Obituario

Muere Joan B. Culla, el historiador que prefirió ser libre

Formó a muchas generaciones de historiadores y periodistas, y también hizo llegar la historia a todos los públicos

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Homenaje al profesor Joan B. Culla en el CCCB el 21 de septiembre de este año.

BarcelonaEl historiador Joan B. Culla (Barcelona, 1952) siempre prefirió decir lo que pensaba y explicar las cosas tal y como quería que dejarse seducir por todos aquellos que en un momento u otro le ofrecieron un cargo. El 25 de mayo, cuando dio la última clase magistral en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), explicó al ARA que había escogido la libertad: "Poder escribir y decir lo que te da la gana no tiene precio".

Nacido en Barcelona en 1952, Joan Baptista Culla i Clarà ha muerto este miércoles a los 71 años. Hacía unos años que le habían diagnosticado un cáncer, y en los últimos meses había pasado por varios tratamientos, algunos muy duros. Fue historiador, profesor, articulista y tertuliano, gran divulgador, con una extensa obra sobre Alejandro Lerroux, ERC, el franquismo, la Transición, la derecha catalana, Israel y Palestina y otros muchos temas de historia contemporánea.

"Ver mundo y saber historia han sido, seguramente, las dos grandes pasiones de mi vida. La fascinación por el conocimiento del pasado se me desveló muy pronto", escribía Culla en La història viscuda. Memòries (Pòrtic, 2019). Cuando tenía unos diez años, explica en las memorias, leyó en la solapa de la novela Ben-Hur que el autor, Lewis Wallace, era historiador. "Aunque la palabra me resultaba nueva, deduje que designaba a los estudiosos de la historia y, al cabo de un tiempo, anuncié solemnemente a mis padres que de mayor quería ser historiador", decía Culla. La idea nunca se le fue de la cabeza. Por el contrario, la fue nutriendo con lecturas. Antes de terminar la enseñanza secundaria descubrió un lugar donde, según él, pasaría los mejores años de su juventud: la Casa de l'Ardiaca, donde se encuentra el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona.

Ni el PSUC ni el Opus Dei

A Culla también le gustaba mucho leer diarios y, cuando acabó sus estudios secundarios, dudó entre historia y periodismo. Finalmente, se decidió por la rama de historia dentro de la carrera de Filosofía y Letras, que empezó en otoño de 1970. Como explicaba en una entrevista con Antoni Bassas en el ARA, entonces el PSUC era hegemónico en la Facultad de Letras. En el curso 1974-75, un responsable del partido le invitó a formar parte. "Dije que no por la misma razón que huí corriendo cuando un compañero me propuso ingresar en el Opus Dei. No estaba hecho para someterme a disciplinas que no fueran las impuestas por mí mismo", relataba.

Culla se quedó en la universidad como profesor. Empezó a dar clases cuando acababa de cumplir 25 años, en septiembre de 1977. Muy poco tiempo después dio también clases de historia en la Facultad de Periodismo. Allí conoció a muchos periodistas y eso, en parte, le dio acceso a escribir en los periódicos y semanarios. El pasado mayo, tras 46 años como maestro de muchas generaciones de periodistas e historiadores, se despidió de las aulas donde había pasado tantas décadas con una clase magistral sobre una de sus pasiones, Israel, con La cuestión de Palestina en la ONU: el papel de las dos superpotencias (1946-1948). "Este último curso ya no he podido dar clases por problemas de salud y lo he añorado tanto que, incluso, más de una noche soñé que las daba. Lo echaré de menos, estaba acostumbrado a coger un libro y, cuando veía una idea o una frase, guardarla para utilizarla en clase", explicaba entonces. Para Culla, un profesor debía ser sobre todo un buen actor: "Tu reto es captar la atención que hay en la sala. Cuando lo conseguía, y veía un aula llena de gente y en silencio, tenía una inyección de autoestima y pensaba: hoy lo he logrado".

Dos vocaciones unidas

Consiguió confluir sus dos vocaciones. Estudió historia, pero también ejerció el periodismo bien pronto. Uno de los primeros programas de televisión se lo propuso Sergi Schaaff en TVE en Cataluña: Memòria popular, en 1980. Lo hizo junto con Salvador Alsius. Después, frente a las cámaras de televisión, se puso un millar de veces más. Culla también llegó a muchos hogares a través de TV3. Uno de los programas más longevos que dirigió, entre 1991 y 2013, fue Segle XX, de contenido histórico. En 1981 empezó a escribir en el diario Avui y en el semanario El Món, entonces dirigido por Lluís Basset y Salvador Alsius. También fue colaborador del ARA desde el principio del diario en 2010, y durante 33 años escribió en El País. La relación con El País se acabó después de que Culla publicara el artículo "Rojos separatistas" el 29 de septiembre de 2017. Faltaban dos días para el referendo sobre la independencia de Catalunya. "Estaba lleno de mala baba sobre aquél revival conspiranoico, al que El País acababa de añadir la pretendida movilización de los hackers rusos a favor del secesionismo catalán", explica Culla en La història viscuda. Memòries. Pensó que le rechazarían el artículo, pero se lo publicaron, y Pablo Iglesias, entonces líder de Podemos, lo compartió en Twitter. Hubo bastante alboroto y no le publicaron el siguiente artículo. Culla dejó de escribir en el diario español. Al día siguiente su artículo de opinión en el ARA, donde colaboraba desde los inicios del diario, se convirtió en semanal.

Culla fue un gran divulgador y nunca dejó de aprender. Poco antes de las elecciones españolas del 15 de junio de 1977, visitó las sedes de los partidos y pidió toda la documentación que pudieran darle. Llenó cientos de cajas y acumuló, a lo largo de su trayectoria, miles de recortes de periódico y documentos que le serían muy útiles a la hora de escribir artículos de opinión y libros, como El franquisme i la transició democràtica (1939-1988) –coescrito con Borja de Riquer–, volumen VIII de Història de Catalunya (publicada por Edicions 62 y dirigida por Pierre Vilar); El republicanisme lerrouxista a Catalunya (1901-1923) (Curial, 1986); Diccionari de partits polítics de Catalunya, Segle X, codirigido con Isidre Molas y publicado por Enciclopèdia Catalana en formato papel en 2000; El pal de paller. Convergència Democràtica de Catalunya (1974-2000) (Pòrtic, 2001); La dreta espanyola a Catalunya, 1975-2008 (La Campana, 2009); y Esquerra Republicana de Catalunya, 1931-2012. (La Campana, 2013). Nunca dejó de seguir la historia de los sufridos políticos. Uno de sus últimos libros publicados es El tsunami. Com i per què el sistema de partits català, que ha esdevingut irreconeixible (Pòrtico, 2017).

Fiel a los amigos y fidelísimo a los enemigos

A lo largo de su larga trayectoria conoció bastante bien a muchos políticos. Tenía 23 años cuando fue recibido por Tarradellas en el exilio. Restablecieron la relación en 1980. Tarradellas ya se había retirado y se veían cada mes y medio, porque, según explicaba el historiador, si pasaba más tiempo el presidente catalán le llamaba y le decía: "Culla, que está enfadado" conmigo?" También conoció muy bien a Jordi Pujol, Jorge Fernández Díaz y Lluís Carod-Rovira. Nunca dejó de cuestionarles cuando vio cosas que no le gustaban. Le encantaba debatir. "A mí pelearme dialécticamente no sólo no me incomoda, sino que más bien me deja bien el cuerpo", aseguraba en el ARA. Y añadía: "Tengo buena memoria para los agravios y para las lealtades. Soy fiel a mis amigos y fidelísimo a los enemigos". Los enemigos no eran los que discrepaban sino quienes, según él, nunca habían jugado limpio.

Su amor por Israel también empezó con un libro que compró cuando era adolescente en el Mercat de Sant Antoni: la novela Éxodo (1958), de Leon Uris, que Otto Preminger convirtió en una película protagonizada por Paul Newman. Aquel libro fue el principio de un "gran amor, de un amor de por vida", escribe en sus memorias. Cuando estalló la Guerra de los Seis Días (1967), empezó a recortar y archivar en carpetas toda la información y confeccionar mapas. Desde entonces siempre ha estado atento a la historia de Israel y ha ayudado a divulgarla con libros como Israel, el somni i la tragèdia (La Campana, 2004). En 1979 fue uno de los fundadores de la Asociación de Relaciones Culturales España-Israel. "Pronto me convirtieron rápidamente en el pro israelí oficial de la Catalunya mediática", afirmaba con un deje de ironía.

Culla formó a muchas generaciones de historiadores y periodistas. Pero no sólo eso: desde los periódicos y desde la televisión y la radio, hizo llegar la historia a miles de personas que no eran ni lo uno ni lo otro. En el prólogo de las memorias escribe: "En resumen, que no tengo ninguna prisa por marcharme y que pienso seguir dando guerra mientras pueda. Pero no puedo evitar la sensación de que la parte fundamental de mis experiencias vitales, aquella más representativa de una determinada época histórica, ya está detrás de mí. Y, por tanto, que ya puedo explicarla o rememorarla sin tener que esperar, para el futuro inmediato, acontecimientos sensacionales". Culla nos ha dejado, pero también ha dejado una gran obra que nos permite conocer y entender mucho mejor tanto en el siglo XX como en nuestro tiempo.

Vídeo del homenaje a Joan B. Culla
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