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Guerra comercial

¿Quién pierde y quién gana con la guerra comercial de Trump?

Diferentes voces consultadas por el ARA advierten que las tensiones geopolíticas acaban salpicando a todos los sectores

Contenedores de mercancías en el Puerto de Barcelona
09/03/2025
4 min
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MADRIDLa guerra comercial abierta por Donald Trump, así como el arrinconamiento de Ucrania en cuanto a su protección, han situado en el punto de mira a diferentes sectores de la economía europea, española y catalana. En algunos casos se han disparado las alarmas por el impacto de posibles aranceles. En otros, en cambio, y siguiendo la máxima de que siempre hay quien saca provecho de las crisis, se frotan las manos ante la respuesta de Europa y los Estados miembros en el nuevo orden exterior de Trump. Ahora bien, el alcance, todavía incierto, de todo ello, no deja que nadie respire tranquilo: "[Con una guerra comercial] todo el mundo pierde", resume el investigador del Real Instituto Elcano, Enrique Feás.

El primer elemento que conduce a esta conclusión es que hoy el comercio no tiene nada que ver con el del siglo XX. La producción mundial se ha fragmentado con cuentagotas, recuerda Feás, dando lugar a una globalización de las cadenas de suministro. "Puedes aplicar aranceles y beneficiar a un producto final, pero por el camino también puedes perjudicar a los que son necesarios para fabricarlo. Esto presiona el precio final y, por tanto, impacta sobre el comercio y contra todos, incluso con los que son tus socios –explica el investigador–. Que la actividad económica se vea resentida no ayuda a nadie".

El otro gran elemento es la incertidumbre en torno a las medidas. De hecho, para los expertos consultados es el reto más importante por ahora, algo que ya perciben desde organizaciones empresariales como la CEOE. "La preocupación [de las empresas] nace por la incertidumbre. Están pendientes de cómo se concreta todo", apunta Marta Blanco, presidenta de CEOE Internacional, quien confía en que la negociación evite una guerra comercial.

Poco peso exportador

Sea como fuere, hay sectores más sensibles que otros a una guerra comercial con Estados Unidos. Sin embargo, de entrada hay que tener en cuenta que ni para España ni para Cataluña este es un mercado principal. De hecho, en ambos casos en los últimos años se ha ampliado el balance deficitario (cuando las importaciones superan a las exportaciones) por el peso energético.

El Estado es uno de los países europeos en los que las exportaciones al país norteamericano tienen un peso menor: 18.904 millones de euros en 2024, lo que supone poco menos de un 5% del total de las ventas de bienes en el exterior. La cifra está lejos de la que registra Italia (10,7%), Alemania (9,9%) o Francia (7,3%). Si se compara con el PIB, las exportaciones españolas a EEUU caen aún más (2,3%), según datos del ministerio de Economía, Comercio y Empresa.

En el caso catalán, a lo largo de 2023 (año del que se tienen datos completos) se exportaron bienes por valor de 3.648 millones, lo que representa un 3,6% del total exportador. "No podemos olvidar que si la economía alemana va mal, también afecta a España y Catalunya", matiza Ángel Hermosilla, miembro del Colegio de Economistas de Catalunya, que añade este elemento como una de las consecuencias indirectas de la guerra comercial.

Por sectores, la maquinaria con un 16,7% (industrial y aparatos tecnológicos y electrónicos), la perfumería y los cosméticos (19%) y los productos farmacéuticos (7%) son los más expuestos en Cataluña. Les sigue el sector agroalimentario y, en particular, el vino, que desde hace tiempo busca reforzar su presencia en los escaparates estadounidenses, tal y como recoge una nota económica de ACCIÓ. En el conjunto del Estado, además de la maquinaria industrial, sobresalen las semimanufacturas (productos químicos, principalmente), y los alimentos, sobre todo aceites y grasas. "Hay un fuerte componente regional", matiza Feás en el ARA. País Vasco, por ejemplo, puede verse más afectado por las ventas de maquinaria, mientras que Andalucía o Aragón se verían castigadas por la actividad agraria.

El sector de la defensa sube a la bolsa

De la mano con la trifulca comercial, Trump también ha realineado la política exterior de Estados Unidos, haciendo pinza con Vladimir Putin —Rusia sigue siendo la gran amenaza para el Viejo Continente— y poniendo entre las cuerdas el apoyo militar que hasta ahora brindaba en Ucrania. Ante esto, Europa ha anunciado un plan para rearmarse (se quieren movilizar hasta 800.000 millones en cuatro años), lo que implica un mayor gasto público para la defensa y la tecnología militar.

Indra o Airbus ya han puesto negro sobre blanco las oportunidades de negocio, y por tanto de beneficio, que se les presentan gracias a esta situación. En consecuencia, en el Ibex 35, por ejemplo, Indra se ha revalorizado más de un 40% desde que empezó en el 2025, mientras que, a nivel europeo, el Stoxx Europe –el índice aeroespacial y de defensa– ha subido más del 30%.

Quien también ha escalado en bolsa es la actividad siderúrgica y las empresas dedicadas al acero, como ArcelorMittal en el caso español. Pese a la intención de Trump de aplicar aranceles de un 25%, el hecho de que se pueda llegar a un posible acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia da alas a un sector que será clave para la reconstrucción y que Europa quiere proteger.

La banca, en cambio, ha sido quien de momento ha salido peor parada y, en particular, empresas como el BBVA, que depende en buena parte de México. El sector financiero trata de reojo el impacto sobre los precios y la actividad económica que pueden tener los aranceles de un 25% en México y Canadá y de un 10% en China.

¿Y la respuesta a los aranceles?

El investigador del Real Instituto Elcano asume que, aunque la teoría económica apunta a que no debe entrarse en una guerra comercial, "en el caso de Trump no se puede no reaccionar, porque él funciona así". "Trump es insensible a la diplomacia, pero sensible a los efectos económicos de ciertas empresas", añade, y recuerda la moratoria a los aranceles en el sector del automóvil de México y Canadá horas después de anunciarlos. También cree que Europa tiene un bagaje comercial negociador que le favorece. "Seguro que hay una lista de productos muy sensibles sobre los que se puede reaccionar. Se puede hacer mucho más daño con un gesto específico que con una reacción grandilocuente", opina.

Lo que queda claro es que una alteración del comercio internacional tendrá consecuencias sobre la actividad económica, pero también sobre los precios, en particular para Estados Unidos. "No creo que vivamos un rebote inflacionista como el de la crisis energética. Las familias quizás no lo notarán, pero [el escenario] complica la política económica de los gobiernos", reflexiona el profesor de Esade, Josep Comajuncosa.

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