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Amaral: "Teníamos un odio visceral a convertirnos en 'celebrities'"

Grupo musical formado por Eva Amaral y Juan Aguirre. Publica el disco 'Dolce vita'

Eva Amaral y Juan Aguirre, del grupo Amaral.
24/02/2025
7 min
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BarcelonaDolce vita (Sony, 2024) es el nuevo álbum de Amaral, el proyecto musical que Eva Amaral (Zaragoza, 1972) y Juan Aguirre (San Sebastián, 1965) comparten desde 1993. Atienden al ARA en una sala del Hotel Barceló Sants de Barcelona, la ciudad a la que volverán para actuar en el Sant Jordi Club el 13 de junio, dentro de la programación del Guitar BCN. Entre otras cosas, hablan de anonimato, de la experiencia familiar en la posguerra, de grupos como El Último de la Fila y Fugazi, de canciones infernales y del concierto de Nick Cave que les cambió la vida. "Había un desajuste en nuestro interior que nunca acabaría si no hacíamos música", recuerda Aguirre.

Como es habitual en vuestros discos, en Dolce vita también se traslucen influencias muy diversas.

Eva Amaral: Nuestro objetivo era intentar transitar por caminos que no habíamos transitado. Lo que ocurre es que muchas veces nuestra personalidad haciendo canciones o como instrumentistas marca mucho. Sin embargo, sí que ha habido una evolución en algunos patrones rítmicos y en estructuras que rompen la lógica estrofa, estribillo, estrofa, estribillo y adiós. La frase de Juan durante la grabación del disco era: "Esto no lo hemos hecho nunca".

Por ejemplo, la introducción de Libre.

EA: Sí, es uno de los hallazgos que hicimos en el estudio, a partir de sonidos captados en medio de la montaña que fuimos filtrando para construir esta intro misteriosa.

Y en Rompehielos se cuela el dub.

Juan Aguirre: Siempre hemos sido muy fans de Lee Scratch Perry, pero es la primera vez que lo filtramos a través de nuestras melodías. El riff principal también es una estructura algo insólita para nosotros. Lo que ocurre es que como vas siguiendo la letra no te das cuenta, pero si la escucharas sin letra, te darías cuenta de que hay un punto de inestabilidad interesante en la secuencia armónica. Otra cosa que nunca habíamos probado es el tipo de piano de Aquí estás, que tiene un punto casi de influencia EDM, entre comillas.

Algo más ambiental o esponjoso.

JA: Sí. Tenemos algunas obsesiones que siempre se han mantenido. Por ejemplo, conseguir energía, una energía que puede venir de todos los discos clásicos que nos gustan, incluso más del punk que del rock ortodoxo. La energía de grupos como Fugazi, que la gente puede considerar que están muy alejados de lo que se presupone que somos nosotros. Y ligada a esta creencia en la energía existe la obsesión de hacerla convivir con ese ambiente que viene por música que nos ha marcado y que no es pop. Eso sí, después está el espíritu supercancionario, porque adoramos el formato de canción.

En Aquí estás cantáis: "Indestructible entre Juana de Arco y Carlos Marx" ¿En quién pensábais?

JA: Es una canción de amor y admiración.

EA: En sentido abierto. Muchas veces la canto pensando en mis amigas.

Está la heroína y el materialismo histórico…

EA: Guiando al pueblo [ríe].

JA: Sí, lo que ocurre es que la heroína también tiene un punto frágil y casi de locura mística. Y Marx no es solo el materialismo dialéctico: tiene también un punto de iluminación casi mística. Y es muy interesante el balance entre ambos porque creo que hay gente en las calles de nuestras ciudades que persiguen el día a día con un punto de iluminación. Lo que ocurre es que no son gente conocida, ni publicarán ningún manifiesto, ni morirán en la hoguera, afortunadamente...

EA: Bueno, en las redes a veces te incendian.

Tenéis una canción, Podría haber sido yo, dedicada al cantautor chileno Víctor Jara, asesinado por la dictadura de Pinochet. ¿Habéis reflexionado sobre el poder real de las canciones o sobre el precio que se paga al posicionarse políticamente?

EA: La música no cambia el mundo, ni las canciones son una forma de hacerlo. Una canción puede llevarte a un estado de ánimo que haga que tome partido por algo, pero son las personas y sus hechos en el día a día lo que puede cambiar las cosas.

¿Y hay algún coste en el posicionamiento político?

JA: Creo que no. Hacemos canciones, y la gente nos percibe como un grupo que hace canciones.

EA: Nosotros somos más que estar a favor de algo. De todas formas, ahora ocurre que cuando tomas partido por algo habrá una represalia social. Es duro enfrentarse a la avalancha de opiniones, que a menudo son más que opiniones, y eso es triste.

También teneís canciones contra algo. Estoy pensando en En el centro de un tornado, donde la mayoría de situaciones que se explican son de violencia. Y el posicionamiento, evidentemente, está en contra de esta violencia.

EA: En el centro de un tornado trata de expresar la impotencia que sientes ante la crueldad humana o la crueldad de la propia existencia, que es la otra cara de la dulzura de vivir. A pesar de ser una canción coral, con distintos personajes, hay un fragmento en el que cuento una pequeña parte de la historia de mi padre, que es algo que hacía tiempo quería plasmar porque pertenece a una generación que vivió unos tiempos extremadamente difíciles en los que el objetivo era sobrevivir. Mi padre nació en 1929 en Extremadura. Eran una familia extremadamente pobre. El bisabuelo era quincallero en Portugal, y se pasó a Extremadura, en Cáceres, porque le cayó un rayo yendo con la quincalla por la montaña. Eran un montón de hermanos, y en la posguerra pasaban mucha hambre. Entonces, cuando mi padre tenía 14 años, falsificó la identificación para entrar en el ejército, que no podías ir si no tenías 16. Lo hizo para poder comer, para sacar una boca de la mesa donde comían todos sus hermanos. Él no tenía ninguna vocación militar en absoluto. Me explicó que con 14 o 15 años le enviaron a la montaña con un fusil y le dijeron: "Aquí hay maquis y son el diablo". Era un niño con un fusil, y se escondía porque no pretendía disparar a ningún maqui. Esta imagen siempre me ha impactado mucho; me lo imaginaba como un gorrioncico escondido en medio de la montaña.

¿Cuál es el mejor recuerdo que tenéis relacionado con la música? ¿Y qué recuerdo os gustaría olvidar?

JA: El mejor recuerdo, por no hablar de nuestra música, es cuando vimos a Nick Cave en el Teatro Principal de Zaragoza.

EA: Sí, también es lo primero que he pensado porque fue glorioso.

JA: Fue increíble. Habíamos visto bastantes conciertos impresionantes, porque en Zaragoza, de muy jovencito, recuerdo ir al Creation Festival, en el que tocaba Alan McGee con su grupo [Biff Bang Pow!, una gran influencia para el primer grupo de Juan Aguirre, Días de Vino y Rosas] y otras bandas del sello Creation. Era como una especie de sinfonía gigante muy ruidosa. No entendía nada, no sabía cómo se hacía, pero fue una revelación. Y después, cuando ya éramos algo mayores, fuimos a los alrededores del Teatro Principal. No teníamos ni un duro, pero vimos a un señor con pinta de extranjero que formaba parte del equipo de Nick Cave y le dijimos: "Mira, no tenemos dinero, pero nos gustaría ver el concierto". ¡Y nos dio dos entradas! No hay espacio en el diario para describir lo que oímos en ese concierto. Es uno de los recuerdos con el impacto más bestia que tengo.

¿Qué año era?

EA: Debió de ser 1994.

JA: La época del disco Let love in. Comenzó el concierto con Do you love me? Sólo habíamos oído alguna canción en Ràdio 3 y, aun así, sabíamos que era el lugar donde debíamos ser, pero no podíamos pagar las entradas porque era una época muy precaria de nuestras vidas.

EA: Creo que mucha gente acudió así al concierto y acabaron siendo devotos de Nick Cave.

JA: Ambos salimos del concierto con la sensación de que había un desajuste en nuestro interior que nunca acabaría si no hacíamos música.

¿Y el recuerdo que os gustaría olvidar?

EA: Un momento complicado fue cuando Juan tuvo una lesión en la mano. Veníamos de una época muy intensa de conciertos y supongo que el estrés hizo que tuviera una tendinitis muy fuerte.

JA: Esto ya era en los años 2000, cuando de repente perdimos el anonimato con un disco que nos cambió la vida a todos los niveles. Pasamos de tocar en salas a hacerlo en escenarios gigantes. Tocaba la guitarra haciendo tanta fuerza con los dedos que al final me rompí. Al cabo de cinco o seis meses pudimos volver al estudio y grabar el disco Pájaros en la cabeza.

En la canción Hasta que la música se acabe habláis de "canciones infernales que se han quedado en vuestros corazones". ¿Como cuáles?

YA: Do you love me? es una canción del infierno. Está el sonido de las campanas tubulares, la percusión salvaje, el sonido del bajo desnudo sin guitarras. De repente entra la guitarra, hace un acorde y se queda treinta y dos compases sin sonar. Los coros que entran, la percusión tribal...

EA: El disco Psychocandy, de The Jesus and Mary Chain, también.

YA: También existen canciones infernales de la tradición más melódica italiana, que son superemocionantes. Y el puente de Space oddity de David Bowie es absolutamente infernal, porque es algo muy complejo y al mismo tiempo muy hermoso. Creo que le hizo Rick Wakeman.

EA: De todas formas, cuando escribí este verso de las canciones infernales pensaba en las canciones que suenan a veces en los bares y que bailas aunque no te gusten.

Antes hablábais de qué supuso perder el anonimato de una manera tan brutal. No sé si con los años, y dado que las nuevas generaciones están por otras cosas, ¿estáis recuperando un poco el anonimato?

EA: Pues en parte sí y en parte no. Existe toda una generación que escuchaba nuestra música en el coche porque la ponían los padres. Y es curiosísimo ver este feedback que nos llega de los "niños del coche", como les digo yo. A ver, siempre hemos vivido muy tranquilos. Es decir, perdimos el anonimato, pero en realidad nunca hemos dejado de hacer todo lo que queríamos hacer. Nuestra vida ha continuado siendo la que era, o nos hemos convencido de esto.

JA: Teníamos un odio visceral a convertirnos en celebrities, y siempre quisimos que la música nos precediera. Visto desde la distancia, creo que Manolo García y Quimi Portet fueron un modelo para nosotros. Con El Último de la Fila construyeron una manera de tener canciones impresionantes que volaban mucho más lejos que ellos. Ellos y REM eran nuestros referentes.

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