¿Cómo vive el mundo la crisis de suministros?

Mientras que en Occidente preocupa la campaña de Navidad, en África peligra el acceso a productos médicos

Un hombre trabaja con carbón a Shenyang, en la provincia de Liaoning, en la China.
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BarcelonaDice la teoría del caos que pequeños incidentes pueden alterar a largo plazo una secuencia de acontecimientos de gran magnitud. En un mundo tan globalizado como el del siglo XXI, y con una concentración tan elevada de la producción industrial en una parte muy concreta del planeta, el efecto mariposa ha quedado más que evidenciado. La escasez de productos, los precios disparados y los tiempos de espera que no paran de crecer son problemas comunes en varios puntos del planeta, a pesar de que con afectaciones diferentes en función del sector.

Occidente se preocupa por si la crisis de suministros afectará a la campaña de Navidad, si no habrá los juguetes que los pequeños piden o si habrá que esperar semanas para recibir el último iPhone..., mientras que en los países menos desarrollados, como los africanos, los atrasos en la producción, los cuellos de botella en el comercio internacional y el aumento disparado de los precios de las primeras materias pueden afectar a cuestiones tan básicas como el acceso a la comida y medicinas.

Hagamos un análisis rápido de cómo afecta la crisis de desabastecimiento en diferentes partes del mundo.

China

En China, uno de los principales pulsos de producción industrial del mundo, se ha vivido la "tormenta perfecta", como la han descrito algunos analistas, que afecta a consumidores y empresas tanto dentro como fuera de sus fronteras. Al impacto de las medidas anticovid, que han atrasado la fabricación de ciertos productos (como los chips de coches y productos electrónicos), se ha sumado una acusada crisis energética, con cortes de luz o racionamiento de la energía en al menos 20 provincias del país, hecho que castiga sobre todo las industrias. Además, un periodo de fuertes lluvias que ha malogrado los cultivos añade preocupación por el acceso a ciertos alimentos, por su escasez y por el aumento de los precios. El contexto general es alarmante, hasta el punto que el gobierno chino ha instado a la población a almacenar artículos de primera necesidad "para estar preparados en caso de emergencia".

Esta crisis energética es, a la vez, causa y efecto de la crisis de desabastecimiento global. Las fábricas chinas han tenido que acelerar la producción por la explosión de la demanda mundial postpandemica, y este incremento de la actividad ha disparado el consumo de energía. Más de la mitad de la electricidad que se produce en la China proviene del carbón, y la subida global de los precios y las medidas para reducir las emisiones de CO₂ han llevado a las autoridades a ordenar restricciones a las empresas, que en algunos casos tienen que reducir los días de trabajo. Una dificultad más para dar respuesta a la creciente demanda global y parar los cuellos de botella en la crisis de suministros.

Estados Unidos

En Alaska hay gente que se queja de que no encuentra ropa de abrigo para el invierno en las tiendas; gigantes del sector de los juguetes como Mattel y Hasbro ya han avisado de que puede haber un atraso en la entrega de los productos y un aumento de los precios; Nike y Adidas han alertado de que el cuello de botella en la producción y la distribución de sus zapatillas se puede alargar hasta la primavera, y los grandes almacenes Costco han reintroducido límites en la compra del papel de váter.

Estos son sólo algunos ejemplos de la crisis de desabastecimiento general en los Estados Unidos, muy afectados por la dependencia de la producción deslocalizada en la China y el Sudeste Asiático, una región también fuertemente impactada por las medidas anticovid, que obligaron a cerrar plantas durante meses. Además, los Estados Unidos sufren desde hace meses un preocupante cuello de botella en los puertos de Los Ángeles y Long Beach, principales puertas de entrada de mercancías al país, donde los barcos se acumulan en las dársenas a la espera de poder descargar los contenedores. La causa es la acumulación de la producción atrasada y la falta de mano de obra para descargar los productos y distribuirlos.

Para intentar salvar el principal periodo comercial del año, incluso la Casa Blanca se ha implicado, pactando con el sector privado un plan para aligerar los problemas en la cadena logística, que prevé que estos puertos y grandes cadenas de distribución trabajen los siete días de la semana para agilizar el reparto de mercancías.

Europa

Distintos países europeos sufren situaciones similares a la de Estados Unidos, con un déficit importante de componentes como los microchips, imprescindibles para sectores clave en el continente como el de la automoción. Según el instituto IFO, uno de los principales centros de búsqueda sobre política económica de Alemania, la producción industrial del país (la economía más potente de Europa) está cayendo "como consecuencia de los cuellos de botella de suministro de importantes productos preliminares". Al menos dos tercios de las empresas industriales alemanas sufren problemas de producción y no pueden dar respuesta a los pedidos, una cifra inéditamente alta. Además, el colapso del tránsito marítimo internacional también está afectando algunos puertos europeos, como el de Amberes, en Bélgica.

En Europa, hay que hacer una mención especial en el Reino Unido, que se ve doblemente afectado, por la pandemia y por el Brexit. Ya hace meses, cuando el mundo todavía no se preocupaba por el desabastecimiento global, los supermercados de Irlanda del Norte ya sufrían por llenar los estantes, y en septiembre las estaciones de servicio de algunas partes de la Gran Bretaña se quedaron sin combustible. Todo, por las restricciones en la entrada de trabajadores extranjeros debido al Brexit, que han provocado una importante carencia de transportistas, que a su vez se suma a los problemas provocados por la crisis sanitaria. Doble dolor de cabeza para Boris Johnson y, sobre todo, para los ciudadanos británicos.

África

En África, el desabastecimiento global puede tener un efecto significativo en sectores tan básicos como el de las medicinas. Todos los países africanos son importadores netos de productos médicos y farmacéuticos; menos del 10% de los artículos relacionados con la salud se obtienen de proveedores africanos, mientras que el resto se tiene que comprar al exterior. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como Unicef han alertado especialmente de la probable escasez de jeringuillas durante los próximos meses, que puede afectar gravemente la campaña de vacunación contra la covid en el continente africano, que se espera que acelere a partir del año que viene. 

“A comienzos de año, las vacunas contra el covid empezarán a fluir en el continente, pero la escasez de jeringuillas podría paralizar el progreso”, alertaba a finales de octubre la directora regional de la OMS en África, Matshidiso Moeti. A pesar de que, hoy por hoy, el problema todavía no ha llegado, teniendo en cuenta que el ritmo de inmunización es muy bajo, sí que hay algunos países, como Kenia, Ruanda y Sudáfrica, que ya han experimentado algunos retrasos en sus aprovisionamientos, aseguraba Moeti.

La previsible falta de jeringuillas y otros productos farmacéuticos en la África es resultado de una demanda global significativamente más grande de este tipo de artículos, de las interrupciones en las cadenas de producción y suministro de mercancías a escala internacional, y de las restricciones de algunos países en la exportación de jeringuillas, según Unicef.

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