Para guardar noticias necesitas acceder a tu perfil o crear una cuenta gratuita de ARA.
Nápoles"¿Vue es ser fortunato?", pregona un vendedor ambulante a las puertas de la iglesia de Santa Chiara, en el corazón de Nápoles. En sus manos tiene un puñado de llaveros de donde cuelgan unos racimos de chiles que en realidad son pequeños cuernos; se supone que sirven de amuleto. Pasamos de largo siguiendo el escritor Ildefonso Falcones (Barcelona) quejada por personas sin techo. Hace seis siglos, en 1448, Santa Chiara ya era esta muela gótica de dimensiones imponentes pero apariencia sencilla, "una simplicidad, preludio de la majestuosidad del interior, similar al de Santa María del Mar", escribe Falcones. En el amor y en la guerra (Rosa dels Vents / Grijalbo), que llega a las librerías el martes 18 de febrero.
Diecinueve años después del éxito estallante de La iglesia del mar, el escritor reanuda la saga con una tercera entrega de 750 páginas que pasa casi cien años después de la primera. Ahora es Arnau Estanyol, general de los ejércitos del rey Alfonso el Magnánimo y limpio de aquel bastaix que levantó Santa María del Mar, el que protagoniza una historia que quiere retratar "el choque cultural que se da entre el final de la oscuridad de la Edad Media en la Corona de Aragón y el inicio del renacimiento". DesdeLos herederos de la tierra (2016) que Falcones ya sabía que "si hacía otra novela de la saga, pasaría a Nápoles", donde había dejado al rey batallando para romper las defensas de los Anjou. La novela contrapone el carácter de los catalanes (como llamaban los napolitanos a los conquistadores) con el carácter "más culto, más suave y cortés" de los italianos de la época. Los catalanes, según Falcones, eran vistos como una "nación avara, como ya dijo Dante en la Divina Comedia, unos peseteros, interesados". Incluso "el rey estaba harto de que los catalanes se refugiaran en sus fueros y privilegios", mientras que "hizo de Nápoles la capital de la cultura europea".
Ildefonso Falcones se lleva a Nápoles la saga de 'La iglesia del mar' y publica 'En el amor y en la guerra'
This video file cannot be played.(Error Code: 102630)
0:44
Un éxito irrepetible
Falcones paseaba por Nápoles la semana pasada con la tranquilidad de quien sabe que el éxito estratosférico de La iglesia de mar "es algo que no volverás a repetir". "Vamos, me sorprendería mucho —apunta—, porque las circunstancias no son iguales, el mercado no es lo mismo, en el 2006 la gente tiraba el dinero..." El suyo fue un premio a la "terquedad", porque estuvo siete años escribiendo la novela y otros cinco insistiendo en las editoriales para que se la publicaran. Aquel abogado reconvertido a escritor ha vendido hoy 11 millones de ejemplares en España, decenas de traducciones en todo el mundo y dos series de televisión. Así que ¿por qué vuelve a los Estanyol? "Porque me han hecho famoso, me han hecho rico. La novela se lo dedico a Arnau Estanyol. Forman parte de mi bagaje literario", responde. Y añade también que le son "unos protagonistas cómodos, a la gente le gustan y la editorial se vuelve loca, y eso es bonito, atractivo y rentable, dejémonos de tonterías", dice sonriendo.
En el amor y en la guerra aparece después de que el autor superara un cáncer (diagnosticado en el 2019, cuando estaba escribiendo El pintor de almas, y del que todavía tiene secuelas físicas) y metástasis, y también después de ser absuelto de las acusaciones de fraude fiscal. Y, aun así, dice que no ha sido una escritura feliz, porque no vive el proceso creativo con romanticismo sino con disciplina: "Soy feliz en mi vida, pero cuando estoy escribiendo no disfruto. Mi trabajo es interesante y atractivo, intelectualmente es bonito, pero, en el día a día, a un mi edad preferiría estar en la playa. subidón de narices, eso sí", concede.
"En Barcelona hay un festival de novela histórica donde nunca me han invitado, algo pasa"
Mirando atrás, ¿le parece chocando el cambio en su vida de ahora y hace 20 años, antes de La iglesia del mar ?
Lo he llevado muy bien. Todo esto me agarra con 46 años, cuatro hijos, un despacho que me exige dedicación completa, una familia, estabilidad. A los 20 o 25 años te puedes volver loco y creerte que eres dios, y aún así hay veces que pecas y cometes errores; yo intenté que todo siguiera igual, pero inevitablemente fue un antes y un después.
¿Existe cierta satisfacción o revancha por los años que costó que lo publicaran?
Satisfacción sí, venganza no, porque si no estaría peleado con el mundo entero. Porque dijeron que me la habían escrito unos negros, que no escribiría nada más en la vida, en fin, he oído de todo. ¡Jiménez Losantos me cogió una manía! Y como él, muchos, y ya me he peleado lo suficiente, porque soy muy estricto.
¿Ha tenido bronca en el sector editorial?
Algo tiene que haber, porque en Barcelona hay un festival de novela histórica al que nunca me han invitado. No es que no me hayan premiado, es que no me han invitado y he escrito tres novelas sobre Barcelona. En Frankfurt no me han traído, en París tampoco. En Guadalajara me llevará la editorial, porque en América me aprecian mucho, en Italia también… Nadie es profeta en su tierra.
¿Cree que es por motivos políticos? ¿Por ser una persona ajena a los círculos literarios?
Se lo tendrá que preguntar. Este negocio es muy endogámico. Hay unos grupos de escritores que salen del útero de la madre con la pluma en la mano y por la gracia de Dios son maravillosos. Que de repente alguien vaya al Ateneu [Barcelonès] a trabajar una novela, que es un abogado, de fuera del círculo, que no es tertuliano, no es progre, es católico, es conservador, está bien casado y tiene cuatro hijos, eso no lo aguanta ninguno de ellos. Yo no estaba llamado a triunfar, por mis características personales. Y ahora siguen sin invitarme. Y me importa un bledo, porque lo que me gusta es estar con mis hijos, seguir a los caballos y el hockey, ir de viaje con mi mujer… pero si me lo preguntas, es absurdo decir que no me molesta.
Escenas sexuales sin censura
El autor admite que, como parte de la saga, Barcelona y la famosa iglesia "tenían que aparecer", pero esta vez "en contra de los Estanyol". Las desavenencias de la estirpe protagonista con su archienemigo y hermanastro Gaspar Destorrent siguen bien vivas, y son uno de los motores de la novela: la deshonra y la venganza. Otro motor son las dobles vidas amorosas que mantienen impúdicamente al rey ya los hombres de la corte que viven alejados de sus matrimonios concertados (amantes oficiales, hijos legítimos e ilegítimos, amantes platónicas y relaciones homosexuales), así como el sexo como arma de guerra y muestra de poder.
La novela tiene pasajes sexuales muy variados y explícitos. "Son escenas que me gustan, lo siento, y no creo ser un depravado. Cuando alguien lleva una trama a un momento en el que evidentemente tendrán relaciones y la talla, me machaca como lector. Hay novelas sanguinarias pero que, a la hora de contar que un tío se va a la cama uno, al tío, al tío, al tío, al dos tío, oa dos tío, o tío, o dos tío, o tío se hace a uno o dos. Las mujeres que quiere retratar a Falcones son tan atractivas como ellos, no son dóciles ni habas, pero ocupan el lugar que marca la época: "La mujer estaba educada para someterse, o se casaba o entraba en un convento o terminaba en la calle".
Revivir el Nápoles del XV
Ir a la conquista de Nápoles, además, le permitía contar "una historia que no está contada". La geopolítica de guerra, que en el siglo XV tiene muchos frentes abiertos en el Mediterráneo, es otro de los motores de la trama. De hecho, cuando el soldado Estanyol vuelve a Barcelona durante unos meses es sólo para conseguir más financiación para las campañas bélicas del rey, a las que se oponen los señores feudales de la corona catalana, que ven cómo su dinero se cuela al construir gran un imperio que no les beneficiará en nada (y de hecho, Nápoles acabaría en manos de el hermano del rey, Juan). Cuando los bienes de los señores son embargados por orden real, los remensas aprovechan la ocasión para entregarle más florines que los dueños catalanes y es así como, a cambio, el nuevo rey de Nápoles y Sicilia suspende los malos usos a los siervos de la gleba.
Mientras tanto, en el palacete de Els Estanyol en Nápoles tiene lugar con nocturnidad y alevosía la gran humillación, de la que es víctima la hija predilecta de Arnau, Marina. Falcones sitúa la casa en lo que hoy es un callejón oscuro que ofrece la imagen típica napolitana, con ropa tendida a ambos lados de las fachadas, muy cerca de la puerta Capuana, la primera que logran someter en el asedio. "Yo me lo imaginaba en ese lado —señala a los periodistas—, pero cada uno que lo ponga donde quiera; a partir de ahí, imaginación", lanza. Falcones ya conocía a Nápoles y lo ha pisado de nuevo mientras escribía la novela, con una cámara de fotos en la mano. La semana pasada celebró el 66 aniversario con la familia al completo. "La gracia de Nápoles —dice— es que todavía puedes tocar lo que ocurrió en aquella época", hace seis siglos.
El escritor Ildefonso Falcones paseando por el Spaccanapoli napolitano.Crator / Penguin Random HouseA la izquierda, donde Falcones sitúa el palacio de Arnau Estanyol, en el centro de Nápoles.Crator / Penguin Random House
Realidad vs. ficción
Cerca de cales Estanyol se encuentra la iglesia de San Lorenzo Maggiore, el epicentro de la vida religiosa en la época, justo al lado de la calle que todos los turistas de la ciudad pisan, el Spaccanapoli, que corta la ciudad de cabo a rabo. Falcones describe la entrada en la ciudad de Arnau Estanyol encabezando una partida de doscientos soldados a través de los entramados de acueductos subterráneos que tiene Nápoles, guiados por un muchachito, Paolo, hijo de una panadera. En realidad, la historia dice que fueron dos maestros albañiles los que abrieron vía a los aragoneses, como detalla el autor en las notas finales.
La documentación ha vuelto a ser densa y costosa —"de cada libro que leo quizás utilizo el 5%", dice el autor—, la mayoría en italiano. El escritor quiere dejar constancia de que su norma es siempre "que la trama se adapte a la historia y no al revés". Por eso hace constar el rigor en hechos como el joven amante del rey, un paje de diecisiete años que favoreció con títulos y rentas. O también se explaya para "acabar con la discusión" sobre la existencia "del derecho de muslo" en Catalunya, que es "la piedra angular de la saga de La iglesia del mar", y que hay quien le ha discutido que existiera, algo que rebate con la vehemencia de un abogado. "El lector que acabe el libro no debe ponerse a estudiar para saber si lo que explico es cierto: la fidelidad a la realidad histórica para mí es fundamental", afirma. en la Sala dei Baroni, una muestra de gótico catalán incuestionable con la que "pretendían parecerse a Florencia", apunta. angustia a finales de siglo, cuando el escritor depone también la pluma Aunque Falcones siempre tiene entre manos lo siguiente libro. Continuará la serie de La iglesia del mar? "No lo contemplo y no lo descarto", responde.