El largo camino hasta la primera Crítica de la razón pura en catalán podría hacer pensar, erróneamente, que Kant ha tenido poca presencia en las librerías en catalán. Precedido por la traducción de Eduard Serra del opúsculo La paz perpetua (Barcino, 1932), el filósofo y teólogo Pere Lluís i Font (Pujalt, 1934) fue el primero que se ocupó a fondo, a principios de la década de los 80, primero ofreciendo Prolegómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse como ciencia (Laia, 1982), y un poco más adelante con Fundamentación de la metafísica de las costumbres (Laia, 1984). Después de Sobre pedagogía Eumo, 1991; traducción de Jaume Tió) también fue Font quien, en 2003, tradujo Crítica de la razón práctica (Edicions 62) y le dedicó todo un libro, Immanuel Kant. Seis ensayos y un diálogo de ultratumba (Arpa, 2016). Jèssica Jaques Pi, profesora de estética y de teoría de las artes, ofreció la primera versión catalana de Crítica de la facultad de juzgar (Edicions 62, 2004).
El tricentenario del nacimiento del filósofo es un gran momento para revisitar su obra en catalán. La Universidad de Barcelona acaba de poner en circulación Crítica de la razón pura en un volumen fastuoso, traducido por Miquel Montserrat Capella, doctor en filosofía y profesor universitario. "El estilo de Kant es árido y de período largo, pero Miquel ha hecho un trabajo extraordinario –admite Salvi Turró–. Ha trabajado desde el 2016, y si ha tardado en salir ha sido por la longitud y complejidad del texto, pero también porque ha compaginado la traducción con la docencia”. También esta primavera la exquisita Enoanda ha editado el primero de los tres volúmenes que el neokantiano Carlo Cantoni (1840-1906) le dedicó. Y hasta hace unas semanas en el Teatre Lliure de Gràcia se podía ver El imperativo categórico , en el que Victoria Szpunberg explicaba las tribulaciones de una profesora de ética en un mundo inclemente.