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Y lo del metaverso... ¿cómo ha quedado?

La revolución que prometía el metaverso queda relegada a los entornos del videojuego y el cine

Ilustración
Carlota Serray Guillem Delso
25/01/2025
6 min
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En 2021, el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, decidió apostar por la creación de un mundo virtual abierto e interoperable con otras plataformas y cambió el nombre de su grupo, que engloba a plataformas como Facebook o Whatsapp, en Meta. Meta, de metaverso, que denomina un espacio virtual colectivo, creado por la convergencia de la realidad física y digital virtualmente mejorada. Aquel renaming fue la confirmación del hype –en inglés, la palabrase refiere a las expectativas, a menudo exageradas, que se generan en torno a una persona o un producto– que se había creado en torno a este término. De hecho, seguro que el lector todavía recuerda la palabra.

Especialmente durante la cóvida del 2020, la fama del metaverso se disparó. Durante un par de años, comíamos y cenábamos metaverso. En ese momento, con una sociedad global aislada de relaciones sociales, no costaba imaginar que el metaverso podría convertirse en una realidad paralela a nuestras vidas cotidianas, e incluso multitud de empresas empezaron a invertir en activos digitales y parcelas en este espacio virtual. A pesar de ser intangible y mayoritariamente abstracto, empezaron a moverse millones de euros en este sentido.

Ahora, el suflé ha bajado y el hype del metaverso se ha racionalizado. Si hace apenas un par de años parecía que el futuro dependía de tener reuniones en el mundo digital con gafas de realidad aumentada y relacionarnos con los amigos y la familia en un mundo paralelo, ahora todo este universo ha quedado más relegado –por lo menos, de momento– en el campo del ocio. hype con el metaverso, ya que las nuevas tecnologías estaban algo huérfanas de relato disruptivo", explica alEmpresas Lluc Guarro, director de IA y negocio digital de Roca Salvatella. "Ahora mismo tiene sentido en ciertos entornos, como el de los videojuegos, por ejemplo, donde ya está muy instaurado, o cualquier otro tipo de entorno inmersivo", asegura el experto.

"Para que se inserte en nuestro día a día, el metaverso necesita ciertas tecnologías que todavía no están desarrolladas", dice Guarro. "Cuando hablas de inmersión, debe ser en todos los sentidos de lo humano: ahora tenemos sobre todo sonido e imagen, y empieza a estar desarrollado el tacto. Pero la imagen requiere unas gafas muy importantes y caras, y el tacto requiere cosas muy complicadas. pijada", detalla. "Algo interesante que ocurre en cualquier proceso de disrupción es que se crea una nueva manera de hacer y pensar y parece que la antigua debe desaparecer", recuerda Guarro. "Con la compra digital ocurrió lo mismo : parecía que la compra física iba a desaparecer, pero todo acaba dependiendo de la experiencia real: no es lo mismo comprar productos de limpieza que ir a comprar pescado fresco", asevera el experto de Roca Salvatella.

El expresidente del Centro de Blockchain de Catalunya (CBCat) y presidente de Democracy 4 All, Quirze Salomó, también dice la suya: "Sí que podríamos decir que hubo uno hype, pero porque toda la industria tecnológica de frontera se ha movido siempre por oleadas en EEUU, y ellos son los que lideran estos espacios", explica en elEmpresas. "Los que hemos estado muchos años en estos mundos ya estamos acostumbrados a estos hypes que después pasan a ser inviernos", agrega.

"Ya estamos, en el metaverso"

Según Salomó, "se confundió lo que es el metaverso con las tecnologías XR (de realidad aumentada), vino provocado por Meta y se apuntó a todo el mundo" "Estaba muy basado en la evolución de todas las tecnologías XR ( 3D, virtual, etcétera), pero eso no es para mí la definición de metaverso", dice el experto.

De hecho, los orígenes de la palabra metaverso se remontan a más de 30 años atrás, cuando Neal Stephenson escribió la novelaSnow crash. "En esa novela, Stephenson habla mucho de la realidad inmersiva, pero también de otro concepto: la realidad digital paralela a la realidad física", recuerda Salomó. "En los últimos 25 años hemos estado creando una realidad paralela a la física que va regida por las leyes digitales donde no hay espacio ni tiempo, y esto se está construyendo a través de muchas tecnologías", detalla.

"Si admitimos esta definición como la de metaverso, ya pasamos muchas horas al día en el metaverso, pero en 2D, y ese tiempo que pasamos en el espacio digital ya es pasarlo al metaverso", aclara Salomó. "El tema es que la tecnología inmersiva está resultando ser más difícil de construir de lo que parecía", dice. Además, actualmente es muy cara: "Hasta que no se democratice el precio de las gafas virtuales, por ejemplo, no va a ser algo del día a día, sino que se encontrará sólo en entornos muy concretos", asegura. "Las Apple Pro, por ejemplo, si en vez de valer lo que valen valieran 100 euros, las veríamos en nuestro día a día", dice.

Guarro añade otro aspecto, y asegura que "el metaverso tiene un punto de aplicación en ciertos entornos y ciertas cosas, pero no implica un proceso disruptivo. Por ejemplo, una reunión de trabajo la podemos realizar con las gafas virtuales y al metaverso u online, pero no cambia radicalmente la experiencia; sólo la amplía y la mejora", apunta.

Con todo, los expertos no descartan que el metaverso acabe siendo una realidad diaria, sobre todo gracias al "hype real y más fuerte que ha habido nunca": la inteligencia artificial (IA). "Toda la capa de IA puede acelerar el metaverso. Cuando hablas de realidad inmersiva estás hablando de grandes volúmenes de datos, y la IA lo que hace es acelerar el consumo de datos. Pero no lo vemos todavía como algo totalmente disruptivo que nos cambiará la vida; la IA, sí", apunta Guarro.

"Como el hype de la IA es el más potente que ha habido hasta ahora, se han desplazado muchos fondos que estaban destinados a la realidad aumentada, y por tanto se ha destinado más dinero a la IA y menos dinero a desarrollar visuales", dice Salomón. Con todo, explica el experto, la IA permitirá construir espacios dentro de un espacio 3D a demanda, "y eso hace que acelere mucho la generación de contenidos y mejore mucho la experiencia", dice el presidente de Democracy 4 All.

El 'hype' empresarial

En Cataluña mismo hubo numerosas empresas que apostaron por ampliar su negocio en el espacio virtual. Un ejemplo es Cupra, una de las primeras en crear su propio metaverso, el Metahype, como un espacio donde "exponer contenido artístico como NFT —piezas de arte digital con certificados de autenticidad, que también vivieron un hype que ha ido bajando—, exhibir productos físicos o virtuales, compartir contenido y organizar eventos". Se dejó un millón de euros en el desarrollo. Ahora, fuentes de la compañía explican alEmpresas que "a principios de 2025 el espacio de Cupra en el metaverso dejará de ser accesible al público". El metaverso de la compañía quedará reducido a "acontecimientos virtuales internos de la compañía".

La firma catalana de moda Mango no fue menos, y compró una parcela en Decentraland, una plataforma creada por los argentinos Ari Meilich y Esteban Ordano donde venden a las marcas parcelas de suelo digital y al que se llegó a celebrar una semana de la moda. Tras esta primera experiencia, repitieron, coincidiendo con la inauguración de su nueva tienda en la Quinta Avenida de Nueva York, que se realizó de forma simultánea en formato virtual y físico. "Es un tema de marca", explicaban en ese momento desde Mango. Consultados para la elaboración de este reportaje, la empresa de moda no ha dado respuesta a las preguntas sobre el estado actual del metaverso de la marca.

En el sector de las aerolíneas también hay ejemplos. El propio Vueling avanzaba en el 2022 un acuerdo para abrir su propio canal de venta en Next Earth, un metaverso en el que las marcas pueden comprar terrenos virtuales sobre un mapa del planeta Tierra. Un año más tarde, en el Mobile World Congress, la aerolínea anunció que se sumergía en el mundo virtual "volando entre metaversos". Pero fuentes de la compañía confirman al ARA que aquellos proyectos en el metaverso no llegaron a ver la luz.

Y la propia Generalitat de Catalunya creó, a través del Centro de Blockchain de Catalunya (CBCat) liderado por Quirze Salomó, su propio metaverso, el CATVers. El proyecto contó con un presupuesto de entre 10.000 y 20.000 euros, según informó el Govern en ese momento, llegando a celebrarse una fiesta mayor. Pero no acabó de funcionar, y el pasado año el CBCat acabó cerrando por decisión de la nueva Cámara de Comercio presidida por Josep Santacreu.

El hecho es que en el metaverso, donde pensábamos que pasaríamos gran parte de nuestro día a día, hoy hace frío. Para algunas empresas, todavía funciona y existen pequeñas comunidades virtuales que se mantienen, pero es poco rentable. "Las empresas no invierten en realizar reuniones inmersivas porque el retorno no es suficiente; al final la implementación de estas tecnologías depende de la inversión que requieran", apunta Guarro. Y añade que, con la pandemia, "hubo un aumento de negocios de relaciones digitales (como el e-commerce, metaverso, etcétera) que dependían de ese momento y se ha ido apagando". Sea como fuere, la revolución que vendrá —esa sí— de la mano de la IA acaba de empezar.

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