Ramon Masats: el reportero socarrón, tierno y astuto
Fundació Foto Colectania acoge la primera retrospectiva de la obra en blanco y negro del artista


BarcelonaRialler, el fotógrafo Ramon Masats (Caldas de Montbui, 1931-Madrid, 2024) aseguraba al ARA llevaba una década "hasta los cojones" de su fotografía más famosa, la de un seminarista madrileño que vuela para detener un gol. Asimismo, Masats se definía como "poco nostálgico" e hizo el trabajo, excepcional entre los fotógrafos del Estado, de revisar su archivo para encontrar aún más valiosas imágenes. Hizo este repaso durante la pandemia de la cóvido por insistencia de su hija Sonia y del también fotógrafo y gran amigo Chema Conesa. Y ahora la fundación Foto Colectania le ha convertido en todo un regalo para el público: la primera retrospectiva de su obra en blanco y negro en Barcelona, titulada Ramon Masats. El fotógrafo silencioso.
"Hemos tenido la máxima suerte de poder manejar la máxima documentación posible", afirma Pepe Font de Mora, director artístico de Foto Colectania y comisario de la muestra. "Revisamos 900 hojas de contacto, todos los negativos que él revisó y todas las copias del archivo", subraya Font de Mora. "Hacía tiempo que su archivo no estaba tan vivo", dice Sonia Masats. En cuanto a la referencia al silencio del título, cabe, dice el comisario citando a Chema Conesa, porque en medio del ruido Masats era capaz de concentrarse y capturar la escena que le había llamado la atención sin ni un gramo de ruido "que perturbe sus imágenes".
La exposición, que permanecerá abierta hasta el 25 de mayo, incluye unas 140 fotografías de la primera etapa de Masats, entre 1953 y 1965, antes de que abandonara la fotografía por el cine y la televisión durante cerca de veinte años. Entre ellas, más de 50 pertenecen a la colección de Foto Colectania y algunas son inéditas, entre ellas el conjunto de quince pequeñas fotografías de la Rambla de Barcelona, seleccionadas, grapadas y ordenadas por el propio Masats. Además, algunas de estas imágenes nunca se habían visto. También ven la luz pública por primera vez en un museo 38 de las 150 fotografías originales del fotolibro Sanferminas.
Las fotografías de Masats rezuman a una profunda humanidad: podía retratar a las personas de una manera entrañable, provocar una sonrisa o una carcajada y mostrar sutilmente las miserias del franquismo. En este sentido, Font de Mora resume la forma de trabajar de Masats como una suma de intuición y el gran talento para componer una imagen en cuestión de segundos. Por ejemplo, puede verse especialmente en el retrato doble de un niño y un guardia civil, ambos de espaldas. El guardia lleva tricornio y va armado. El niño, espontáneamente, le ha puesto el brazo sobre el hombro. Masats se da cuenta, espera el momento indicado para tomar la fotografía, y el acierto se convierte en el "valor añadido" de la fotografía para revelar la ternura que une a los dos personajes. "Durante doce años disparó con la misma calidad. Es algo increíble en una persona sin preparación formal alguna, aunque desde el primer momento en que cogió una cámara supo lo que tenía que hacer", afirmó Jaume Fuster, profesor y autor de una tesis doctoral sobre Masats. "La mirada de Ramon se resume en su perfección formal y estética, en su ironía y su socarronería", explicó.
La ambición de publicar
El destino de Ramon Masats era continuar con el negocio familiar de pesca salada en Terrassa. De hecho, la primera cámara, una Retina II, la compró con un dinero que había cisado al padre diciéndole que le había tocado en una tómbola. En un primer momento, Masats duda entre dedicarse a la fotografía artística "de formas" o al reporterismo. Se impone la fotografía de calle y su padre le niega la ayuda cuando le pide dinero para realizar un proyecto para presentarlo a la agencia Magnum. Entonces, se puso a prueba como reportero en los Sanfermines. Masats le enseñó este trabajo a Oriol Maspons y le dijo que quería dedicarse a la fotografía profesionalmente. Maspons le respondió que Barcelona la tenían cubierta él mismo y su socio, y le recomendó que se marchara a Madrid para trabajar en publicaciones como la revista Gaceta Ilustrada.
El padre le espeta que ya volverá cuando se le acabe el dinero, pero el hijo se sale y se establece en la capital española. De hecho, Chema Conesa a menudo ha explicado que cree que Masats aprendió a organizar el espacio fotográfico mientras cargaba la furgoneta de reparto del negocio familiar debiendo optimizar el espacio disponible al máximo. "Los fotógrafos de los años 60 reivindicaban una fotografía que fuera útil, y qué puede serlo más que trabajar para los medios, y que las fotografías tuvieran difusión", dice Font de Mora.
Masats empezó como fotógrafo profesional en Madrid. En Gaceta Ilustrada publicó más de 100 reportajes y más de 750 fotografías entre 1957 y 1964. Ahora Sonia Masats explica que hay negativos que se han perdido porque el padre tenía que entregar a las revistas las copias y los negativos. "Salvo la primera exposición, Ramon nunca pensó en ser un artista ni ser expuesto, toda su ambición era publicar", subrayaba Fuster. Cuando revisó su archivo en los últimos años de su vida, Masats pudo repasarlo con el bagaje de que sus trabajos hubieran podido verse en muchas exposiciones individuales y colectivas. "Cuando revisaba el trabajo que hacíamos con papá, me daba cuenta de que, aunque estaba muy mayor, mantenía la retina intacta, intuitiva, privilegiada", dice Sonia Masats, que también recuerda una anécdota: una semana después de haberla visto un negativo, su padre le insistió en que le encargara a su revelador habitual, el fotógrafo Juan Manuel Castro Prieto, que el revelara. Cuando finalmente tuvo la fotografía entre las manos, Masats la recibió exclamando: "¡Bienvenida a la familia!".
De los campos castellanos a los rings de boxeo
El primer ámbito en el que está dividido el recorrido de la exposición está dedicado a la Rambla, y se puede ver cómo intentaba encontrar belleza en temas "sencillos y cotidianos". Más adelante, la serie de Sanferminas es fruto de su primer trabajo editorial, para la editorial Espasa Calpe. Fue su desafío más ambicioso, y llama la atención que la muchedumbre de hombres vestidos con camisas blancas parece una imagen abstracta que hace pensar en las piezas artísticas de sus primeros años. En cuanto a Viejas historias de Castilla la Vieja, un encargo de la editorial Lumen para un libro con textos de Miguel Delibes, refleja que Masats nunca tuvo una visión edulcorada del mundo rural. El arte de denuncia era impensable en pleno franquismo, pero en el ámbito dedicado a cómo abordó la dictadura, hay aquellas imágenes que hizo para sí mismo, como un desgarrador retrato del dictador donde el rostro queda oculto por una carpeta que Franco tenía en sus manos. Más adelante se puede ver el ámbito de los retratos, donde hay uno inédito de Antonio Gades.
En el tramo final de la exposición, llama la atención la serie Neutral Corner, para el fotolibro sobre boxeo de la colección Palabra e Imagen de la editorial Lumen. En éste, los textos, de Ignacio Aldecoa, fueron posteriores al libro. Aquí se puede ver cómo Masats añadió negro para acentuar lo que quería contar. aquellos hombres que entrenaban en unos gimnasios más bien insalubres y combatían para ganarse la vida.