La agonía que Míchel vivió ya dos veces
El técnico, que en Girona no cuestionan, sufrió malas dinámicas parecidas a la actual en Rayo y Huesca, donde fue destituido

GIRONAMíchel Sánchez vive la peor racha de jornadas sin ganar como técnico del Girona. Acumula ocho, tantas que el equipo ha pasado en un par de meses de una cómoda séptima posición, en puestos europeos y con diez puntos de margen respecto al descenso, a la decimoquinta, ya tan sólo seis puntos de la línea roja, que si no ha traspasado ha sido porque los rivales directos lo han hecho aún peor. El domingo tiene una nueva prueba de fuego en el campo de Osasuna (14 horas, DAZN).
Esta lenta agonía no es desconocida para el madrileño, que ya sufrió dos situaciones bastante parecidas en sus anteriores equipos, Rayo Vallecano y Huesca, donde fue destituido. A Montilivi, sin embargo, ni mucho menos le discuten. La confianza es absoluta. De hecho, si alguien se atreve a preguntar sobre su futuro, la respuesta es clara: "Pase lo que pase de aquí al final de Liga, es nuestro entrenador". Míchel es el mejor técnico de la historia de los gerundenses y ahora que el momento es malo, el Girona le apoya.
Pero ni en el Rayo ni en el Huesca la paciencia llegó al extremo, aunque también protagonizó dos cuentos de hadas. Como en Girona, Míchel les ascendió a la élite. "Fue fiel a su idea en todo momento, cuando ganaba y cuando no lo hacía", explica Maite Martín, periodista del Diario As, que continúa: "Ya lo era cuando entrenaba a los juveniles, la propuesta era idéntica. Pero creo que pagó la novedad. Era su primera experiencia en Primera, y muchos partidos se le escaparon por detalles. Tuvimos una sensación amarga, porque merecía más y nadie quería que se marchara. En el barrio es una leyenda y la gente estaba dispuesta a bajar".
Míchel entrenó al Rayo en Primera en el curso 2018-19. Hasta febrero todo iba más o menos bien, y estaba fuera del descenso. Pero encadenó siete derrotas consecutivas y en marzo se quedó en paro. ¿Por qué se bloqueó? ¿El aspecto emocional tiene algo que ver? "No, en absoluto. El arraigo a un club no le hace tomar malas decisiones, en el sentido de asustarse y no saber qué hacer. Es una persona valiente, con carácter y una fuerte personalidad. No le tiembla el pulso cuando tiene que decidir. Pero ese Rayo no daba para mucho más. Para mí, las formas no son comparables. También ha dado un paso adelante en la gestión del vestuario. No pienso que el Girona no tenga solución, al contrario.
La cara B
En Huesca, en el curso 2020-21, la experiencia en la máxima categoría duró 18 jornadas. Sólo ganó una. "Lo que más se le recriminó es el inmovilismo. Con el paso de los años hemos comprobado que ha ido adquiriendo herramientas para resolver los problemas que se ha ido encontrando, pero ahí no modificó ningún matiz en la forma de jugar. Siempre debía ser de la misma manera. Le recuerdo decir, literalmente, que dice Pablo, Co. pasó, Co. pasó".
La etapa en El Alcoraz fue la más complicada. "Le llegamos a ver la cara B. A medida que encadenaba semanas sin ganar, perdía la alegría. Lo notabas con los gestos, con un simple saludo. Míchel de los buenos momentos y de los malos momentos no fue el mismo, en cuanto a comportamiento". "Tenía miedo –opina Barrantes–. Le llegamos a ver salir llorando, porque no quería que le despidieran. En mi opinión quizá le mantuvieron demasiado y todo. Porque aquel Huesca tenía que formular los duelos de una manera diferente si quería competir y salirse. Y no lo hizo. Los que mandaban le compraron su idea de fútbol".
Ambos coinciden en que Míchel "es mucho mejor entrenador de lo que era". "Incluso tiene nivel para dirigir un club más potente", añade Martín. Pero la mirada respecto a mantener el estilo cuando las cosas no funcionan varía. En Girona esto tampoco lo cuestionan, aunque existe la corriente de opinión externa de que la actual plantilla quizás no sea la más indicada para llevarlo a cabo. Lo que está claro es que Míchel no se toca.