De la guillotina de los avales a gestionar el Barça "como una gran empresa familiar"

Primer aniversario de la firma de madrugada de un acuerdo que ha condicionado el primer año de gobierno de Joan Laporta en el Camp Nou

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Joan Laporta y Leo Messi el día de la toma de posesión de la nueva junta del Barça en el Camp Nou, a mediados de marzo.

BarcelonaBarcelona, 17 de marzo del 2021. Toque de queda nocturno. Último tramo de la tercera ola de la pandemia del covid. El silencio de la madrugada en lo alto de la Diagonal se rompe desde la finca regia donde se ubica la notaría de Ariel Sultán. La junta directiva de Joan Laporta, escogida por los socios en las últimas elecciones a la presidencia del Barça, corea a cappella el himno azulgrana. Es una muestra de alegría y alivio fruto de haber reunido toda la documentación para presentar el aval de 124,6 millones de euros necesario para tomar posesión de la gestión de la institución. El plazo se agota en pocas horas y el escenario de un nuevo proceso electoral empezaba a ser verosímil. En la calle, las decenas de periodistas y reporteros que hacen guardia desde el anochecer han visto subir al edificio a los directivos electos, representantes de empresarios catalanes e incluso apoderados con el rostro tapado. "Qué agotamiento, ha sido mucho peor que la campaña", reconocen, con el trámite salvado sobre la bocina, los nuevos dirigentes barcelonistas.

Laporta celebrará desde Estambul, sede del partido de vuelta de los octavos de final de la Europa League contra el Galatasaray, el primer aniversario de este capítulo sin el que hoy no sería máximo mandatario del Barça. El abogado y expolítico barcelonés se impuso por goleada en las urnas después de medir al milímetro su discurso durante las semanas de campaña. Lo asesoraba un equipo experto y capitalizó a la perfección tanto la acción de la lona en el Bernabéu como el recuerdo del brillante legado deportivo de su primer mandato en el palco del Camp Nou. También invirtió en una sede imponente –la antigua Fábrica Moritz– y espacios publicitarios por valor de más de 2,5 millones. Escarmentado por la derrota en los comicios de 2015, no escatimó en recursos para que la reconquista fuera posible en 2021. Pero el plan para volver a ser presidente, centrado casi al 100% en ganar las elecciones, dejó en segundo plano la estructura del aval, que por ley tenía que ser de 124,6 millones (la cantidad equivalente al 15% del último presupuesto del club).

La junta directiva de Laporta el día de la toma de posesión.

Laporta no tuvo mucho en cuenta este peaje a la hora de escoger sus compañeros de viaje. De hecho, además de él, solo seis de los quince miembros de la directiva aspirante que presentó en campaña (Jaume Giró, Jordi Llauradó, Juli Guiu, Antonio Escudero y Xavier Barbany) tenían bastante patrimonio para soportar su parte del aval. Los otros, la mayoría, no solo tenían que pagar las comisiones propias del aval al Banco Sabadell, la entidad emisora, sino también el interés del contraaval a cambio de unos intereses superiores a los 80.000 euros anuales por persona (más de un millón entre todos). Por eso en diciembre de 2020 exploraron la posibilidad de que José Elías (Audax) entrara directa o indirectamente a la junta para rebajar la presión en su bolsillo. La fórmula no prosperó "porque Jan no la veía clara", dicen desde su entorno, y el Sabadell tampoco. De forma que Giró, muy conectado con la banca, empezó a trabajar una solución con HPS Partners, una inversora norteamericana propuesta por Javier Botín, para contraavalar.

Con el foco puesto en Messi, la herencia recibida y el Espai Barça, el aval quedó diluido en campaña. "Estamos trabajando la estructura", se limitaba a decir Laporta cuando alguien se lo preguntaba. Con la victoria electoral en el zurrón, el tema todavía no estaba cerrado, así que el presidente electo le pidió a Giró que pensara la forma de solucionarlo sin que buena parte de los directivos tuvieran que pagar miles de euros para mantenerlo. Mientras tanto, él se fue a París con Rafa Yuste para acompañar al primer equipo en el retorno de los octavos de final de la Liga de Campeones, lo que no gustó mucho a quien había sido hombre fuerte económico de su candidatura. Días después, cada vez más solo en la negociación del aval y molesto por algunas actitudes de los que tenían que ser sus compañeros de junta, Giró decidió dimitir antes de la toma de posesión. La renuncia provocó un descalabro, puesto que la nueva junta se quedaba de golpe sin vicepresidente económico, y HPS y el Sabadell, sin la figura que más confianza les transmitía en cuanto a la gestión. Así, sin él en la ecuación, HPS subió tanto las exigencias por contraavalar que Laporta, después de varias reuniones telemáticas, decidió volver a activar la carta Elías y aceptar que tenía que ampliar la junta.

Más directivos, Elías y Roures

Días antes de la salida de Giró, la cúpula electa ya había tanteado a Joan Soler, exmiembro de la lista de Jordi Farré, y también a Ferran Olivé –actual tesorero de la junta– y Àngel Riudalbas para que entraran en la junta y sumaran patrimonio. Aceptaron. Pero todavía faltaba dinero para soportar el aval, que llegó de la mano de Elías, que puso como condición que su socio Eduard Romeu entrara en la junta para hacer de vicepresidente económico, y de Jaume Roures, que no exigió nada a cambio más allá de poner fecha de caducidad al gesto: 30 de noviembre de 2021. Finalmente, entre Elías y Romeu soportaron 19 millones, mientras que Roures asumió 30. Aun así, todavía faltaban 10 más. En aquel momento de nervios, con el plazo a punto de vencer y el fantasma de la repetición electoral presente, incluso Leo Messi, que días antes había ido a votar, se propuso para ayudar. Laporta, sin embargo, prefirió que fuera el Sabadell quien cubriera este último empujón. Días más tarde, el presidente colocaría a Jaume Guardiola, ex consejero delegado del banco, como presidente de la comisión económica del Barça.

El aval ha condicionado los primeros meses de gobierno de Laporta y ha supuesto, entre las comisiones, la apertura y los intereses vinculados a la ampliación a mediados de noviembre, unos 1,5 millones de gasto que los directivos han tenido que asumir mancomunadamente. La sangría se paró a principios de año gracias al frente común con Florentino Pérez para cambiar la ley del deporte y liberar a los clubes deportivos de la losa del aval. El favor del presidente del Real Madrid se ha compensado con un apoyo a la Superliga o una posición contraria al acuerdo con CVC y la Liga, que es el que se usó para explicar la salida a regañadientes de Messi. Pero ahora, con el aval desactivado, Laporta es libre para entenderse con el fondo de inversión británico y Javier Tebas, y no necesita inflar pérdidas para maximizar plusvalías y así no comprometer a los avaladores. Este domingo se verá con Florentino en el palco del Bernabéu.

Un año después de firmar un acuerdo para ser presidente, pero que lo limitaba en muchos sentidos, Laporta puede ser Laporta y sentirse libre para gestionar el Barça "como una gran empresa familiar".

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