El 'todo a cien' modernito que arrasa en Catalunya: ¿de dónde han salido los Flying Tiger?
La multinacional danesa vende productos curiosos de todo tipo a precios populares

BarcelonaHay una en la mítica calle de Sants, en Barcelona. Otro en la rambla Principal de Vilanova y la Geltrú. También en medio de ciudades como Tarragona, Lleida, Granollers, Terrassa, Sabadell, Girona, Figueres y Perpiñán. En estos últimos años, Flying Tiger ha ganado peso en Cataluña. Es una cadena danesa que vende productos curiosos de todo tipo, a precios populares: desde pequeños juegos de madera para hacer pensar hasta tacitas en forma de flor, kits para hacer velas caseras y zapatillas en forma de perro salchicha. Cuando entra, cuesta salir. Los pasillos están organizados en forma de laberinto y tienen un único recorrido posible, que conduce directamente a la zona de cajas. Ahora bien, cada semana la aventura de adentrarse es distinta: las baldas cambian de artículos cada dos por tres. Hoy, en Catalunya, Flying Tiger ya tiene 22 tiendas, 9 de ellas en Barcelona. ¿Pero de dónde salen?
Flying Tiger es una multinacional danesa nacida en 1988 en Copenhague. Detrás del primer local estaba el matrimonio formado por Suzanne y Lennart Lajboschitz. Esa primera tienda no se llamaba Tiger, sino Zebra. Dentro, ambos pasaban gran parte de la jornada laboral reparando paraguas y reveniéndolos a precios más bajos, junto a otros artículos de ocasión. Siete años más tarde expandieron el negocio con un nuevo local en la misma ciudad, pero con un nombre y un concepto diferente: lo llamaron Tiger y empezaron a vender productos de todo tipo siempre a 10 coronas danesas. De hecho, en danéstigerse pronuncia casi al igual quetier, la palabra para designar el billete de ese valor. Fue un éxito rotundo. Solo tres años después se habían convertido ya en una cadena importante, con 40 tiendas en todo el país.
El salto internacional
Con el negocio plenamente consolidado en Dinamarca, el matrimonio probó suerte en Reino Unido y también salió adelante. Allí irrumpieron con una línea de productos de diseño propio, pensados para los consumidores de bajo poder adquisitivo que premiaban más la estética que la calidad de lo que compraban. La fórmula les abrió las puertas de un montón de países. Hoy, la marca Flying Tiger está presente en 35 países, con 926 tiendas, y emplea a más de 4.000 trabajadores. El año pasado facturó 636 millones de euros en todo el mundo, 40 de ellos en el mercado español. La primera tienda de la cadena en España llegó en 2008, en Madrid, coincidiendo con el 20 aniversario. Actualmente, el Estado es uno de sus mercados más importantes, junto a Italia.
Pero no todo son flores y violas. En 2015, la compañía trató de desembarcar en Estados Unidos y no terminó de salir adelante. A pesar de la apertura de una gran tienda en el distrito Flatiron de Manhattan y la previsión de llegar. a abrir 20 tiendas en EE.UU., en 2020, en medio de la pandemia, Flying Tiger lo dejó correr. estado, por razones obvias, una mayor lucha de lo que habríamos podido imaginar y por eso hemos tomado la decisión extremadamente difícil de cerrar todas nuestras tiendas en Estados Unidos", aseguró la compañía en un comunicado difundido en las redes sociales. La marca no pasaba por buenos momentos. En Dinamarca también tuvo que bajar la persiana de varios establecimientos. más de 35 millones de euros, los Lajboschitz se vendieron la empresa al fondo de inversión danés Treville, por una cifra que no se hizo pública.
Un modelo consolidado
El nuevo equipo al frente de la compañía desde 2021 aseguró enseguida que el modelo de negocio estaba plenamente consolidado y que era capaz de sobrevivir a épocas de crisis. Lo han demostrado: después de sanear la empresa, durante los dos últimos años han abierto tiendas en otros 11 países, la mayoría en el Sudeste Asiático. "La fórmula de ofrecer productos funcionales, creativos y atractivos a precios asequibles les ha funcionado muy bien en Cataluña", analiza Carolina Luis-Bassa, directora del máster de marketing de la UPF-Barcelona School of Management: "Están situados en sitios muy céntricos y, cuando se entra, es muy difícil salir sin nada". Para ella, la cadena ha sabido reconvertir el modelo de los clásicostodo a cienponiendo el acento en la experiencia de compra. "Desde la decoración hasta los productos, todo está pensado para que el cliente quiera adentrarse en una especie de descubrimiento cada vez que pasa por delante", concluye.