), “no solicita información sobre identidad sexual” y que, por tanto, “no confirma ni desmiente que haya cineastas no binarios”.

Además, el comunicado del festival destaca que los cortos de la sección incluyen talento femenino en cargos como la producción, el guión o el montaje y que en otros apartados de la sección Brigadoon sí que hay trabajos dirigidos por mujeres, así como los homenajes que se realizarán a tres actrices, incluida Teresa Gimpera, que en 2012 recibió el premio Nosferatu de Brigadoon, una histórica sección gratuita del festival pensada sobre todo para el público más militante del cine de terror.

La polémica empezó a gestarse el martes 10 de septiembre, cuando se anunció la programación completa del festival. Borrull escribió a Diego López, programador de Brigadoon, y le expresó su incomodidad con la composición íntegramente masculina de la selección. Tras un intercambia de e-mails, Borrull acabó informando el pasado domingo de su intención de abandonar al jurado y de hacer un comunicado explicando la decisión.

En todo el proceso tuvo la asesoría del colectivo feminista Dones Visuals, que también se ha posicionado en la polémica con un hilo de tuits que apoyan el gesto de Borrull y subrayan que "Sitges está lejos de la paridad en la mayoría de secciones". Dones Visuals critica que “los films de mujeres no alcanzan la setentena de un total de 328 films” y que, por tanto, su cuota está “por debajo del 20%”. El colectivo remarca que es necesario “implementar medidas que permitan un audiovisual igualitario e inclusivo en todos los festivales”.

¿El Festival de Sitges discrimina a las mujeres cineastas?

En su comunicado de renuncia, Borrull también anima al festival a "implementar medidas que hagan efectivos los deseos de igualdad que divulgan". El reproche apunta a WomanInFan, la iniciativa que impulsa la directora de la Fundación Festival de Sitges, Mònica Garcia Massagué, y que desde 2021 reivindica la figura de la directora en el cine fantástico a través de charlas y dos programas, uno que facilita con 10.000 euros la producción de un teaser de presentación de un futuro largometraje dirigido por una mujer y una Residencia Fantástica que ofrece en las fechas del festival una formación para directoras a través de talleres, clases magistrales y asesoramiento individual de expertos. WomenInFan también organiza un encuentro de cineastas europeas de género fantástico y publica libros como Horror girls, un ensayo coordinado por Garcia Massagué que analiza la obra de las pioneras europeas del fantástico e intenta explicar cómo, medio siglo después de la primera película de terror dirigida por una mujer en España (Vera, un cuento cruel, de Josefina Molina), sólo una veintena de directoras españolas hayan firmado obras fantásticas o de terror.

La cuestión de fondo de la polémica es si la toma de conciencia del Festival de Sitges es coherente o no con los criterios de programación. A petición del ARA, el festival ha revisado su programación y ha identificado 81 películas dirigidas por mujeres o personas no binarias (79 mujeres y 2 personas no binarias) en un programa formado por 387 títulos que incluye cortos, largos y series de todas las secciones. El porcentaje total sería de un 20,9% de obras de mujeres o personas no binarias en la programación, una cifra que es del 30,1% si nos fijamos solo en la sección de referencia y con mayor proyección del festival, la Sección Oficial Fantástico Competición, con 10 obras dirigidas por mujeres de un total de 33 títulos.

Para valorar las cifras de Sitges, resulta útil la comparativa con las secciones oficiales de otros festivales de cine fantástico o de terror. En Cataluña, en la última edición del Terror Molins solo había presencia femenina en la dirección en 1 de las 14 películas de la sección oficial (7,1%), y en la Semana de Cine Fantástico y Terror de San Sebastián, el otro festival de terror histórico del España, 3 de 26 (11,5%). Fuera de España, en festivales de referencia del género fantástico, el Fantasía de Montreal tiene en su sección estrella Cheval Noir un 7,1% de directoras (1 de 14), el Fantastic Fest de Austin un 11,9 % de largometrajes dirigidos por mujeres (10 de 84) y el FrighFest de Londres un 16% de films de mujeres (4 de 25) en la sección principal Main Screen. En resumen, los números de Sitges son sensiblemente superiores a otros festivales de la misma especialidad.

Cine fantástico y mujeres

Otro problema que se plantea es si el cine fantástico es un género especialmente poco acogedor para las directoras. Eulàlia Iglesias, crítica de cine y series en el ARA y docente en la Universidad Rovira i Virgili, apunta que la mayoría de directoras que se incorporan al cine, tanto en la primera ola de los años 60 y 70 como en la ola más reciente, suelen apostar por “una estética más realista o ligada a la no ficción que les permite expresar su subjetividad y mirada hacia el mundo, que no suele estar suficientemente representada en el cine”. Por otra parte, añade, en otras épocas el terror "representaba más que ningún otro género una mirada masculina que se congratula desde un cierto sadismo en el maltrato y la destrucción de los cuerpos femeninos y, por tanto, hostil a las mujeres" .

La reticencia de la industria a confiar en las directoras en los proyectos de género fantástico y de presupuestos holgados es otro factor importante. De hecho, una reclamación habitual de los colectivos de directoras es que, pese a crecer su presencia en la industria, existe una gran brecha presupuestaria entre los films dirigidos por hombres y los films dirigidos por mujeres. “Ante la falta de recursos, podía resultar más fácil espabilarse con otras estéticas con menos valores de producción –señala Iglesias–. La desconfianza de los productores de cine fantástico provoca una falta de referentes femeninos que históricamente no facilita la incorporación de las directoras”.

Tal y como recuerda Iglesias, durante la última década, sin embargo, se está produciendo en el cine fantástico y de terror (en paralelo al resto de géneros) una pequeña explosión de nuevas directoras que ha tenido como grande hito la Palma de Oro para Julia Ducournau por Titane. Y Sitges ha servido como caja de resonancia de esta ola femenina de cine fantástico al descubrir al público catalán la primera película de Ducournau (Crudo, premio al mejor debut de la edición de 2016) o la de Coralie Fargeat (Revenge, mejor dirección en el 2017), la directora que este año está revolucionando todos los festivales –empezando por Cannes– con el terror corporal extremo de The substance. "Las directoras están encontrando en el terror una serie de estrategias y códigos que les permiten explorar la violencia o el horror que han experimentado como mujeres, casi como si fuera un monstruo interior", señala Iglesias.

El papel de los festivales

Programadora del Festival D'A de Barcelona y de la Seminci de Valladolid –y antes del Festival de Sevilla–, Iglesias defiende que los festivales no se programan en una burbuja aislada de su tiempo y su sociedad: “Afortunadamente, la selección de un festival no son solo las películas que nos gustan a los programadores. En mi caso, el primer y principal criterio al programar es estético, pero cuando se configura una selección debes tener en cuenta otros aspectos. No puede ser simplemente la elección de mis películas favoritas”.

Sin embargo, programar desde la conciencia de género no siempre es fácil por culpa de un hecho objetivo: se producen menos películas de mujeres que de hombres y, por tanto, hay menos oferta para elegir. En un informe de 2018, el investigador británico Stephen Follows analizaba todas las películas de terror estrenadas en Estados Unidos (el gran mercado del género) entre 1988 y 2017 y extraía una cifra: sólo el 9,9% de los títulos habían sido dirigidos por mujeres. Los datos deben haber crecido a la fuerza en los últimos años, pero vale la pena señalar cómo, por ejemplo, ninguna de las muchas directoras que se han incorporado al cine catalán en la última década ha apostado por el género de terror, como sí lo hicieron a principios de siglo directores como Jaume Balagueró o J. A. Bayona.

Conseguir la paridad efectiva en la programación puede que todavía no sea fácil, pero hay festivales que han avanzado en este camino por otras vías, como el Festival de San Sebastián, que en 2018 firmó la Carta por la paridad y la inclusión de las mujeres en el cine, que no compromete el certamen a programar ningún porcentaje de filmes dirigidos por mujeres pero sí a compilar anualmente estadísticas de género sobre el número de películas de directoras recibidas y las seleccionadas, hacer pública la lista de miembros del comité de selección y establecer un calendario de cambios. Sitges ya hace pública la lista de miembros de su equipo de programación y el comité de selección, que aún dista de la paridad: son nueve hombres y solo tres mujeres. Hay que decir que hasta hace poco el festival contaba con dos de las más reputadas especialistas en cine fantástico del país, Desirée de Fez y Violeta Kovacsics, dos ausencias que todavía no han sido cubiertas con perfiles similares.

“El objetivo no debe ser a la fuerza llegar al 50% de directoras, sino a una igualdad razonable –recalca Iglesias–. Y hay que recordar que existen asociaciones de mujeres profesionales del cine que pueden servir para asesorar a los festivales en cuanto a las políticas a llevar a cabo para tender hacia la igualdad. En Cataluña, de hecho, tenemos a Dones Visuals, una asociación muy concienciada que precisamente trabaja todos estos aspectos y encuentra estrategias y soluciones para muchos problemas”.

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