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¡Este curso me estreno! Hablamos con cuatro jóvenes que cambian de etapa

Aina, Jaber, Anna e Íker afrontan el nuevo curso con incertidumbre e ilusión

7 min
Una niña borrando la pizarra en una escuela de Barcelona.

BarcelonaPara Aina, Jaber, Anna e Íker, el curso que empieza viene cargado de novedades. Hablamos con ellos para saber qué esperan de la nueva etapa, cómo la afrontan y qué cambios les esperan.

Aina: “Sé que echaré de menos jugar con niños y niñas más pequeños que yo”

Tiene 12 años y en septiembre empezará 1.º de ESO en un instituto de Berga después de haber hecho la primaria en una escuela rural

Aina Camprubí

Este curso, Aina Camprubí (12 años) empezará 1.º de ESO en un instituto de Berga después de haber estudiado toda la primaria en la escuela rural de Borredà, en el Berguedà. “En la clase siempre hemos estado entre 7 y 10 alumnos de edades diferentes –entre los cuales mi hermano Aniol–; los últimos años yo he sido la más mayor”, explica. Acostumbrada a un entorno muy próximo y familiar, dentro de días tendrá que hacer frente a un cambio de etapa importante que le supondrá nuevas rutinas, nuevas amistades y nuevo profesorado: “Me apetece convivir con compañeros de mi edad, pero sé que echaré de menos jugar con niños y niñas más pequeños que yo. A veces tengo dudas sobre si me gustará este cambio porque no tengo muchas ganas de hacerme mayor”.

A Aina le gustaría ser artista, poder entrar en el Institut del Teatre y dedicarse al canto y al baile. Después de la escuela hace muchas extraescolares –música, teatro, técnica vocal, kárate, inglés y baile contemporáneo–. Pero este primer trimestre, no habrá extraescolares, habrá que adaptarse a la rutina del instituto e ir asimilando poco a poco las nuevas metodologías: “Creo que lo que más le impactará será el trato humano”, apunta su madre, Mireia Magrans. “Hay maestras que Aina las ha tenido desde 1.º de primaria y son como sus segundas madres. Este trato personalizado que ofrece la escuela rural es único y tiene un valor incalculable. Ahora tendrá a un docente por asignatura y tendrá que llevar a cabo las tareas que le envíen. Hasta ahora ella ha trabajado todas las materias a partir de un centro de interés y por proyectos, no ha tenido nunca deberes. Esperaremos a ver cómo va la adaptación y progresivamente podrá ir haciendo las extraescolares que tanto le gustan”, argumenta.

Para poder llegar al instituto, Aina tendrá que coger el autocar que sale de Borredà puntual a las 7 –“si lo pierdes no te esperan”, añade– y volver a casa una vez acaben las clases, alrededor de las 14.30. “Me tendré que levantar muy temprano y hacer media hora de trayecto hasta llegar a Berga. La hora de comer también será más tarde porque por la tarde no tenemos clase”. En el bus encontrará a Mar, su gran amiga y la única compañera que tenía en la escuela de su misma edad: “Iremos a institutos diferentes porque así lo hemos querido, pero seguro que nos mantendremos igual de unidas”.

Si hay una cosa que le hace mucha ilusión del nuevo curso es poder tener un ordenador para ella sola además de poder hacer nuevas amistades. “Está igual de preparada que sus compañeros. Confiamos en que todo irá bien”, concluye la madre.

Jaber: “Mi ilusión es entrar en la universidad y estudiar derecho”

El próximo curso empezará bachillerato con el objetivo de convertirse en estudiante universitario. Es el mayor de tres hermanos, vive en Mataró y quiere estudiar derecho

Jaber Elhmaidi

Ha acabado 4.º de ESO satisfecho por las notas obtenidas y el esfuerzo que ha dedicado. “No ha sido fácil”, admite Jaber. “Después de la pandemia tuve que cambiar de amigos porque notaba que las cosas no me iban bien. Los compañeros no me ayudaban a mejorar y me distraía demasiado. A partir de 3.º de ESO las notas mejoraron mucho. He conseguido centrarme y cuando ha habido que estudiar he estudiado. Gracias a este cambio he superado la ESO y podré estudiar bachillerato. A veces pienso que si hubiera reaccionado antes habría obtenido una nota media más alta”.

Desde que tenía tres años Jaber Elhmaidi (15 años) estudia en la escuela GEM de Mataró, centro concertado de dos líneas, que él define como “muy familiar”. Reconoce que el paso de la ESO al bachillerato le da “respeto”, a pesar de que quiere experimentarlo. “Algunos me dicen que es muy duro y otros que no es tan difícil... Quiero saber por mí mismo cómo es. Sé que tendré que hacer un cambio de mentalidad y que tendré que ser constante”.

Apasionado de los deportes, Jaber es el mayor de tres hermanos. Juega en un equipo de fútbol y, siempre que puede, sale a correr o va en bicicleta. “Cuando acabé 4.º de ESO, la escuela me ofreció una orientación académica para saber las opciones que tenía. Mi ilusión es entrar en la universidad y estudiar derecho. En el barrio donde vivo he visto a personas a quienes han echado de casa de manera injusta. Me gustaría ayudar a aquellos que juegan con desventaja y de quienes los bancos se aprovechan”, dice.

Con el apoyo de sus padres y familiares, confía en que el nuevo currículum de bachillerato, más competencial y menos memorístico, será beneficioso para el alumnado y reconoce que la preparación para la selectividad será un proceso largo y duro: “Sé que me lo recordarán desde el primer día. Es estresante y se me hará pesado. De todas maneras, no sabemos qué pasará con el examen dentro de dos años, es todo bastante incierto todavía, habrá que esperar”.

Anna: “En la universidad siempre nos han recordado que la flexibilidad es muy importante para un docente”

Después de haber realizado prácticas en Catalunya y en el extranjero, el próximo curso podrá ejercer de maestra por primera vez

Anna Verge

Anna Verge (Sant Sadurní d'Anoia, 22 años) siempre ha tenido claro que su camino académico y profesional tenía que estar vinculado a la docencia. Lo quería desde que era una niña, quizás porque su padre también es docente, pero sobre todo porque le gusta cuidar y tiene mano con los más pequeños, reconoce. Graduada en educación infantil en la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), a partir de septiembre seguirá formándose y ampliando estudios con el grado de educación primaria y con un posgrado sobre diseño de espacios educativos. “Ahora mismo me gustaría trabajar en una escuela infantil, pero con el grado de educación primaria amplío oportunidades para poder ejercer en más escuelas y acompañar al alumnado hasta los 12 años”.

A pesar de que la pandemia le truncó las prácticas universitarias, cree que la crisis sanitaria la ayudará a ser más buena docente en un futuro porque les ha enseñado a adaptarse a las circunstancias. "En la universidad siempre nos han recordado que la flexibilidad es muy importante para un docente y yo he podido verlo en las escuelas donde he estado”.

Con ganas de afrontar una nueva etapa ejerciendo de maestra profesional, Anna intentará aplicar en su aula lo que ha aprendido en Helsinki, en Finlandia, donde trabajó en una escuela de primaria como docente en prácticas durante tres meses. “En Finlandia, el respeto y la confianza en el niño son claves en educación. La escuela es un agente de igualdad y de equidad y consiguen una atención individualizada para que cada niño pueda aportar lo mejor de sí mismo”, recuerda. “No he visto ninguna maestra gritar a los alumnos y la relación entre la escuela y las familias es muy colaborativa. Entiendo que el contexto es diferente –tienen mejores ratios y más docentes por aula–, pero hay cosas que creo que podemos aplicar de su manera de funcionar”.

A pesar de los nervios de las primeras veces, para Anna el sentido del humor es fundamental y considera importante que el docente se presente sin filtros a los alumnos, con sus días “buenos y malos”, con sus fortalezas y debilidades: “He visto a maestros con dislexia explicar al alumnado que tienen esta dificultad de aprendizaje y otros llegar al aula y comentar que no tienen un buen día por motivos personales. ¿Y por qué no? Somos personas, lo queremos hacer de la mejor manera posible, pero a veces no llegamos a todo”.

Íker: “A veces los jóvenes necesitamos que confíen en nosotros para saber qué queremos”

Un proyecto artístico realizado en el instituto ha motivado a Íker a continuar estudiando. Se ha matriculado en un ciclo formativo de grado medio en electricidad y electrónica

Íker Chacón

Su objetivo cuando acabó 4.º de ESO era ponerse a trabajar para contribuir a la economía familiar: “Tengo dos hermanas pequeñas y no tenemos padre. Mi madre tiene que soportar un peso muy grande y siento que la tengo que ayudar”, explica Íker Chacón (Sabadell, 16 años). Pero su participación en un proyecto artístico realizado en el instituto durante el curso lo ha motivado a continuar estudiando: “Había perdido la ilusión. A veces los jóvenes necesitamos que confíen en nosotros para saber qué queremos”.

Íker ha estudiado 3.º y 4.º de ESO en el Institut Ca n’Oriac de Sabadell, un centro de creación reciente, caracterizado por un proyecto educativo inclusivo basado en metodologías activas. Este curso, la gran mayoría del alumnado de 4.º ha participado en el proyecto Metro y medio de distancia, una propuesta escénica trabajada y ejecutada por los chicos y chicas que reproducía lo que vivieron durante la pandemia de una manera artística.

En colaboración con la entidad Rialles Espectacles Infantils y Juvenils, y la mentoría del artista Xavi Palomino, el proyecto de Ca n'Oriac se ha llevado a cabo gracias al impulso de la Fundación Carulla, que reconoció el proyecto con un galardón en la 43.ª edición de los Premios Baldiri Reixach, en la categoría Baldiri Connexions.

El éxito de la propuesta y la motivación del alumnado dio como resultado un espectáculo escénico que se representó en la Sala Centre de Creación de Sabadell, en cuatro sesiones. “La obra de teatro me descubrió un mundo que no conocía. Llevé las luces y el sonido, y pensé que cuando fuera mayor querría continuar haciendo esto, en un concierto o en un escenario, me sentía muy bien y me gustó mucho”, recuerda Íker. La experiencia “consiguió unir mucho al grupo y hacernos crecer la autoestima”.

El próximo curso, Íker continuará estudiando. “Me habría gustado hacer un ciclo formativo de imagen y sonido, pero mi nota es justa. De momento haré un grado medio en electricidad y electrónica para ser técnico en instalaciones eléctricas, que también me interesa”.

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