La extraordinaria normalidad de Claudia Pina
El ARA repasa la trayectoria de la jugadora junto a su madre, Beatriz Medina, y el exentrenador azulgrana Lluís Cortés


Moncada y ReixachPoco más de cinco minutos a pie separan el Bar Gol, situado en el número 20 de la calle Major de Montcada i Reixac, de la Escuela La Salle Montcada y del pabellón municipal Miquel Poblet. Es la distancia que separa al establecimiento que regenta Beatriz Medina, la madre de Claudia Pina, del colegio donde la futbolista del Barça empezó a chutar un balón y de la pista donde jugó con su primera ficha federada a fútbol sala. En su casa les gusta ver fútbol, pero era la propia Claudia quien de pequeño convirtió el balón en uno de sus juguetes preferidos. "Reclamaba a su padre Arturo salir a hacer disparos y ya entonces había quien nos decía que llegaría lejos, pero, ¡claro, era muy pequeña!", recuerda con una sonrisa su madre.
En la escuela empezaría a probar varios deportes y, aunque tenía facilidad para otras disciplinas como el balonmano y el tenis, escogió el fútbol sala. Primero serían liguillas escolares y no tardaría en llegar la propuesta de un padre del colegio para crear un equipo federado de fútbol sala en Montcada. Claudia y otra chica, Daniela, eran las únicas niñas. Sólo tardaría un par de temporadas en dar el salto a las categorías inferiores del Espanyol. "El entrenador nos decía que jugaba tan y tan bien. Ella quería jugar al fútbol y en Montcada no había un equipo de chicas. Llamamos al Espanyol y fuimos a pasar una prueba", recuerda Bea.
Cuando llegó el día, resultó que la prueba era con el equipo infantil y no con el alevín, lo que debería haberle tocado por edad. "Le cogió mucha vergüenza. Tuvimos que esperar un rato. Estuvo mirando el entrenamiento hasta que se decidió a entrar". La prueba fue muy bien y la citaron para acudir a los torneos del verano. En septiembre era ya jugadora del Espanyol. De nuevo, quemaría etapas de forma veloz. Jordi Ventura, entonces entrenador en la cantera azulgrana, avisó a Xavi Llorens, que era el coordinador, que debía ficharse a aquella futbolista. Aparte de su competitividad y de un talento que ya se presumía innato, haber jugado a fútbol sala también la dotaba de un estilo característico.
El cambio del Espanyol en el Barça
"Estábamos muy contentos en el Espanyol, pero, claro, ella desde pequeña que miraba una y otra vez los partidos del Barça de Messi. Le dijimos que debía elegir y eligió al Barça". Era una gran oportunidad, pero también implicaba más sacrificio para los padres y para una Claudia que apenas era un adolescente. "Se entrenaban a las nueve de la noche, cuando acababan los chicos. Yo la llevaba y su padre iba a recogerla. Llegaba a Montcada pasadas las once... Tenía que cenar y al día siguiente madrugar para ir a la escuela. Las noches del martes y el jueves casi no nos veíamos!", recuerda Bea.
Lo que no podía imaginar la madre de Claudia era que todos aquellos esfuerzos de conciliación acabarían derivando en una futbolista que con sólo 16 años debutó con el Barça y que se proclamó Balón de Oro y Bota de Oro del Mundial sub-17 que ganó con la selección española. Después vendría una cesión al Sevilla, donde encajó muy bien, pero se quedó con la espina clavada de no ganar la primera Champions con el Barça. Lo haría en Eindhoven, en el 2023. Esta camiseta y la del Mundial sub-17 presiden, enmarcadas, una de las paredes del Bar Gol de la Bea.
La cesión de Claudia Pina al Sevilla
Que quemara etapas dando pasos de gigante no era casualidad. Lo recuerda Lluís Cortés, que la conoce desde que tenía 11 años, siendo seleccionador catalán sub-12. "En aquella generación había jugadoras como Laia Aleixandri, Laia Codina... pero Claudia era la única que tenía un año menos respecto al resto del equipo. Ya veías su talento. Además, en los campus y torneos de verano siempre acaparaba premios...", comenta el entrenador de Balaguer.
Ya como técnico del Barça, Cortés fue quien dio luz verde a la cesión de Pina al Sevilla. "Creo que fue una muy buena decisión para todos. Venía del fútbol base, en el que era muy superior al resto. Necesitaba acumular minutos a otro ritmo competitivo. Tuvimos una reunión con Markel Zubizarreta [entonces era el director deportivo] y ella lo entendió. Había que salir de la burbuja del Barça y prepararse para aportar cosas interesantes al primer equipo".
Máxima goleadora de la Liga de Campeones
Pina tiene sólo 23 años, pero con la marcha de Asisat Oshoala y Mariona Caldentey se ha erigido en una de las futbolistas más importantes de la delantera. De hecho, es la máxima goleadora de la Champions con siete dianas, que suele celebrar dibujando una L con los dedos, en homenaje a su hermana pequeña Lucía. "¡De pequeñas se mataban! Ahora tienen una relación muy bonita y eso me llena de orgullo como madre", dice Bea.
"Tiene mucho gol y eso es algo único y especial. Es muy listo e intuitivo: sabe dónde caerá la segunda jugada, encontrar la rendija, fintar con el cuerpo... Quizás no es la más rápida ni la más fuerte, pero tiene un talento y una intuición que la hacen especial y determinante. Se nota que se lo pasa bien. "Siempre le he dicho que se divierta, como cuando jugaba en el patio de la escuela. Hace lo que más le gusta y somos gente que tocamos con los pies en el suelo", concluye Bea desde su bar en Montcada, donde Pina sigue viviendo en casa de la madre y visita a menudo a los amigos de la infancia. Es la extraordinaria normalidad de una futbolista diferencial.