Literatura

'La reina de África': la vida como aventura existencial

La novela de CS Forester no tiene el aura ni la categoría de la adaptación cinematográfica de John Huston pero, aun así, es entretenidísima

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Fotograma de 'La Reina de África', adaptada por John Huston en 1951 e interpretada por Humphrey Bogart y Katharine Hepburn
  • CS Forester
  • Viena Editorial
  • Traducción de Marc Donat
  • 220 páginas / 23 euros

Cuando lees una novela que ha servido de materia prima para filmar una película extraordinaria y mítica, inevitablemente vas estableciendo comparaciones entre el texto literario y su adaptación cinematográfica: qué hay en uno que no sea en otro, en qué concuerdan, en qué divergen, cuál funciona mejor, qué escenas se han suprimido y cuáles se han añadido, etc.

La reina de África (1951), dirigida por John Huston y protagonizada por Humphrey Bogart y Katharine Hepburn, es uno de los títulos más queridos y gloriosos del Hollywood de los 40 y 50, una obra maestra de la aventura, el amor y la vitalidad. Está basada en el título homónimo de CS Forester (El Cairo, 1899 - California, 1966), una novela publicada originariamente en 1935 que no tiene el aura ni la categoría de la película que se basa pero que, aun así, es entretenidísima. Escrita con humor, gracia y ritmo, funciona bien como un canto al amor y al vitalismo, es decir, a la vida entendida como aventura existencial.

El argumento de la novela –y de la película– es maravilloso en su fluida y dinámica simplicidad. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial (1914), en África central dominada por los alemanes, Rose Sayer, una misionera servicial y reprimida, y Charlie Allnutt, el piloto y mecánico vagabundo de una barca vieja y roñosa, emprenden juntos un viaje por río Ulanga. El objetivo inicial es escapar de los alemanes, enemigos de Gran Bretaña, pero pronto la insólita pareja toma la decisión de arriesgar su vida para ayudar a su país y se confabulan para llevar a cabo una misión heroica, casi suicida. Durante el periplo tendrán que superar mil peligros –los rápidos del río, el calor sofocante, sanguijuelas e insectos, averías mecánicas, los rasgos de los alemanes–, serán positivamente transformados por la experiencia y se enamorarán. Forester, heredero de Kipling, está imbuido del optimismo soberbio propio del imperialismo británico.

La denuncia de la represión patriarcal

Hay dos aspectos en los que la novela es más explícita que la película, en un caso para bien y en otro para mal. En el proceso de emancipación y liberación de Rose, hermana de un misionero, hija de un tendero y víctima durante sus 33 años de vida de una "trista pasividad", la novela es casi feminista en la denuncia de la represión patriarcal sufrida por las mujeres inglesas, y es una celebración constante de la toma de conciencia de la protagonista y de su florecimiento como mujer de acción decidida, valiente, no sometida a nada ni a nadie. En contraste, Forester también carga más las tintas en la dimensión patriótica de la proeza de sus héroes, lo que da a la novela un tono a veces propagandístico.

El punto más débil de la novela, comparado con la película, es protagonista masculino. Mientras que el Allnutt literario es de una vulgaridad vulnerable y tonta, y sólo es redimido de su tosca insignificancia por el amor de Rose, el Allnutt fílmico es un desgarrado pero maravillosamente seductor y carismático. La diferencia entre uno y otro, claro, tiene nombre y apellido: Humphrey Bogart. El final de la novela, vulgarísimo en su pesada belicosidad, también es mucho peor que el de la película, romántico, rápido y audaz.

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