Reino Unido

Nubes de recesión para la economía británica

La inflación disparada, la baja productividad y la entorpecimiento de las exportaciones por el Brexit apuntan al decrecimiento en 2022

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Una imagen de la City de Londres, el centro financiero del Reino Unido.
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LondresLas perspectivas no pueden ser peores. Los datos sí, porque podría haber mucho más paro del que hay: el 3,8%, aproximadamente, unos tres millones de personas. Así, y a pesar de que hay mucho trabajo que no se puede cubrir y mucha precariedad –y como consecuencia directa, mucha pobreza energética, agravada por el aumento estratosférico de las tarifas del gas y la electricidad: de 1.200 libras al año a finales de 2021, la factura típica a finales de 2022 será de 2.800–, el dato macroeconómico del paro es la única que salva al Reino Unido de una crisis como la de los años 70 y 80 del siglo XX. Una época en la que durante el Invierno del descontento (1978-1979) había cortes de suministro eléctrico, una semana laboral de tres días y una semana escolar también de tres días por la imposibilidad de calentar las escuelas, que había sido precedida de un rescate del Fondo Monetario Internacional en 1976.

La semana pasada la OCDE predijo que la economía británica no crecería nada este 2022 y que tenía las peores perspectivas para cualquier de los estados del G-20 después de Rusia en cuanto a 2023. Las razones: el cóctel único de inflación creciente –el pico puede ser del 11% en octubre–, tipos de interés más altos e impuestos crecientes que el ministro de Economía se ha sacado de la manga en el presupuesto del año fiscal que se abrió en abril. La libra se acerca al mínimo de los dos últimos años en relación con el dólar. Y el próximo invierno la situación todavía puede empeorar más.

Algunas estimaciones, de hecho, consideran que cuando se conozcan los datos del PIB del segundo trimestre del año se comprobará que ha sido un periodo de entrada en recesión. En marzo, la caída del PIB fue del 0,1%, y en abril, del 0,3%, a pesar de que se esperaba un crecimiento del 0,1. Además, los cálculos del Fondo Monetario Internacional también aseguran que el Reino Unido experimentará el peor crecimiento de los países del G-7 durante el año próximo, un juicio en concordancia con el de la OCDE.

Advertencia de los empresarios

El Reino Unido, pues, "se enfrenta a una profunda recesión salvo que el Gobierno Johnson consiga enderezar la economía", ha advertido esta semana la Confederación de la Industria Británica, el grupo empresarial más grande del país. Tony Danker, el director general, hacía unas declaraciones sorpresivas para un jefe de la patronal en relación con un gobierno conservador. El empresario declaraba que los miembros del CBI están "desesperados" por la ausencia de una política clara orientada al crecimiento, por una inflación disparada y por las disputas sobre el futuro político de Boris Johnson. Y, mientras tanto, también se quejaba Danker en The Times, Downing Street presta atención a "cuestiones marginales" como el posible regreso de las unidades imperiales.

En una economía con endémicos problemas de productividad –en 2019 la producción media por trabajador del G-7 fue el 13% por encima de la del Reino Unido; el crecimiento de la producción por hora del Reino Unido entre 1997 y 2007 fue el segundo más rápido del grupo, pero entre 2009 y 2019 fue el segundo más lento–, el crecimiento de la cual se basa, sobre todo, en el consumo –un consumo sostenido por el crédito–, la inflación tiene un impacto devastador.

La Confederación de la Industria Británica prevé una recesión del consumo de los hogares, que puede ser negativa el cuarto trimestre de este año –cuando el impacto de los precios de la energía será mucho más alto– y que no volverá al crecimiento como mínimo hasta doce meses después. Todo ello conduce a una caída de la confianza empresarial, que si se profundiza podría conducir a una recesión de toda la economía.

La acumulación de malas noticias también se ha visto azuzada por un Brexit que ha entorpecido las exportaciones hasta el 18% en relación con las de antes de la salida efectiva del Reino Unido de la UE. Las nubes de incertidumbre sobre el Reino Unido no favorecen, tampoco, que la economía global mire las islas Británicas como un lugar atractivo para invertir.

El verdadero estado de la economía del Reino Unido está mucho más cerca del estado de ánimo en el que se puede sumergir la próxima semana a raíz de la huelga de tres días que protagonizarán todos los trabajadores de ferrocarriles del Reino Unido –en la movilización más grande de este sector clave del transporte desde 1989– que del espejismo de la pompa y la ostentación de los actos del Jubileo de Platino en honor a los 70 años del reinado de Isabel y del glamur vivido este fin de semana en las carreras de Ascot. El Brexit y sus consecuencias, la pandemia y la guerra de Ucrania son los tres vértices de un escenario mucho más que preocupante para un gobierno que opta por políticas muy poco tradicionales para los conservadores: subida de impuestos y endeudamiento masivo. Downing Street parece que navega sin brújula.

Dosier Cómo evitar una nueva crisis
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